En medio de la crisis humanitaria que nos sumergieron, el campo laboral se ha hecho cuesta arriba en nuestro país. Hoy los trabajadores estamos más desprotegidos que nunca, pues son las mismas autoridades e instituciones las que continuamente vulneran nuestras reivindicaciones y derechos laborales. Sin embargo, aunque esta situación puede bajar los ánimos, seguimos de pie, alzando nuestras voces ante tanta indiferencia y atropello, y reinventándonos para no solo poder llevar el pan a casa, sino también crecer como ciudadanos y recuperar a nuestra nación.
La situación es tan alarmante que, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), durante el primer semestre de este 2022 se produjeron 3.892 protestas en el país, de las cuales, 42% corresponden a reclamos relacionados con derechos laborales. Este dato evidencia el clamor de millones de venezolanos que anhelamos tener calidad de vida, que se respeten nuestras conquistas sociales y se dignifique el trabajo.
Este no es un simple capricho de la gran mayoría, es un reclamo justo que nos brindaría nuevamente la oportunidad de desarrollar nuestras capacidades, realizarnos como individuos y alcanzar nuestras metas. Mediante el trabajo podemos crecer y aprender el valor de las cosas. Nuestra historia y las nuevas generaciones nos gritan que luchemos juntos por ello.
A los venezolanos no nos basta solo con trabajar, trabajamos de manera correcta, a conciencia, con seriedad y compromiso, poniendo todas las ganas y empeño en la labor que desarrollamos. Es lamentable decir que la inmensa mayoría tiene dos, tres o más trabajos para poder sobrevivir entre tanta miseria y pobreza, porque ni siquiera así el salario alcanza para cubrir las necesidades básicas. Las malas políticas públicas, impulsadas por un modelo fracasado, nos han llevado a un estado de tal decadencia que comer bien y 3 veces al día es un lujo para millones de familias.
El venezolano madruga para tomar 2 ó 3 transportes hasta su trabajo, algunos incluso lo hacen a pie. No espera que nadie lo mantenga, lo que quiere es la oportunidad para poder vivir por sus propios medios, con el sudor de su frente. Exigir que nuestros conocimientos, sacrificios y esfuerzos diarios sean recompensados de la manera correcta no es un capricho, es justicia.
Es por esto que los trabajadores venezolanos no bajamos la cabeza ni nos resignamos, todo lo contrario, seguimos reclamando nuestros derechos. Trabajamos duro porque queremos contar con un salario digno y suficiente que nos permita vivir sin tantas preocupaciones. Hoy más que nunca necesitamos un cambio político que apoye de verdad a los trabajadores, al venezolano de bien, al honrado. Seguiremos esforzándonos para lograr un país de progreso para todos.
Stalin González