Para el venezolano común, que está esperando que en medio de esta grave crisis aparezca una opción inteligente, resulta contraproducente lo que se ha planteado en la última sesión de la Asamblea Nacional del 2015, declaró el coordinador nacional de la organización Democracia y Libertad, profesor Pedro Pablo Alcántara.
Se sabía que el Estatuto de la Transición había sido suficientemente debatido para desarrollarlo a partir de la tensión que se produjo por la convocatoria y el proceso electoral del año 2018, que llevó a Nicolás Maduro a volver a la presidencia, fuera del marco de la Constitución y obligó a su desconocimiento tanto nacional como internacionalmente.
Es por ello que ante la ausencia de un presidente para ser juramentado el 10 de enero, la Constitución permitía que el presidente de la Asamblea Nacional asumiera temporalmente el ejercicio de la primera magistratura hasta que hubiera en Venezuela, elecciones libres, supervisadas y reconocidas.
Se suponía que una vez concluido este lapso, había que continuar con el modelo de lucha establecido por la Constitución, para que se estableciera la democracia.
Es por ello que el Estatuto de la Transición fue el instrumento que adoptó la Asamblea Nacional para la existencia del gobierno interino.
A los venezolanos tiene que sorprendernos que se pretenda desalojar a quien tiene la distinción de presidente interino y establecer un modelo ejecutivo desarrollado por el parlamento a partir del cinco de enero del año próximo y ocuparse de los bienes que han sido protegidos internacionalmente.
El mandato interino está consagrado en los artículos 136 y 233 de la Constitución.
Un gobierno parlamentario no está contemplado en la Constitución y no puede modificarse un Estatuto de Transición por encima del mandato constitucional, como lo han advertido calificados abogados muy respetables del país.
Lo que está sucediendo nos lleva a recordar al poeta y legislador Andrés Eloy Blanco, quien en los momentos en que se realizaba la Constituyente de 1947, decía que el pueblo venezolano no sabía leer, ni escribir, pero tenía quien le escribiera y quien le leyera.
Con esta frase quería decir que el pueblo de Venezuela que había tenido gobiernos autoritarios y era mayormente analfabeta tenía que ir aprendiendo lo que era la democracia, a través de los diputados que estaban trabajando en esa Constituyente.
Desde 1947 hasta hoy ha transcurrido muchísimo tiempo no solo es mayoritariamente alfabetizado, sino que sabe diferenciar y tomar decisiones que le permiten apelar a la Constitución, hacer que se respete la separación de poderes y, por supuesto, llamar la atención a los parlamentarios en el momento que sea necesario para enrumbar al país hacia el destino verdaderamente democrático, que está reclamando. No es hora de estar buscando a Dios por las orillas.
Lo determinante es que estos últimos veintitrés años en que el pueblo venezolano ha estado sumido en controversias, atropellos, persecuciones y decaimiento de los servicios públicos, se acaben, como corresponde a una nación democrática, a través de unas elecciones libre, que tengan supervisión, observación y que le garanticen a los venezolanos, sin excepción, la posibilidad de tener un nivel de vida digno. Ese es el mandato que tienen los que están en la Asamblea Nacional.
Hay que decirle a quienes están en esa Asamblea que la reforma del Estatuto de Transición no ayuda en nada a hacer realidad la esperanza que tiene la población de que esta situación cambie, terminó diciendo Alcántara.
