«Si algún día soy lo bastante descuidado y me pillan, dirán que soy un monstruo psicópata, un demonio enfermo y retorcido que ni siquiera es humano, y probablemente me condenarán a morir en la silla eléctrica».
El oscuro pasajero» (2004), Jeff Lindsay.
Se burló de Perla, le atacó su autoestima, pretende invalidarla, la pateó cobardemente con ventaja, premeditación y alevosía. Como él fue execrado de los ascensos y se quedó congelado en el rango de coronel, entonces odia a los profesionales y máxime si es gente proba. De allí en adelante, desde el suceso en cual la comisión le negó el ascenso e hizo berrinches, pucheros y se comió los mocos, desde allí se lo ha pasado cobrándose en otros la desgracia de que nunca llegó ni llegará a General, como si los demás fueran culpables de que él sea un corrupto confeso encontrado in fraganti, por cuyos expedientes constituye realmente una ofensa a la fuerza militar si se le concediera el ascenso. Además ya está senil, los tiempos corrieron y el único ascenso que tiene es el del crecimiento de las astas que Isabel le pone con un gendarme más joven. Así que en términos beisbolísticos, este coronel nunca saldrá del bullpen y está prisionero en el dugout de forma vitalicia, como una maldición que él mismo se buscó por rata, por ladrón, por corrupto y por psicópata. A la sazón como todo depredador social se ha dedicado a delinquir en los cargos de gerencia que en las empresas del estado los amigos corruptos iguales que él le han conseguido. Su único “talento” es ser un delincuente que además es un psicópata, que se aprovecha de los valimientos de gente a veces honorable y desconocedora de lo infame y criminal que es este coronel , y otros que lo usan como pieza clave para que les tribute de la corrupción en lo que es un delincuente experimentado.
Pero el coronel psicópata narcisista está acostumbrado a dañar lo que sirve y a quienes tienen valía, y a desplegar insolentemente su maldad en contra de la gente honesta, inocente, honorable y si es talentosa con probidad entonces las odia y las envida . Las odia porque no puede concebir que haya gente correcta y decente, eso para él es inaudito, de peculiar rareza, no se lo cree porque él está inhabilitado moralmente para la honorabilidad y ; las envidia porque como cara y cruz de una moneda constituye su manifestación del síndrome de Procusto y entonces este coronelito ejecuta el impulso irresistible por destruir a los buenos, a los mejores, a los talentosos, a los que por sus conocimientos y preparación pueden descubrir, ver y detectar su actos de corrupción. Y en este caso arremetió en contra de Perla, una mujer cuya pureza es digna de elogio, pero que al coronel psicópata le produce envidia insana porque él carece de esos atributos del alma propios de gente noble.
El coronel psicópata no respeta nada que sea noble o tenga nobleza. No respeta nada que sea puro y decente, nadie que tenga valores y principios es para el coronel psicópata narcisista digno de ser respetado. Si es noble, digno y decente, el coronel psicópata embiste a destruirlo. Se las ingenia para escarmentar en los otros sus elogiables atributos, porque lo dejan al descubierto de que él no los posee. Dicho de otro modo, si alguien tiene talentos y estos son merecedores de encomio por su significancia humana, social y/o científica, por su corrección e integridad; en fin con una ponderación sana, el coronel psicópata los ve como una amenaza y no permite que haya en la institución alguna persona que por sus valores y principios lo exponga como lo que es él, un corrupto desprestigiado y sin fama, que no sea la fama de un taimado delincuente.
El coronel psicópata narcisista, este felón e idiota moral, sufre de una incapacidad para ser honorable. Un hombre que carece de empatía, cuyos modelos de conductas son socialmente reprochables y diseñados para la traición, para la maldad, para actos de bajeza y de vileza. Este coronel felón que es un depredador social, un licántropo cuya dimensión de corrupción es bestial, alarmante, despliega la frialdad que caracteriza sus actos de ruindad.
