Lo acontecido en Monómeros, que estuvo en manos del llamado G-4 de la oposición, es un episodio bochornoso, porque esta empresa de propiedad del Estado venezolano y era la más importante en la producción de fertilizantes en Latinoamérica, ha terminado al igual que Petróleos de Venezuela, S.A. en manos del régimen de Nicolás Maduro: destruida.
Al emitir su opinión el politólogo Jhotani Medina, quien ha regresado de Bogotá, donde realizaba sus trabajos de asesoría, dice que la imagen del sector opositor también se deterioró por completo, ya que aunque las investigaciones no han determinado el total del robo de la compañía, ya hay estimados que lo sitúan en 3.300 millones de dólares.
Las responsabilidades recaen directamente en el G-4 (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Voluntad Popular y Primero Justicia) porque sus dirigentes fueron los que colocaron en posiciones administrativas y gerenciales a sujetos que cometieron el desfalco en Colombia.
Si el asalto fue perpetrado por funcionarios de la oposición, ésta ha quedado al desnudo, ya que ante la opinión nacional e internacional ya no tiene respetabilidad alguna y, además, ya existe la actuación de la justicia del vecino país, que recaerá en veintitrés funcionarios y, desde luego, éstos harán señalamientos muy graves contra los dirigentes políticos que los apadrinaron.
La situación para la política venezolana es muy delicada, porque tanto de un lado como del otro, parece el desafío entre dos grandes mafias que se disputan botines multimillonarios con los bienes del Estado venezolano.
Son pocos los dirigentes de oposición, con excepción de los diputados José Luis Pirela y Omar González Moreno, para citar a dos de ellos, que han estado denunciando el caso de Monómeros, porque ahora lo que hay es un careo entre las organizaciones que colocaron a los responsables del robo, manifestó. El caso será una bomba, que despedazará a partidos venezolanos, cuando la justicia colombiana comience sus actuaciones.