Desde México recibo un interesante documento titulado “¿Por qué el Gobierno de Venezuela ha resistido y otros presidentes de izquierda han caído?”, elaborado por la Sala de Redacción de la Agencia Occidental de Noticias, con sede en Maracaibo.
Allí, en medio de un lenguaje plagado de todas las manidas consignas y libretos de la izquierda criolla e internacional, presentan una interesante explicación – por lo cándida en algunos aspectos – sobre la fórmula que permite al régimen venezolano mantenerse mientras otros intentos de la izquierda continental fracasan. Lo resumen en seis puntos, que desprovistos del “teque-teque revolucionario”, quedan así:
Primero, “modificar el ordenamiento constitucional permitió a la Revolución Bolivariana blindarse contra las típicas conjuras de las élites recién desplazadas”. Una llamada de alerta para todos los países que contemplan esta opción.
Segundo, invocan la base popular, hoy reducida casi a su mínima expresión, que queda en la frase “cuando ha sido necesario dar respuesta de calle a cada una de las maquinaciones de los adversarios”. Así se resume el brutal uso de tropas de choque contra las pacíficas manifestaciones de la oposición.
Tercero, hablan de liderazgo, y resuelven la actual realidad: “Pese a no tener la misma fuerza y carisma que Chávez, Maduro ha batallado intensamente, empleando las herramientas que adquirió del comandante, entre ellas la del juego diplomático”. Sin comentarios.
Cuarto, y aquí se entra en materia fundamental, dicen: “ha sido neurálgica la reforma del rol de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en el escenario político. Al desmontar el esquema de la IV República y reformular la doctrina militar, Chávez contó con la ventaja de ser un líder de origen militar. Aquí, en pocas palabras, define la verdadera naturaleza de un régimen esencialmente militar con un rojo camuflaje.
Quinto, señalan “la adverbial falta de competencia de los actores opositores”, resaltando que la oposición de muchas otras naciones “ha tenido mayor capacidad para mantener cuotas de poder dentro del mismo poder Ejecutivo, en los cuerpos deliberantes, en la institución militar y en el Poder Judicial». Así ponen punto final al disparate abstencionista.
Sexto, como colofón: “La experiencia venezolana indica que vencer en la guerra mediática interna es básico.” Más claro, imposible, ahogar la libertad de expresión en todos los medios masivos de mayor impacto es – junto con el apoyo castrense y la falta de capacidad opositora – la base del “éxito” de toda revolución fracasada. Tomen nota, países hermanos.
Antonio A. Herrera-Vaillant