#OPINIÓN El Santo Rosario #16Oct

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Corría el año de 1214 y  los Predicadores  bajo la conducción de Domingo de Guzmán  tenían  muchos aprietos  debido a la  guerra entre  Cristianos y Albigenses, una secta  francesa  que negaba la divinidad de Jesús por considerar que existía una dualidad excluyente entre la carne y el espíritu.

Para esa época todos los litigios y diferencias se dirimían mediante el uso de la violencia  y por ello se requería de un instrumento pacifico de mucha fuerza que permitiera la evangelización  sin necesidad de acudir al uso de las armas. Angustiado por estas adversidades y limitaciones para su predica Domingo de Guzmán se interna en un frondoso  bosque  donde permanece tres días y tres noches en ayuna y contemplación, elevado a un estado de gran concentración mística  la Virgen María  hizo contacto con él  para entregarle el conocimiento del Santo Rosario como instrumento de paz y evangelización.

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Pero según los estudiosos  el origen del Rosario tiene referentes muy anteriores que se remontan a siglos anteriores  cuando se utilizaba un sistema de cuentas para el rezo, práctica al parecer  tomada de los monjes budistas quienes utilizaban estos adminículos como complemento manual para la verbalización de sus mantras sagrados  mediante los cuales intentaban alcanzar el nirvana., estado de gracia en el cual el espíritu se desprende de las ataduras materiales para confundirse con la fuente de energía universal, algo parecido a lo que pretendemos los cristianos con nuestras oraciones , los místicos del hinduismo  con sus meditaciones que persiguen sintonizar su atman individual  con el brahmán cósmico  y los derviches del sufismo islámico cuando buscan su camino personal  para estar con Dios.

No obstante el Rosario tal y como lo conocemos actualmente sin duda está vinculado a  Santo Domingo de Guzmán  porque incluso antes de él no existía la oración Ave María, la cual tiene también sus orígenes por esta época. Lo importante del Rosario es que le da carácter popular a los rezos, ya que anteriormente estos se practicaban, con el nombre de Salterio,  casi con exclusividad en los monasterios y consistían en la lectura de los 150 salmos del antiguo testamento. Como  la mayoría de la gente no sabía leer no podían sistematizar las oraciones y de allí que con el Santo Rosario que consta básicamente de dos oraciones, el Padre Nuestro y el Ave María, fáciles de memorizar y repetir, todos los  cristianos  pudieron celebrar su ritual cotidiano de adoración a Dios y veneración a la Virgen María.

De esta forma el Santo Rosario se convirtió en  forma de rezo cotidiano para todos los cristianos pero no fue hasta el  7 de Octubre de 1571 con el triunfo de la liga cristiana contra los turcos en la Batalla de Lepanto, cuando el Papa Pío  V  lo instituye  como  liturgia  oficial del catolicismo  al  registrar una  fecha con el nombre de  Nuestra Señora de las Victorias , agregando a las letanías  de la Santísima Virgen  el  título de “Auxilio de los Cristianos”. Posteriormente el Papa Gregorio III  cambió esta  fecha nombrándola como Fiesta  de  Nuestra Señora del Rosario.

El Santo Rosario consta de cuatro grupos de cinco  misterios cada uno que recrean la vida de Jesús, Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos, estos últimos instituidos por el Papa Juan Pablo II.  En cada misterio los creyentes  toman contacto  con los momentos más importantes en la vida de este hombre al cual los  cristianos le atribuimos la condición de Dios vivo, convirtiendo de esta forma la repetición de las mismas oraciones en un  camino espiritual que nos debería llevar ante su presencia.

Es difícil encontrar algún santo dentro del catolicismo que no esté relacionado con el rezo del Rosario varias veces al día, y esto nos lo podemos explicar fácilmente si consideramos que esta práctica es lo que más se acerca al estado de oración permanente, es decir, al permanecer en oración constante  todo el día al mismo tiempo que se realizan otras actividades, tal y como  lo hacía el Peregrino Ruso, leyenda o realidad, que mostró a los católicos la manera de actuar dentro del mundo pero en un estado de conciencia superior  en el cual se vive como humano pero trascendiendo  los hábitos de supervivencia que nos convierten en animales competitivos.

Y es que cuando un católico reza el Rosario con el posicionamiento místico adecuado más que verbalizar oraciones se adentra por un puente o camino interior que gradualmente le sustrae del entorno inmediato para colocarlo en un escenario espiritual de gracia y comunión  con energías superiores, energías que nosotros  calificamos como  esencias divinas, es decir procedentes de Dios.

Pero no importan los argumentos ni las reflexiones intelectuales que puedan suscitarse en torno al  ejercicio de rezar el Rosario. Lo importante, lo maravilloso, es que en su extrema simplicidad está contenida una estupenda fuerza espiritual que congrega  a millones de personas en la celebración constante de las mejores bondades humanas, bondades humanas que se expresan con nitidez y perfección al someternos humildemente, mediante la oración, al sentimiento de ser todos algo insignificante dentro de la inmensidad eterna del Universo.

Para finalizar este artículo permítanme citar unas palabras escritas  sobre una piedra de algún camino:”El Poder de Dios está en la oración. La oración es un acto de Amor .El Amor es sentir que todos somos uno. Dios es Uno”.

Jorge Euclides Ramírez

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