#OPINIÓN Gaveta azul: Verdades Ocultas (a la vista de todos) (Parte II) #14Nov

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Veamos en detalle cómo se alcanza ese último escalón evolutivo del que somos expresión,  Sobre una base animal de sustratos vegetales alimentado de corrientes minerales, se asienta un ser vivo producto de un proceso en cascada de varios millones de años, durante los que se apropia –uno por vez— de un grupo de  elementos categoriales  que domina operativamente y le confieren una condición que es un  salto cualitativo a la dimensión “humana” después de cuatro etapas  muy bien diferenciadas, a  saber:

  • El bipedismo erguido
  • La capacidad de pensar por analogías abstractas
  • La autoconciencia de ser y estar
  • El lenguaje articulado

Las cuatro características logradas, otorgan la condición de humanidad pero  no en término absolutos  per se. Explicó, nace la forma, producto del componente genético del ADN, pero la dimensión humana debe ser afirmada y corroborada,  misión a cargo del  entorno y  de la educación. Aquí vienen las complicaciones con la apertura a la subjetividad de apreciación. Tratándose del entorno son dos  ramas  principales (la geografía, lo social) como en los sub-ramales y  variantes propios de cada uno –isla,  costa, selva;  sabana, llanuras o praderas; etc—  y en lo social: cosmopolitismo, ciudades de  mediano tamaño (en superficie o población) comarcas semi-aisladas; etc., y las múltiples combinaciones de circunstancias. 

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El aporte educacional es el de mayor peso e incidencia. En primer término se da la simbiosis vital intrauterina, que aún pasiva por limitaciones de sensibilidad y  formación, se afianza  por naturaleza.  El nacimiento refuerza  el primer lazo  emocional y da lugar a la fuerte presencia del instinto maternal como entorno educacional de privilegio   en la sumatoria sinérgica que termina por conformar la obra humana, cuyo subtexto de realización, poco comprendido: Es transitar el camino  que partiendo del origen animal conduce la dimensión  humana  hasta el umbral de lo divino, (Teilhard du Chardin).

Los tres  componentes básicos del  proyecto humano, ya establecido como especie  son: 

  • El programa genético impreso en el ADN,  expresando la forma
  • La solicitud ambiental en sus variantes de geografía y sociedad; un componente que hasta inicios de la era industrial remite solo a  naturaleza  y familia. Desde entonces  se agrega la influencia externa que en la actualidad alcanza niveles de cuidado. 
  • La educación  en sus cuatro formas de uso y aplicación: Imitación, Instrucción, Tutoría y Escolaridad.

La conjunción de estos componentes dan lugar a un proyecto: En los animales, el cachorro; en los seres humanos  el bebé. 

Puede parecer extraño, increíble.  Una conclusión bizarra por excelencia. No obstante las apariencias es una gran verdad  acerca de la real condición humana, cuyas características básicas ya citadas conformaron el proceso de estructurar un ser diferente inaugurando una nueva dimensión vital. Hagamos un seguimiento analítico del proceso para explicar cómo  se dan las diferentes etapas y que generan en el tiempo, advirtiendo que si bien es una reflexión propia con base en información y estudios corroborados, tiene  una carga de subjetividad en la interpretación de las causas y eventualmente de las consecuencias  derivadas de los hechos, la continuidad e interrelación de los eventos en la incidencia de fases del desarrollo homínido o la precesión de algún salto cualitativo respecto de un avance o alguna interrelación especial con un ambiente, o la solicitud de necesidades por satisfacer, etc.

La Antropología ha determinado en forma indiscutible la existencia en el larguísimo proceso ensayo-error, pruebas, frustraciones  y eventos fallidos que pululan en la naturaleza,  en su procura de la vida orgánica consciente, de saltos estructurales o dimensionales de particular significación: Verbi-gracia la aparición de los trylobites en la era azoica, primeras  expresiones de vida pluricelular en el largo proceso evolutivo. Pueden citarse otros hitos; tal la aparición del esqueleto con los peces, la conquista  de la tierra con los  anfibios; el primer ensayo de bipedismo realizado en las aves y en este mismo orden animal el enriquecimiento orgánico de la vida  con la sangre caliente.  Ejemplos suficientes para  evidenciar la búsqueda de caminos  hacia la vida auto-consciente,  rumbo por el que se llega a una etapa crucial. En el orden de los mamíferos aparecen los lemúridos; grupo animal con visión  central, anclaje de una   evolución que entre los doce (12) y catorce (14) millones de años alcanza a una rama de primates superiores de la que surge un grupo de pre-homínidos perfectamente bípedos, de caminar erguido. Se ignora qué necesidad determinó la  búsqueda de la posición erecta que resultó en el bipedismo. No obstante entre las  muchas discusiones al respecto, las necesidades de una capacidad reproductiva más eficaz, tanto en circunstancia de tiempo como  economía de recursos y energía  vital (cientos de miles de óvulos en los peces, unos pocos cc3 de semen en mamíferos superiores) inclinan a un grupo de antropólogos encabezados por Owen Lovejoy hacia el sexo como determinante que conduce al caminar erguido. Lovejoy es un experto en locomoción y explica en un prolijo y detallado análisis las desventajas del andar bípedo, pero no por que  rechace su importancia como  factor  de peso  en la evolución  hacia  la dimensión humana. Lo que cuestiona es la argumentación y  motivos que la antropología en general intenta  asentar  como la ruta que  alcanza la posición erguida. (Ver “El Primer Antepasado del Hombre”—Cuarta parte ¿Por qué Lucy caminaba erguida? 16 ¿Es cuestión de sexo? — Donald Johanson y Maytland Edey. Planeta. 347 pp)