Tengamos en cuenta que el coronel psicópata, además trafica con la hipocresía, es un hipócrita consumado. Es capaz de fingir empatía. Este coronel narcisista finge todo lo que le ponga en una buena condición con los demás por el tiempo que requiere para engañarlos y consolidar sus planes siniestros. Los únicos sentimientos del coronel psicópata son el odio y la envidia, él carece de los demás sentimientos nobles que pueden albergar los espíritus sanos y puros, pero él los imita para infiltrarse, para camuflarse, para mezclarse y confundirse entre la gente normal empática para cometer sus fechorías y sus felonías. El coronel psicópata narcisista y voyerista, finge amabilidad, simpatía, humildad, sentimientos loables, etc.; en un proceso de imitación para embaucar a la gente empática, pues tiene una incapacidad innata para sentir compasión o afinidad con los otros, no puede ni sabe colocarse en los zapatos de otro ser humano. El coronel psicópata narcisista es un actor, un histrión, no es de fiar en nada; no en vano sufre el trastorno histriónico de la personalidad, este Hubris y Dunny Kruger.
Mientras ya le había quitado su cargo a Perla y ya había nombrado a quien la sustituye, y la había dejado sin empleo y sin la provisión de alimentos que el salario le generaba, el coronel psicópata narcisista le fingía empatía. ¡Cuán ruin y miserable déspota! Se sonreía con ella, como si fuera un elegante caballero, y hasta unos días antes la trató con una cordialidad inusitada, lo que llevó a Perla a la confianza de no sentir una amenaza aparente en su estabilidad laboral. Pero en realidad se estaba burlando de ella en su cara. Este narcisista finge todo lo que le ponga en una buena condición con los demás, para dañarlos con el factor sorpresa, para embaucarlos, para disimular sus trampas y su mundo de corrupción. El coronel psicópata como todo depredador social y narcisista; finge amabilidad, simpatía, humildad, sentimientos, etc., es un actor malévolo.
El esperado berrinche: Como el coronel psicópata al momento en que le negaron el ascenso a General por una extensa lista deplorable de hechos delictivos y de crímenes que constituyen en conjunto varias cajas de archivos y carpetas en lo que es un voluminoso expediente y que para salvar la honra de otros a los que él había embarrado o ensuciado intencionalmente porque en su cerebro con el punto Dark siempre busca echarle mierda a inocentes; entonces se decidió no ascenderlo y mandarlo a retiro obligado. El muy pusilánime coronel que se la echa de guapo con quienes no pueden defenderse, en aquel aciago día para él, en aquella sala, no solo hizo pucheros y se comió los mocos, sino que hizo berrinches y entró en crisis. Pues bien, esos hechos que escenificó delante de unos militares incorruptibles de alto rango, mayormente Generales, lo exacerbaron psicopáticamente para que a través del tiempo solo quiera como así lo ha hecho desde niño que otros sufran de igual o mayor modo que él lo sintió, para vénganse en inocentes la impotencia que le tocó en aquel momento, así como en las ocasiones en las que sus padres lo corregían por robarse los juguetes de otros niños y cometer crueldad en contra de cándidos párvulos. No es que antes de ese suceso su comportamiento no haya sido de envidia y de odio hacia otros, sino que a partir de esa coyuntura si antes se creyó justificado para depredar e implementar maldad impunemente, aquí sintió tener el pergamino o la carta blanca que en su mundo psicopático y narcisista lo autoriza y lo autorizó según él desde siempre para llevar a cabo lo que consuetudinariamente hace como depredador social, en lo que ejecuta desde infante actos de desprecio hacia otros seres humanos por creerse él en todo instante más que los demás, por sentirse superior a los demás y en esa conducta desadaptativa y depredadora desprecia a quienes sean mejores que él porque su identidad moral es maligna y malévola.
