#OPINIÓN Espíritu de Navidad #20Dic

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En Venezuela la Navidad era la época en la cual las tradiciones tenían más peso. Todo era un periodo dedicado exclusivamente al consumo desenfrenado y al regalo por el regalo. Una sucesión de fiestas alocadas concentradas en un breve periodo de tiempo, desde la Nochebuena a la Epifanía, festividad que celebra la Iglesia católica el día 6 de enero en conmemoración de la adoración de los Reyes Magos.

Ahora, en esta Quinta República, donde en nuestro país comenzamos un nuevo mundo, una nueva vida, aparecen las dos caras del disfrute y la infelicidad. 

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El 21 de diciembre se celebra la llegada del Espíritu de la Navidad, una tradición que quizás ha sido sustituida por la tristeza de la gente y no por los saludos salerosos que expresaban deseos de felicidad que se han ido esfumando.

Sin embargo, con la llegada de este día, los deseos del 2022 se deben centrar en su mayoría en la salud y el bienestar familiar, aspectos que actualmente se han fortalecido con el alejamiento del COVID-19 que azotó a la humanidad.

El Espíritu de la Navidad es una de esas tradiciones donde algunos venezolanos conmemoran que un ser de luz llega a los hogares para abastecer a las familias de abundancia, bendiciones y salud. Que pase un Ángel y diga amén.

Esta tradición es un momento, a pesar de la tragedia que vive Venezuela, propicio para quedarse en casa y disfrutar del calor familiar, de desear cosas positivas para el año entrante, agradecer lo vivido, así como para reforzar el amor, la unión y la felicidad en familia. 

El Estado de miseria que vive la Patria nos hace parafrasear ese lindo canto de Billo por estas fechas: “Hay quien tiene todo, todo lo que quiere, y sus navidades siempre son alegres” / “Hay otros muy pobres que no tienen nada, son los que prefieren que nunca llegara”.

No está demostrado que la Navidad cambie la personalidad de la gente, lo que parece seguro es que no la mejora, aunque es lo único, además de la muerte, que nos une y nos hace iguales.

Navidad es mucho más que una tradición, por eso, pese a las circunstancias, es la ocasión para poner a Jesús en el centro de la espiritualidad ya sea personal, familiar o en la comunidad en que vivimos, porque Dios nos ama y desea que su luz siempre brille en nuestros corazones.

Algún día las cosas cambiarán en esta tierra próspera pero secuestrada. Algún día, quienes hoy sufren tendrán la oportunidad de vivir como Dios manda.

Los niños que viven en los ranchos y les llega la muerte temprana, y por la miseria común no reciben el juguete anhelado, algún día podrán ir a la escuela y saber a ciencia cierta por qué el Niño Jesús nunca los visitó. 

La vida es un placer y un dolor. Por eso hay que vivir cada día con el placer de disfrutar, y el dolor de descubrir.

Orlando Peñaloza

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