El doctor César Pérez Vivas, exgobernador del estado Táchira y exparlamentario, cree que es muy bueno para la oposición que haya varios aspirantes que desean medirse en unas elecciones primarias, para escoger al candidato único que enfrentará a Nicolás Maduro en los comicios presidenciales del 2024.
Malo sería que ningún dirigente opositor quisiera ser candidato, expresó en declaración hecha a El Impulso. Pero, si hay varios, como ya se sabe, la población tiene la oportunidad de escoger a quien considere que es el más conveniente y el que tiene mayor arraigo en el pueblo para derrotar al cabecilla del régimen, que tanto daño le ha hecho a Venezuela.
Pérez Vivas manifestó que él tiene una experiencia política de cuarenta años y ha venido organizando un movimiento en todas partes del país, para participar en esas primarias.
Su organización, Concertación Ciudadana, explicó, es un movimiento conformado por venezolanos que aspiran un cambio de vida en la nación.
Yo soy un político con experiencia y conozco la realidad de los partidos y he asumido la responsabilidad de presentar mi nombre a la población, porque nuestro país requiere del concurso de sus dirigentes para abordar los problemas que afectan al pueblo y resolverlos con el apoyo de todos los sectores de la vida nacional.
Es el mismo caso de un médico que viendo a un paciente en situación crítica acude a restablecer su salud, comparó. Estoy ofreciendo mi capacidad para encabezar el equipo que pueda restaurar la democracia, reactivar la economía y hacer que los venezolanos puedan vivir en el país, donde trabajen y logren las condiciones indispensables para progresar al lado de sus familias.
Hoy todavía están saliendo de nuestras fronteras miles de venezolanos porque no encuentran forma de sobrevivir, mientras el régimen sigue en el limbo, causando cada vez mayor destrucción del país y dejando que la población sufra, porque ya no hay servicio público que sirva.
La democracia ha desaparecido en Venezuela, porque el régimen así lo ha querido y decidido, eliminando el Estado de Derecho, interviniendo los partidos políticos y colocando directivos en esas organizaciones, además de haber sometido a sus designios todos los poderes públicos.
Quienes están pidiendo cambio no sólo se encuentran en los partidos, sino en todo el conjunto de la sociedad. Por eso yo he dicho que esta es la hora de guardar las banderas de los partidos y sacar la bandera de Venezuela. No es cuestión de si este es un partido grande o chiquito. Esta es una nación que clama por el cambio y los dirigentes tenemos que salir con el corazón a dar la cara por el país.
Grave sería que no hubiera nadie que quisiera ser candidato. Bueno es que haya candidatos para que los ciudadanos escojan al que consideren que reúne las condiciones para salir de esta gravísima crisis, que ha llevado a la desesperación a millones de hombres y mujeres, incluyendo excelentes profesionales, que arriesgando sus vidas se han ido a diferentes partes del mundo.
En los países democráticos, como los Estados Unidos, en periodos electorales salen cuarenta o cincuenta aspirantes al partido Demócrata y Republicano, y se van midiendo uno a uno hasta que queda el abanderado de cada una de esas organizaciones.
Yo, insisto, estoy presentando mi nombre porque me considero preparado para conducir los destinos de un país, que desafortunadamente se encuentra en críticas condiciones y con dificultades muy grandes para lograr incorporarse al mundo económico, tecnológico e industrial.
Soy una persona formada en la ciencia jurídica, que he tenido también experiencia en la docencia, con más de cuarenta años en la política y he demostrado capacidad en la administración pública y el parlamento, que ha decidido poner sus conocimientos al servicio de Venezuela, para darle una democracia vigorosa, donde el ciudadano pueda tener reales condiciones de vida.
Y puede medirse, en unas primarias, con diez, doce o el número que sea de personas que están proponiendo sus nombres para un candidato unitario, que derrote al que presente el régimen, que no será otro que Maduro, cuya gestión ha sido la peor en toda la historia republicana.