Evidencias concluyentes fueron encontradas en yacimientos fósiles del Rift  africano; territorios de Kenia, Etiopía  y Eritrea. Todos los estudiosos de esos fósiles concuerdan en afirmar que el bipedismo de estos pre-homínidos es perfecto en comparación con el actual, muy comprometido funcionalmente  por razones estructurales derivadas de las necesidades a satisfacer en el  transcurso del tiempo. Aquellos ejemplares tenían un cerebro no mayor de 350 cm3 de masa. A medida que el proceso evolutivo ganó en neuronas y el cerebro fue creciendo necesito una pelvis más grande. Quizás los primeros estadios de  crecimiento  poco o nada   afectaron la eficiencia bípeda pero al necesitar más  capacidad pélvica  cada transformación que  aumentó el volumen cerebral, elevó el compromiso mecánico de la motricidad y debilitó la pelvis. Las paredes del hueso coxal se adelgazaron una y otra vez. El manguito del fémur acortó su tamaño, el acetábulo  se redujo para alojar una cabeza femoral más pequeña. El resultado de  sumar recortes, reducciones y adelgazamientos fue un aumento del tamaño pelviano  para alojar cerebros promedio de 1200 cms3 a costa de un coxal más débil en su estructura, un compromiso mecánico más  exigente y menor efectividad  motriz. 

Hoy a distancia de cuatro millones de años, encontramos homínidos  con un foregma  magnum que coloca el cráneo en ángulo recto respecto a la columna vertebral e impide que la cabeza pendule y en  consecuencia de la posición erecta  y el autotransporte bípedo, se libera de buena parte de tareas a las extremidades superiores.  Libres de ayudar a transportar el cuerpo, qué sucede a éstas extremidades, ociosas a partir de entonces…La naturaleza no acepta el ocio dado el trabajo perenne  por realizar, crear vida. Si una transformación libera un órgano o parte de él, la sección liberada o el conjunto, asumen un nuevo  quehacer o se atrofian y desaparecen. En este caso se trata de  reentrenar y hacer multifuncionales a dos “palancas” impulsoras del cuerpo usadas también para tomar objetos y los frutos para alimentarse. Serán convertidas en las más extraordinarias herramientas  jamás creadas.

  La creación de las manos es un punto de inflexión trascendente en la evolución rumbo a la condición humana. Conformar un  instrumento de tanto valor y significado trae aparejado un grupo de beneficios colaterales y disparadores de reacciones internas abonando una proto-sique en formación que en unos pocos millones de años enriquecen las redes neuronales, dadas la necesidad de atención y concentración obligadas de toda labor  manual, además de cuidado y prolijidad, lo que remite en el virgen cerebro homínido a nuevas conexiones neuronales y distintas variedades de enlaces en la medida que la tarea  en realización  exige diferentes posiciones, agarres de mayor presión un instante  y algo menos después. La  fijación  de atención y el cuidado laboral  se  mecanizan alguna vez  al  llegar al dominio total de las operaciones en curso. Recordemos que son inicios, probablemente no se ha llegado a la sedentarización pero habrán aparecido los primeros indicios en conjunción con los cambios estacionales. Son lapsos en los que fabricar los primeros cuchillos de sílex  y aparejar las pieles de abrigo se automatizan. Dominadas las tareas de estas rutinas de sobrevivencia, se mecanizan algunos pasos de obligatoria continuidad repetitiva y en ese estado interior como de ligero suspenso, aparecen los primeros relámpagos de pensamiento.  Algunas solicitudes anímicas elementales comienzan a bullir en los vírgenes cerebros. El enriquecimiento interno no se detiene, antes por el contrario se acelera la evolución de una proto-sique que  paso a paso en decenios y centenares de milenios, culminará con la elaboración de las primeras analogías abstractas.

