“Quienes tienen el privilegio de saber, también tienen el privilegio de actuar”
José Gerardo Mendoza
Cada vez que tomo mi cuaderno y el bolígrafo, empiezo a triturar las normas antipáticas que puedan detener el deseo de exponer libremente mis pensamientos. A pesar de mis años sigo siendo la estrella que florece en la esperanza del crepúsculo. Todavía es de día en la memoria ejercitada. La edad no es pretexto para dejar de ser ni de hacer.
Escribir brota del alma cuando la inspiración de esa caja musical que tenemos en la mente estalla, canta, brilla, palpita. Cada autor es dueño de su arte gracias a la habilidad que tiene de dar libre vuelo a los pájaros de su ilusión.
A través de su experiencia cada uno va hilvanando su propio camino con la seguridad de que algunos de sus trabajos escritos quedarán inconclusos o anulados, otros permanecerán por un tiempo o por siempre guardados en un cuaderno hasta envejecer en el fondo de un baúl. Los más atrevidos escribirán acerca del amor indescifrado, de las pasiones del ser humano, de la política, de la filosofía, de las creencias o de la historia, los desinteresados dejarán correr sin prisa el viaje de sus sueños tras volutas de humo hasta olvidarlos. Los triunfadores exhibirán y disfrutarán de sus galardones, sus trofeos o su Nobel en el mejor lugar de la oficina o de su casa.
Escribir es esa disposición aventurera que se manifiesta en una incansable y a menudo dramática búsqueda de hallar otro rumbo que lleve a descubrir libres y nuevas formas de expresión, atisbando siempre los sucesos del mundo y todo lo que hay alrededor. Algunas obras serán un éxito, otras pasarán de largo sin hallar lector.
Deslizarse sobre las líneas de un cuaderno es revivir las muertas esperanzas, es vencer la pesadilla de los sueños, es poder huir de la rutina, es descubrir las alas de esos minutos que impulsan a interpretar el tic tac del corazón y del silencio que guarda la memoria.
El autor es el único que puede lograr la atención de un lector, al que invita a vivir con él la aventura exploradora que ha llevado a su libro. Allí encontrará cada vivencia suya o de otros, cada suceso, cada leyenda, cada historia, sus anécdotas, sus sueños y hasta sus luchas intestinas. Dentro de su propio estilo la imaginación del escritor lo llevará a la reflexión, al paraíso o al infierno…
El escritor convencido de lo que le gusta, fija su rumbo al que sigue sin rendirse, siempre sincronizado con su mundo y con su tiempo.
Con todo y sus inquietudes, sus altas y sus bajas, sus esperanzas e ideales, ellos enarbolan insistentes como bandera flameante la voluntad de no rendirse hasta ver sus sueños hechos realidad en el libro que de alguna manera lo mantendrá en la memoria de quien lo lea y lo recuerde.
Felicitaciones por su nuevo libro “Reflexiones en positivo” amigo compañero de Opinión señor José Gerardo Mendoza. Gracias por el obsequio de su interesante libro. Y para adelante que solo son perdedores quienes se cansan de dar y de seguir dando.
Amanda N. de Victoria
