#Opinión: Parafraseos Por: Ramón A. Querales

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•Se nos fue el presidente Chávez. Paz a sus restos. Para el resto de nosotros, residentes aún en esta tierra de gracia, yo le pediría al Supremo que nos dé la sabiduría necesaria para vernos como hermanos -hijos de una sola Venezuela- que nos necesita a todos. Las luchas fratricidas dejan secuelas difíciles de borrar. Dios lo uso a él como instrumento para hacernos despertar de un letargo
•Cada vez que fallamos aprenderemos una nueva lección. Usemos esas fallas para hacer de tripas corazón. Es cuestión de esperar que el tiempo, la preparación, y las circunstancias, se junten para un delicioso tres en uno.
•Cuando el Papa Benedicto XVI anunció su renuncia, los venezolanos supimos asimilar la inesperada noticia. Hemos estado adaptándonos a otra renuncia: la de la papa venezolana. Esta versión femenina, se encuentra ahora más que nunca por los cielos y hasta prófuga
•A propósito, con clave (password) celestial designará el cónclave cardenalicio al nuevo heredero de San Pedro. Luego éste se paseará en Roma como Pedro por su casa
•El cacique yukpa Sabino Romero no era ningún cacique. Más bien ayudaba a los de su raza. Sin embargo, la violencia le dio caza
•El Psuve va a primarias. Ojalá y aprenda el ABC del buen vivir para reivindicar la imagen de un líder a quien no olvidaremos propios ni extraños
•Para el ex-ministro de justicia Tareck El-Aissami los jóvenes de la oposición que protestan en Caracas son unos “nalgas blancas”. Que yo sepa, ellos fueron muy recatados y no mostraron sus partes íntimas como medida de protesta
•En la siempre recordaba 4ta república se disparaba y se averiguaba después. Ahora en la 5ta, es bueno recordar que se dispara pero no se averigua. Eso hace una gran diferencia en el aumento de la violencia. Pareciera que los “buenandros” tienen patente de corso
•La gente debería divorciarse antes de casarse a ver si cambia la tendencia. Por el camino que vamos las parejas van a poner el divorcio sin siquiera haberse casado
•A propósito de divorcio, cuando en mi hogar nuestros hijos eran unos bebitos, mi esposa y yo no nos divorciamos por ellos: eran tan insoportablemente bellos que ninguno de los dos quería quedarse con ellos.
•Cuando uno viaja y se come su arepita en el exterior, con un producto tradicionalmente venezolano y ahora procesado en Colombia, es un hecho que no quedamos del todo satisfechos. No dice “Made in Venezuela” y eso nos desconsuela
•Maduro y Cabello han querido estrecharle la mano a la oposición con el puño en alto y bien cerrado. Falta que le pidan que ponga las dos rodillas en tierra. En verdad, en esta nueva coyuntura política, todos debemos poner ambas rodillas en tierra para orar por Venezuela
•¿Qué le atrae al hombre de las mujeres? Hay quienes opinan que en segundo lugar su cerebro. Yo prefiero decir que me gusta el todo con sus partes íntimas o no
•Por allá a finales de los setenta, laboraba yo como docente en el Pedagógico de Maturín, y mi Departamento contaba con varios colegas recién emigrados de Chile obligados por la férrea dictadura de Pinochet. Nos nutríamos nosotros de su cultura y ellos de la nuestra. Como suele ocurrir en estos casos de adaptación, hay momentos en los cuales el idioma nos juega una de esas. Particularmente yo recuerdo en una ocasión cuando Cecilia, una muy apreciada colega, me pidió que la acompañase a hacer una diligencia. No conocía bien la ciudad, y deseaba que yo la llevase a una cauchera. Al nomás llegar a la cauchera, sin darme tiempo a que le sirviera de intérprete , le dijo al encargado que “venía para que le arreglaran la pepita”. Al oír aquello, tres trabajadores que esperaban por clientes, no esperaron que se lo repitieran, y se abalanzaron para ser uno de ellos los privilegiados en servirles: “Yo, Sra. Yo”, “No él, no. Yo se la arreglo, mejor ”, “Con todo gusto, Sra., escójame a mi”, le dijo otro. El encargado todo confundido, y algo avergonzado por el escándalo de los jóvenes trabajadores, recurrió a mí para que le aclarara lo que en verdad mi colega deseaba. Al preguntarle que a qué pepita se refería, mi amiga Cecilia se dirigió a uno de los cauchos y apuntó hacia “su pepita”. Ahí todos entendimos que ella lo que deseaba era que le arreglaran lo que nosotros llamamos “el gusanillo” y ellos llaman “pepita”. “Así son las cosas”, en el mundo de los idiomas, diría Oscar Yánez

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