Es de considerar además otros dos puntos importantes en la evolución cerebral. La necesidad de trabajar en equipo para labores de caza. Seguro que más de una vez cazaron en solitario pero los riesgos y complicaciones del acecho obligaron a trabajar en grupos. Un segundo elemento de gran peso aparece en juego. La primera invención, recordando que ni la rueda es invento y menos el fuego. Ambos están en la naturaleza, si bien se debe apuntar un buen sentido de observación en desarrollo para  fabricar las primeras ruedas y en cuanto al fuego el aporte de los ancestros no es más que el control del mismo. 

Esta primera invención es una herramienta simple, muy simple. Jamás ha existido  alguna más sencilla ni invención más perfecta. Hoy cuando   ya el hombre ha salido al espacio  exterior, puso pie en la luna y estudia a fondo la posible colonización de  mundos fuera del sistema solar, esta herramienta  se mantiene idéntica al prototipo  logrado la primera vez, no sabemos cuántos cientos de  miles de años atrás. Tampoco existe una forma expedita para  medir el significado que ha tenido en el progreso y desarrollo de civilizaciones y culturas pasadas, actuales y seguro muchas de las  que vendrán.   Es  la simplísima AGUJA. Creo que sobrarán datos y toneladas de información para escribir un tratado enciclopédico sobre la más simple herramienta jamás inventada… y la más perfecta. 

Este ser en formación, homínido perfectamente bípedo, de alta eficiencia motriz en sus desplazamientos, ya controla el fuego,  ha  iniciado los primeros intentos de sedentarización, usa con habilidad sus manos, fabrica  herramientas según las necesidades de sustento y supervivencia y dispone un cerebro mayor que el de Lucy –su famosa predecesora de 3.500.000  años, descubierta el 30/11/974 en el Hadar/Etiopía por Donald Johanson y Tim White–  y es de suponer igual volumen  encefálico en los  miembros de la llamada “primera familia”, grupo de fósiles descubiertos  en campañas posteriores inmediatas en la  misma zona del Hadar.  Vale recordar que en el  Rift  africano, una veintena y algo más después de la prima Lucy se descubre otro fósil (Ardi)  datado +/-  setecientos mil años más antiguo e igualmente bípedo.  

Por otra parte, quizás en la etapa evolutiva de  homus erectus, debe  haber sobrevivido  a graves eventos catastróficos, además de  los riesgos de convivencia próxima con fieras  y depredadores.  Llegó a estar al borde de la extinción, evento límite del que no tuvo conciencia, aunque  a buen seguro luchó desesperadamente por  no sucumbir junto al menguado grupo de su pequeño clan. 

Minuciosos estudios recientes comprobaron cómo la vida  en camino a la dimensión humana se  albergó en un reducido grupo de ejemplares, al punto de encontrar que la humanidad actual (siete mil millones, seiscientos mil y un buen pico de garza que andamos pateando el globo) y varios cientos de miles más cuando Ud., termine de leer este breve artículo, SOMOS HIJOS DE DIECIOCHO  (18)  EVAS, según la conclusión de un amplísimo estudio del  ADN, realizado a objeto de estudiar las bases genéticas de la humanidad actual. 

La moderna  Antropología trabaja de  manera sistémica. La exploración y estudio de los yacimientos se realiza  con equipos multidisciplinarios en los que trabajan  especialistas de diversas ramas científicas. Los últimos descubrimientos fósiles  han sacado a la luz diversos tipos de homínidos con características  diferenciales sobre  las que no hay acuerdo  si se trata  de diversas ramas evolutivas o estadios diferentes de un proceso al que  faltan eslabones que le darían coherencia a la cadena. Así al descubrir un nuevo fósil casi siempre debe  ubicarse en un marco clasificatorio distinto a lo existente y complica la comprensión de los  diversos rangos en que se desarrolla la evolución que da origen al ser humano.

En un breve período de tiempo  —si se compara con las eras geológicas—  estos seres primitivos se han distanciado largo trecho de los primates de los que evolucionaron. Es evidente que no son humanos y en un marco sin definición, más bien confuso, comienzan a encontrarse internamente en situaciones desconocidas e inquietantes  hasta concientizar un  grado de individuación  que les dice algo.  No alcanzan a comprender del todo una especie de murmullo o voz interna que les  inquieta y desazona. Ignoramos cuanto tiempo luchan, se enfrentan e intentan seducir esos fantasmas internos. Se saben diferentes,  su empatía con  la naturaleza que les rodea  ha cambiado sensiblemente. Sienten y   observan que captan un sentido distinto de su ser. Topan de  pronto con el transcurrir y en ese rio de cosas y eventos que  pasan continuamente, descubren el tiempo y la permanencia. Los soles cambian al ritmo de un paisaje por igual durante unas pocas lunas y de pronto se transforma otra vez pero el permanece igual  aunque dentro de sí, bullen impulsos desconocidos. Desea con una fuerza de la que no disponía en lunas pasadas resolver  la inquietud que le acosa. El interior de su pecho se expande, salta y grita al mismo tiempo con euforia de fiera satisfecha, mostrando un   YOOOOoo  naciente, reconociendo y aceptando  una nueva identidad que   intuye ha sido construida con buena parte de su propio esfuerzo y unos últimos golpes sobre sus piedras internas, que agradece sin saber a quién, con frenética danza. 

