Era el año 1942, Alirio Díaz, de 19 años de edad, emprende viaje desde Carora hasta la andina ciudad de Trujillo por recomendación de su ilustre coterráneo Don Chío Zubillaga, mentor de aquel joven virtuoso que con sus empíricas manos ya se había hecho ganar el reconocimiento de sus paisanos y de todos quienes tenían el agrado de escucharlo.
No fueron fáciles aquellos primeros años lejos de su terruño, la añoranza de su casa materna de La Candelaria lo arropaba en las horas melancólicas matizadas por el frío que bajaba de los andes para recordarle la lejanía de sus querencias. Alirio no se amilanaba y a pesar de lo difícil de aquellos inicios, siempre se sobreponía y convertía la adversidad en oportunidad.
Es así como el joven músico tiene que trabajar para costear sus estudios y labora en talleres de imprenta y tipografía primero como aprendiz, luego como mecanógrafo y más tarde como corrector de pruebas periodísticas. Su pasión por la música lo llevan a la radio, cuando aún era un estudiante y se desempeña como guitarrista popular en la recién creada Radio Trujillo.
Alirio entra a las aulas de la mano del maestro Laudelino Mejías, director de la Banda de Trujillo y con él aprende otros instrumentos además de las cuerdas y estos son el clarinete y el saxofón. Al año siguiente ya es integrante de la Banda Sucre de aquella ciudad donde se destaca en su desempeño musical.
De aquellos primeros años recordaba siempre con gran regocijo y nostalgia sus presentaciones como guitarrista oficial acompañante en Radio Trujillo, emisora fundada el 4 de febrero de 1940 y que abrió las puertas al músico para que su arte llegara a lugares lejanos donde hubiese un aparato receptor.
Las expectativas de Alirio Díaz seguían creciendo y ahora la meta era llegar hasta Caracas y seguir en la capital cultivando sus conocimientos y destrezas musicales en aquel emporio que aglutinaba a lo más granado del mundo artístico y musical en aquellos años.