De tal forma que siempre anda esperando que cuando hace sus innobles actos de sadismo y maldad, de crueldad, de desprecio y de ataques a la autoestima de sus víctimas, en donde persigue devastar la entereza de las personas; que estos actos le caigan a las víctimas como un balde sorpresivo de agua fría y que ellas se impresionen tan gravemente que hagan berrinches, entren en crisis y pidan clemencia, como cuando él rogó patéticamente solidaridad para su aberrante realidad. ¡Se habrá visto!
Pero se ha tropezado con la integridad, la educación y la formación profesional de Perla, aunado a su templanza espiritual, quien con toda serenidad ni se inmutó y accedió elegantemente como toda una dama, sin mayores a entregarle el cargo del cual la removió, sin ponerla sobre aviso para causar desconcierto. Pero la rata del coronel psicópata espera como licántropo con hambre que la víctima llore y pida reconsideración y le suplique clemencia. Porque lo planea para saciar su maldad, en la que ansía y le gusta sádicamente ver a la gente llorar y desesperarse como él lloró y se desesperó cuando le dijeron que no iba para el baile, que ya su carrera de ascensos se había agotado, que tratara de ser un militar retirado correcto, asertivo y decente, y que dejara las mentiras, las manipulaciones y los controles para cometer delitos y corrupción; pero el felón no aprendió, porque es un psicópata y las psicopatía no tiene cura. Este hombre que finge empatía mientras está causando daño, que le gusta que sus víctimas se le arrodillen; últimamente se ha encontrado con gente tan centrada espiritualmente que por cuyas enterezas, los baldes de agua fría repletos de maldad y de sadismo, no causan en las víctimas llenas de riqueza interior, el efecto insano que él pretende, para sentirse un Dios cual narcisista y llenar sus vacíos, su vanidad y sentido de importancia en su poquedad espiritual.
Hasta sabida es la condición psiquiátrica de licantropía la cual padece este coronel psicópata, que tiene el trastorno mental en que se cree transformarse en un lobo e imita su comportamiento, cuando para intimidar a sus presas mueve la jeta como una bestia y produce salivación mostrando los dientes enfurecido en señal de ataque a sus víctimas, que son generalmente los clientes internos – los funcionarios – o los clientes externos – los usuarios – quienes se ven obligados a soportar toda clase de desquiciamientos de esta lacra con una personalidad cóctel . Perla es mucha joya para este enfermo, que prefiere profesionales sin ética, sin moral y dispuestos a sobajarse y arrastrarse y que se le pongan genuflexos en una entrega penosa e ignominiosa para darle la razón y buscarle la vuelta deshonesta a todo aquello que le permita la corrupción y le genere ganancias ilícitas a costa de las extorsiones a los usuarios. El coronel psicópata busca para que formen parte de su equipo de desadaptados a gente sin escrúpulos que se preste a sus vagabunderías, es requisito pues para su anillo de corrupción la gente sin honor, o delincuentes que le sirvan a sus despropósitos ilícitos.
Recoge la Santa Biblia, en Mateo 7:6, que no debemos echar perlas a los cerdos. “No entreguéis las cosas sagradas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, pues las pisotearan y, revolcándose, os harán pedazos”. Tal cual ha sido el proceder del coronel psicópata en contra de Perla. “Echar margaritas a los cerdos” o “arrojar perlas a los cerdos” significa ofrecer tu generosidad o tu delicadeza a alguien que no sabe apreciarlos. Es cuando intentas ofrecer conocimientos muy avanzados a gente que no está preparada para recibirlos o ni siquiera está interesada en ellos, porque prefiere la trampa, el engaño, la corrupción para lograr sus negocios inconfesables.
Pues sí coronel psicópata, parafílico, enrolla ese cargo y haz con él lo que sabes hacer como cuando bailabas en la sala de oficiales vestido de fémina en el tiempo que eras primer teniente.
«Los crímenes sexuales son por lo general el trabajo de psicópatas
y esa psicología conlleva una capacidad innata de mentir, actuar, fingir sorpresa y horror cuando se necesita.
Los psicópatas son grandes mentirosos«
«Del otro lado» (2015), Michael Connelly.
Crisanto Gregorio León