La pregunta más repetida sobre la oposición en relación a las elecciones de 2024 es “¿quién será su candidato?”. Esta formulación parte de dos supuestos: Que la oposición va a escoger un solo candidato; lo que deducen algunos de lo tanto que se habla de unas elecciones primarias para escogerlo. Y que la oposición tiene una gran oportunidad de ganar dichas elecciones; trayendo a colación el caso Barinas como una “prueba” de esa oportunidad. Pero…
Es difīcil que la oposición escoja un solo candidato si consideramos que la corriente central, llamada G4, desarrolló una política de supremacía sobre los movimientos opositores que distanció a estos últimos. A lo que se sumó que el sector oficial intervino y, a través de decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, le dio el control de varios de esos partidos a facciones internas que adversaban a los líderes hegemónicos tradicionales. Ahora se observa que estos nuevos liderazgos tienden a expresarse en términos que no reconocen a las dirigencias del G4 y anuncian sus candidaturas con la justificación de que dicen no confiar en la pulcritud de un proceso de elección primaria del candidato opositor manejado por el G4 o el G10. La conclusión es que, por ahora, hay barreras estructurales, además del tradicional egoismo actitudinal, que inclinan a que la oposición presente varios candidatos.
El argumento de que la victoria opositora en la elección del gobernador del estado Barinas es una prueba de que la animadversión de las mayorías contra el gobierno es tan grande que “el triunfo está asegurado, aunque corran varios candidatos de oposición”, no soporta una revisión. No es el hartazgo de la mayoría contra el gobierno lo que produjo el triunfo opositor en Barinas, sino que apareció “un cisne negro” que hizo el milagro de que los votos opositores se concentraran en un solo candidato, Jesús Garrido, despreciando a los otros tres. Barinas es una excepción en el mar de 10 gobernaciones y 100 alcaldías que los candidatos opositores perdieron por ir divididos. El ver lo del caso Barinas como un “cisne negro” se refuerza si se considera que el candidato electo, era el cuarto, no el primero, en el orden de preferencias de la dirigencia opositora.
Las conclusiones de este análisis de las condiciones institucionales son que el supuesto de que “esto está ganado por la oposición porque la gente evalúa mal la gestión de gobierno” no es necesariamente cierta y que el caso Barinas fue un “cisne negro”.
Veamos ahora el tema desde el punto de vista cuantitativo; el de ¿cuántos votantes potenciales aprueban o desaprueban la gestión del presidente NM y cuántos votos tendría NM (o su candidato) en el 2024? Estas dos preguntas van hilvanadas porque desde hace unos 20 años venimos observando una correlación casi perfecta entre “aprobación de la gestión presidencial y la intención de voto por el presidente o sus causas”.
A través de la modesta recuperación económica lograda desde 2019, NM logró subir de 10% de aprobación al 27,6% en la Encuesta Omnibus Nacional de Datanalisis del mes de julio pasado. Si bien, en la encuesta de agosto, la opinión pública le pasó factura por las subidas de la devaluación y de la inflación, bajando el indicador al 21%, es de esperar que el gobierno recupere la ruta de un crecimiento menos modesto para apuntalar sus oportunidades en 2024. De ser así, asumamos que NM pudiera llegar a las elecciones con un 30%. Este porcentaje, que preludia el porcentaje de votos válidos que pudiera obtener, no asegura su triunfo porque la abstención puede ser del 35% + 30% de votos por NM = 35% de votos por la oposición. Esta última podría ganar, pero sólo si el candidato es uno solo.
Si el gobierno vuelve a dejarse influenciar por sus radicales de izquierda y relantiza el ya modesto crecimiento, el nivel de aprobación baja a 25%, la abstención sube a 40% y a la oposición le corresponderían 35% de los votos. En este escenario, la oposición tiene su mejor oportunidad. Pero todo depende del número de candidatos que presente. A falta de evidencias en contrario, hasta ahora, mi estimado es de cinco; y 35% / 5 = 7 puntos; la oposición vuelve a perder aunque NM empeore su gestión. El batacazo opositor estaría en sorprendernos presentando una franca unidad, un excelente candidato y un discurso de construcción y no de oposición. Eso puede no quitarle votos a NM, pero bajaría la abstención de 40 a 30% a favor de la oposición y ésta gana las elecciones 35+10 = 45 a 35, o sea, con el 64% de los votos válidos.
Pero, si el gobierno incrementa su aprobación hasta un 40%, con políticas más pro empresa privada y más coherentes, la abstención baja a un 30%, a favor del gobierno, lo que deja sólo el 30% de votos por el o los candidatos de oposición. Pierde la oposición. Así, el Sr. NM tiene su as en una política pro empresa y la oposición en el número de candidatos que presente.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes