#Opinión: Fantasmas venezolanos Por: Obdulio Trujillo Ortega

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Sobre todo en el llano, ha habido ejércitos de fantasmas deambulando en las sabanas ahítas de soledad.

Han estudiado técnicos alemanes que la sangre vilmente derramada en esos suelos arcillosos ha servido como argamasa y por eso su impermeabilidad produce la diabólica simbiosis de una sequía espantosa a un lago total con peso suficiente para que algún día rompa el piso del nivel freático. Para la gente de fe, son las ánimas en pena de los millares de hombres y niños humildes, llevados amarrados por los chafarotes de charreteras de mecate, quienes asolaron esos extensos espacios con guerras, próspera industria del desarrollo al revés que hemos padecido, después de la independencia: “Único logro a consta de todos los demás”, según expresión del propio Libertador.

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Para otros, “la sayona”, “la mula maneada”, “el silbón” son los llamados cuentos de camino, esos que se van narrando uno a otro de los caminantes, como para atenuar el tedio y cansancio que produce el andar la soledad cuando la meta cada momento se hace más distante. Para todos esos fantasmas –muchas veces aprovechados por los vivos para bajar de la mula a los andariegos- hay protectores practicados por quienes cada vez somos más reacios a tragar cobas idiotamente elaboradas.

El Maestro Gallegos comenta en Doña Bárbara la costumbre de tirar una piedra a la cruz que se encuentre en el camino, para tranquilizar al muerto y no se le ocurra salir a estorbar el camino al caminante. Se cuenta que en cada una de esas cruces se va acumulando un promontorio gigante de piedras de todos los tamaños. Otro protector contra los fantasmas fue Florentino Coronado. Decía «Canta Claro» que su canto enfrentaba hasta al diablo. Los poetas populares se atreven a decir que han visto el boquete de cogollo del techo requemado por donde se fugó Satanás, cuando recibió dardos de canto, disparados por los labios de Florentino. Mi padre decía que los fantasmas eran creaciones del hombre, como el que hizo famoso a Boves cuando liberó a los llaneros del fantasma que habitaba en un bosque, paso obligado de los viajeros, donde eran robados por un difunto vivo.

También sentenciaba papá que, al llegar las primeras pistolas, bajo la oferta de espantos como la de harina pan hoy. Les recuerdo que esos dos personajes, Boves y Páez, de diferentes objetivos y controvertidos ideales, empezaron a ser famosos por lances personales. Boves acabó con el fantasma vivo, y Páez mató a un asaltante que lo quiso robar. Mi padre se hizo famoso por espantador de los fantasmas. Por su descendencia de isleño fue una vez criador de cabras y las cabras son muy perseguidas por el llamado león chivero. Esos animales silban por la noche cuando se acercan a los corrales. Hubo un león que silbó muchas noches continuas y los cazadores salían todos a buscarlo y no daban con él. Un día mi padre decidió quedarse en casa y descubrió la treta. Era un joven que hacía de Mauricio Bavilonia, sin las mariposas amarillas, silbaba como león, para entrar a la casa donde tenía amores escondidos. Así mismo, una noche oscura con reflejos pobres de luna encapotada, se veía un hombre que llamaba con señas manuales.

Contra la voluntad de mi abuela, mi padre fue a ver quien los llamaba y se encontró con un arbusto propio de las zonas bajas, el cual refleja color blanco por las noches. Otra vez lo in vitaron a dormir en una habitación donde los fantasmas alborotaban las noches de descanso. Descubrió que el alboroto lo hacían unas ratas blancas de rabo largo que había invadido la habitación con madriguera bajo el pavimento. Una casa en la Pastora, en Caracas, permanecía sola porque en el techo los fantasmas bailaban y se echaban los palos.

Mi padre alquiló la casa por precio bajo y descubrió que era un criadero de “churros” ubicado en el techo bajo las hojas de un mango. Como hoy vivimos los venezolanos bajo el dominio de un fantasma, y unos payasos vivos lo utilizan para asustarnos a todos, yo estoy fumándole el tabaco al espirito de mi padre y es posible que me salga el que buscamos todos, para que me diga en que lugar del mundo se encuentra el Presidente electo el 7 de octubre de 2012. Pero mientras consulto a los cofrades de Joaquín Trincado para que me enseñen como se ejercita esa santería, les garantizo que los fantasmas asustan a los pendejos y hacen correr a la gente en noches oscuras, pero no gobiernan. Ni de vaina. Se los aseguro.

Luego les cuento lo que me dijeron esos personajes que se visten de blanco como el Comandante Presidente Joaquín Crespo, muerto en La Mata Carmelera por el Mocho Hernández.

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