Al haberse cumplido este miércoles, 26 de octubre, 158 años del nacimiento del doctor José Gregorio Hernández Cisneros, la doctora María Auxiliadora Campos Medina, psicóloga y profesora universitaria, expresó que se puede considerar como un alma perfumada la del beato nacido en Isnotú, estado Trujillo, en los andes venezolanos.
Refiere nuestra entrevistada que José Gregorio Hernández Cisneros fue miembro de una familia honorable y vino al mundo en un pueblo muy ejemplar.
Adolescente aún, a la edad de 13 años, en 1877, fijó su residencia en Caracas, destacándose como un estudiante excelente y, posteriormente, un extraordinario científico.
Se graduó en medicina, en 1888. Luego de realizar un postgrado en París se dedicó al ejercicio profesional y a la docencia universitaria. Fundó las cátedras de Histología, Fisiología Experimental y Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela.
Músico y bailarín
Se distinguió por su fe inquebrantable, su castidad perfecta, su humildad y palabra profunda. Su capacidad de investigador científico se vislumbraba desde su etapa de estudiante. Siempre fue muy estudioso.
Era afable, dulce, de buen humor, generoso, responsable, puntual y exhibía un pensamiento crítico. Ejecutaba excelentemente el piano, el armonio y el violín. Además, era un notable bailarín.
Fisonomía
De apariencia delgada, estatura de un metro sesenta centímetros, piel blanca quemada por el sol y ojos oscuros, que brillaban con su cabello oscuro también, inspiraban confianza. Tenía labios delgados, nariz perfilada y frente amplia- Grande en sabiduría y palabras acertadas, su presencia impacta por su pulcritud, lenguaje de altura y gran erudición, que evidenciaba el uso frecuente del pensamiento reflexivo.
Se caracterizó por su fidelidad a los amigos, entre los que se encontraba Santos Aníbal Dominicci, quien años más tarde sería rector de la UCV.
Científicos que destacan como amigos de nuestro beato fueron: Pablo Acosta Ortíz, Luis Razetti y Rafael Rangel.
Altruista
De acuerdo a la biógrafa, la doctora Suárez, el altruismo de nuestro beato fue el motor para dedicarse a los seres humanos en situación más precaria, y de la misma forma sentía el más alto valor de la vida, actitudes demostradas en los esfuerzos en salvar la existencia enmarcada en el Código Hipocrático en una época de grandes necesidades económicas, de dictaduras y de devastadoras epidemias como el cólera.
Meritorio
En 1894, a la edad de 26 años, fue entrevistado por el académico Francisco de Sales Pérez en la revista El Cojo Ilustrado, en la cual demostró su sapiencia, causando gran admiración y a la vez proyectándose como un médico eminente.
Se le reconocieron sus méritos en 1904, cuando fue elegido como miembro de la Academia Nacional de Medicina, ocupando el sillón número 28.
A esa trayectoria, se suma el importante hecho de que él fue el médico que trajo el primer microscopio a Venezuela, cuya marca es Zeiff.
Inclinación religiosa
Desde muy temprana edad sintió una gran inclinación religiosa que lo llevó a ser contemplativo, por lo cual el 16 de junio de 1908, día consagrado a Nuestra Señora del Carmen, ingresó a la Orden de San Bruno, en la Cartuja de Farneta, Italia, donde permaneció hasta el 21 de abril de 1909, debido a su delicada salud en aquel momento.
Antes de haber tomado esa decisión ya había sido miembro de la Orden Franciscana seglar, desde 1899, en la parroquia caraqueña de Las Mercedes.
Filósofo y políglota
Aunadas a esas cualidades, el doctor José Gregorio Hernández fue filántropo, filósofo y hablaba seis idiomas: inglés, alemán, francés, italiano, portugués y español, además de latín.
Como impresionante docente en la Universidad Central de Venezuela, sin ser psicólogo describió enfermedades psicosomáticas, mucho antes de que se hablara de ellas.
Rechazo el diagnóstico de histerismo que se le atribuía a Santa Teresa de Jesús debido a sus frecuente éxtasis, llamadas también transverberación.
Como detalle significativo el doctor José Gregorio Hernández sólo hablaba lo necesario y, en tal virtud, sus palabras llegaban a la profundidad del tema expuesto.
Cualidades
Era elegante, metódico, organizado, programado, sobrio, escéptico, reservado, equilibrado, reflexivo, ecuánime, sensible y de voz suave, pero firme.
Siempre estaba informado de los últimos avances de la ciencia de su época.
En su faceta de escritor escribió un cuento-ensayo titulado Visión del arte, lo cual revela su alta espiritualidad. Evitaba el pecado y los excesos.
Tenía un espíritu conciliador, el cual demostró en la polémica ocasionada por la posición que tomó el doctor Razetti, al exigir que todo catedrático de anatomía humana que no enseñara la ciencia de la evolución a la luz de la doctrina de la descendencia, no cumplía su estricto deber y se separaba de los conocimientos. Al respecto, el doctor José Gregorio Hernández respondió con certeza y veracidad científica:
La teoría de la descendencia es mucho más admisible, desde el punto de vista científico y se explica mejor si se encadenan los seres que pueblan el mundo.
Sin embargo, considera que esa teoría puede armonizar con las teorías de la revelación contenidas en las Escrituras, pues, la primera operación fue hecha por Dios: la creación de las fuerzas físicas y de la materia. Luego Dios creó la vida en algunas formas elementales y, por lo tanto, habría de derivarse en esto una evolución no interrumpida de las especies zoológicas actuales con todos sus representantes. Por tanto, la ciencia y la fe no están divorciadas, concluyó el doctor José Gregorio Hernández.
Para finalizar sus declaraciones, la doctora María Auxiliadora Campos Medina, hace una reflexión en torno al doctor José Gregorio Hernández y la fe católica.
A semejanza de nuestro beato, dice, debemos ser firmes en la fe, valientes, para proclamar las buenas nuevas a toda criatura en nueva expresión, nuevo fulgor, nuevo método, pues al decir de Jesús serán llamados bienaventurados aquellos que ven su rostro, que tienen sed, que están desnudos, que necesitan operar, pues éstos gozarán del reino de los Cielos. Si perseveramos también reinaremos con él. Si le negamos, él también nos negará.(Segunda de Timoteo: 2—2)