La ciudad como tema
Son muy pocos los países en los cuales no existen pobres ni zonas de pobreza urbana. Esos pocos países están ubicados al norte de Europa donde se ha dado una sabia combinación de capitalismo y cultura laboral productiva, de socialismo democrático con franca participación ciudadana, de multiplicación de las oportunidades de estudios de alta calidad y de emprendimiento, junto con hábitos de respeto hacia las leyes. En ellos la pobreza ha sido muy mitigada e incluso erradicada a tal punto que se han ido acortando drásticamente las diferencias entre los muy ricos y los muy pobres. Esto por aplicación sostenida desde los años 30 de políticas socialdemócratas que con variantes se han mantenido hasta hoy por consenso y a pesar de los cambios de gobierno de uno y otro signo.
El resto del mundo está lleno de pobres. En la mayoría de los casos los pobres se concentran en las grandes ciudades de los países subdesarrollados donde pueden llegar a constituir hasta 80% de la población urbana. Pero ellos están presentes hasta en algunos países considerados como muy ricos, como los USA. Muchas veces los pobres de los países son poblaciones de emigrantes recién llegados que son identificados como diferentes por las poblaciones ya establecidas y, en consecuencia, son rechazados por su color, el acento, su ropa y otros rasgos.
Los pobres suelen concentrarse en aquellas áreas consideradas de poco o ningún valor y que ningún otro grupo de mayores ingresos desea para sí. Se trata de áreas peligrosas por varias circunstancias, por ejemplo, por sus pendientes que cada tanto se desploman, por ser áreas de inundación de planicies fluviales, por estar gravemente contaminadas, por ser insalubres o que están servidos de una manera muy insuficientes en términos a suministro de aguas, servicio de aguas negras, servicio médico-sanitario, electricidad, vialidad, escuelas, etc. Suele afirmarse que sus poblaciones son marginales, que no están integradas a la vida o a la economía de la ciudad pero es falso, pues están integrados, pero de un modo que funciona en contra de ellos.
Las carencias e insuficiencias de los pobres se notan en muchos de sus indicadores sociales y vitales. Por ejemplo, tienen tasas de deserción escolar mayores, menores calificaciones que el promedio de la población general lo que les impide, en muchos casos, conseguir mejores empleos, sufren de más enfermedades y con más frecuencia; tienen deficiencias nutricionales graves, viven menos años y sus índices de criminalidad con violencia son mayores, entre otros indicadores. Son, en síntesis, grupos poblacionales muy vulnerables y que requieren de la máxima atención de parte de los organismos gubernamentales.
Los pobres pueden hacer mucho para mejorar su condición, pero dentro de ciertos límites. Por ejemplo, habiendo empleo pueden destinar parte de sus ingresos a mejorar sus viviendas, algo que hemos visto muchas veces en nuestros barrios en los que, con el tiempo, los ranchos se van convirtiendo en casas consolidadas y equipadas. Lo que con frecuencia los pobres no pueden hacer es mejorar el trazado de sus asentamientos pues se trata de lotificaciones que no cumplen con los mínimos de retiros, áreas mínimas, reserva para vialidades y servicios comunales. Con frecuencia el trazado es tan irregular que hace muy difícil trazar las calles y las redes de servicio con un mínimo de racionalidad.
Se han ensayado diferentes políticas hacia los pobres y las áreas que ocupan. Algunas hace tiempo que se ha desechado la política de demolición de sus ranchos y la expulsión del lugar, considerando que esto lo único que hace es trasladar el problema a otras partes de la ciudad, a menos que ese traslado se haga hacia conjuntos de viviendas formales y que los nuevos los residentes aprecien como una mejora. Tambien se recurre a acciones de acupuntura urbana, mejorando y consolidando cada rancho cuando eso es posible. Pero, por desgracia, dado que los pobres están sobre todo en países pobres, sus gobiernos no pueden dedicar muchos recursos a estas tareas, de modo que si bien las acciones de mejora son efectivas, son de resultados a largo plazo.
Aunque se suele ver esas áreas solo como una aglomeración de pobres y, con frecuencia, de gente extremadamente pobre, hay muchas evidencias de que ellas tienen niveles de emprendimiento y capacidad gerencial suficientes para aprovechar las circunstancias y las oportunidades que se presentan a su escala. Así, con ayudas específicas, por ejemplo con microcréditos entregados a las madres de familia para que adquieran insumos y maquinaria para fundar empresas de las más variadas actividades se pueden lograr resultados que perduran en el tiempo. Tambien es necesario combatir al pesimismo que suele acompañar la cultura de la pobreza. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Orquestas ha abierto a muchos jóvenes una oportunidad para disciplinarse e imponerse un objetivo en la vida. Y por, supuesto, mucha educación orientada a desarrollar oficios.