#Opinión: El negocio de la muerte Por: Sira Vargas Rodriguez

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El dinero no compra una vida, pero sí paga la muerte. Los costos de la preparación, servicio velatorio, entierro, rezos, recuerditos y demás actividades que conlleva una muerte son altos, al punto que hay muchas personas que se endeudan, se hipotecan para pagarlos, porque no están preparados para hacerle frente a ellos. Ni la previsión, ni la planificación existe en este país y la muerte no escapa de la improvisación, no solamente por ser tema tabú sino porque organizar o prever los gastos relacionados con ese evento significa hacer uso de la lógica, el razonamiento y el análisis que no estamos acostumbrados a hacer. El pensamiento del común es que después de muerto cualquier familiar debe hacerse cargo de ese asunto y sacar el dinero de alguna parte. Esta actitud acomodaticia y sin previsiones para el futuro es producto de la falta de desarrollo del pensamiento, es una carencia educativa. La educación debería prepararte para planificar el futuro.

Algo relacionado con la muerte que es la enfermedad, también resulta costosa, dada esta circunstancia, un ser pensante consciente que aquí no hay seguridad social real, debe tomar las previsiones. Por ello, debe guardar dinero o en su defecto adquirir una póliza de seguro que tenga una alta cobertura, de manera tal que si debe operarse u hospitalizarse tenga la posibilidad de acceder a un servicio para recuperar su salud. No sería necesaria esta inversión si hubiera un sistema de salud que atendiera eficientemente al ciudadano, pero ese es otro tema. Igualmente pasa con la muerte, si la vida es costosa, la muerte también, porque en este país todo es difícil, engorroso y caro.

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Los intermediarios, los vivos criollos, los comerciantes no son conscientes del impacto que tiene el costo de un servicio funerario para el familiar del difunto. Comencemos por la llegada a la morgue, si es fin de semana, no hay patólogo de guardia, o si está, debe atender una gran cantidad de fallecidos sin contar con las condiciones adecuadas para ello.

Entonces, hay un descuido de las autoridades sanitarias porque deben garantizar que haya una cantidad suficiente de patólogos de guardia en los hospitales de manera tal que realicen sin demora el trabajo que se requiere. Luego, viene el servicio velatorio y el entierro, ambos tienen costos elevados y si no se ha tomado la previsión de comprar el servicio, debe buscar el dinero de emergencia, ¿quién tiene Bolívares 20 mil o más para pagar un servicio de entierro?, nadie con sueldo mínimo o un poco más, tiene efectivo instantáneo para hacer frente a ese gasto, entonces debe endeudarse, pagar letras o buscar algún familiar quien preste el dinero para pagar.

Esto conlleva más dolor, porque encima del duelo que se siente porque no está presente el ser querido, entonces que quede alguien endeudado por pagar el funeral, suma más dolor. Por todo lo antes descrito, toda persona desde que comienza a trabajar debe pagar un seguro de vida, un seguro de HCM y el servicio funerario incluido el hueco donde lo van a enterrar. ¿Por qué tener miedo de tomar esas previsiones? Si eso es lo más natural del mundo. Hoy estamos vivos, y en un instante la situación puede cambiar.

Eso es natural, que pasemos a la transición, entonces debemos prepararnos para ello y no dejar esa carga a nuestros familiares. Por otra parte, un tema que está ligado con la muerte es la herencia, que puede ser dinero, una casa, un terreno o un bien determinado. Debemos tomar las previsiones durante la vida y dejar testamento o hacer una venta del inmueble a nuestros hijos haciendo la salvedad en el documento que no podrán venderlo hasta después de nuestra muerte o que vamos permanecer viviendo en él hasta que se acaben nuestros días para que no nos vayan a echar, si los hijos son indolentes. Es decir, repartir en vida los bienes que se tengan, porque después de muerto, a los familiares les cuesta mucho todos los trámites relacionados con el reclamo de una herencia. Otra cosa que debemos prever es si tenemos hijos pequeños, quién será el tutor que se quedará con ellos en caso de fallecer la madre.

Esto es muy importante decidirlo porque luego, si fallece la mujer, el padre es el tutor natural, pero si la madre no quiere que se queden con él, debe nombrar un tutor mientras esté viva, en buenas condiciones para razonar. Si los niños crecen, se hacen adultos y la madre está con vida, eso está perfecto, pero se tomaron las medidas, hubo previsión. Hay madres que fallecen a un día de parir o durante el parto. Pero nadie toma previsiones sobre estos asuntos porque considera que es pavoso, que se atrae la muerte, se cree erróneamente que ésta no nos va a tocar la puerta, si no hablamos de ella. Entonces, pasamos por desprevenidos, porque la muerte es tan natural como la vida, así como hay nacimientos… hay fallecimientos, son dos caras de la misma moneda. No tengamos miedo de ella.

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