Ha nacido Adán, el primer hombre,  una flecha al infinito.    

A partir del primer humano sobre la faz de la tierra  existe un ser distinto a todo ente viviente anterior. Es consciente de la vida que bulle en su interior, puede decidir, elegir, equivocarse  y corregir, reemprender…¿Sabrá qué hacer con sus facultades y potencialidades?

Dependen los resultados y logros de su camino vital de una serie de factores que  incidirán   en su destino.  Algunos serán favorables y los habrá de carácter negativo, pero sin importar cuál sea el balance entre las sumas y restas de su vida, el resultado final (la corona del mago o los fardos del mendigo) será producto de su perseverancia, tenacidad, voluntad y ambición más el cultivo de su inteligencia y dones naturales mediante la educación recibida agregada a la que él mismo se procure. 

Aquí volvemos al  problema de  si la condición humana es un don natural, o una construcción forjada por el ambiente y la educación del bebe. En las primeras etapas de civilización que se  inicia en propiedad con el sedentarismo, se ve más nítido  que el proceso de aprendizaje sólo lo  conduce la madre, complementado (tal vez no siempre) por un consanguíneo ancestro o contemporáneo miembro de la familia al principio y después algún integrante  del clan o de la tribu. Es una época primigenia y el tejido social es simple, escaso e incluso  débil. La atención y cuidado del bebé con las consabidas maneras y guías de comportamiento y conducta están supeditadas a la breve intimidad familiar más el variable  influjo de lo   natural, el paisaje que  los  alberga. Es una etapa difícil de situar con precisión. Los tiempos de los diferentes enclaves primitivos varían demasiado, pero en todo caso siempre sucederá  que  el tejido social crecerá y al engrosar se hará  cada vez menos elemental y cerrado. La interrelación  de grupos, tribus y clanes introduce  un nivel de complejidad que actúa  en dos vías. Por una parte se enriquece el tejido social al tiempo que erosiona un tanto la intimidad familiar, lo que deja una marcada impronta en  las formas de conducirse los grupos humanos, situación que no dejará de lado la crianza de los niños y menos cuando  se inicia la aparición de entes  extraños a la familia integrados al cuidado y formación del pequeño ser; las  ayas y cuidadoras,  y más tarde los tutores y maestros.

En los días actuales el cuerpo social comprende altos grados de heterogénea complejidad al punto de aparecer entes totalmente extraños, virtuales sustitutos de la madre, como la cuidadora, el tutor y con la tecnología algunos entes invisibles de gran poder de influencia: Los medios electrónicos. Ésta acusada progresión del enriquecimiento social es tal vez responsable de la sorprendente habilidad y conocimientos de que hacen gala con facilidad sorprenderte las generaciones emergentes. Se incorporan  a la educación del infante decenas o más de maestros gratuitos por el torrente de medios electrónicos que pululan en las sociedades actuales, cada uno buscando a diestra y siniestra aumentar su rating e influencia  en la audiencia, a costa de una banalización galopante de los contenidos pero donde siempre hay información fresca para los vírgenes cerebros infantiles sin poder crítico alguno, más bien  sustituido por la avidez y curiosidad propia de la niñez.  

Hoy  hay  más claridad en torno al problema. Una actualidad cada vez más nutrida de agentes externos en los diversos rangos de la formación educacional y el conocimiento de la existencia de los niños ferales deciden a favor de la educación como la responsable de crear la condición humana en la forma obtenida  del programa genético.

 Esta  es la actualidad, camino de una homogeneidad de bajos raseros pensantes que  intenta imponerse a troche y moche,. pese a los esfuerzos de tradicionalistas y conservadores pulsando alarmas rojas y advertencias sobre los riesgos de una “religión” única del vivir la trivialidad del instante y al demonio  los ilusos, soñadores y utopistas: “El muerto al hoyo y  el vivo al rollo  con todo y pollo”.

Y el futuro qué…eso es mañana y  no ha llegado. Chao pescaó!!!.

Pedro J. Lozada

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