La reciente pérdida de valor del Bolívar frente al Dólar ha causado consternación entre productores, distribuidores, consumidores, y gobernantes, como si la devaluación se tratase, por definición, de algo desfavorable. En principio, la devaluación es un mecanismo para equilibrar el poder de compra de la moneda del país que pierde ese poder ante las monedas de sus principales socios comerciales. Esa pérdida de poder de compra se basa fundamentalmente en el diferencial entre la mayor inflación del país cuya moneda pierde poder y la menor inflación de sus socios comerciales. En la medida que ese diferencial se corrija, la necesidad de devaluar desaparece.
La corrección de ese diferencial se puede lograr no sólo devaluando sino también bajando la inflación del país en dificultades económicas. Y la inflación no sólo se puede bajar con medidas monetarias para bajar la liquidez (bajando el gasto público, subiendo las tasas de interés para que la gente ahorre e invierta en vez de gastar, bajando los aranceles, etc.) sino también con medidas que incrementen la oferta (estimulando la inversión, la producción y la productividad).
Aunque lo común es ver que los procesos inflacionarios los ataquen con medidas monetarias, los llamados Tigres y Dragones Asiáticos en las décadas de 1960 y 1970 atacaron la inflación y la pobreza de las que estaban recuperándose después de la Guerra Mundial y de la de Corea con medidas para elevar la inversión y la oferta. Entre el paquete de medidas aplicado en esos países se encontraba todo lo contrario a la devaluación, la sobrevaluación de sus respectivas monedas. La intención de esta política era abaratar las importaciones, pero no de bienes de consumo ( a los cuales les aplicaban altos aranceles), sino para abaratar las importaciones de bienes de capital para producir y elevar la productividad. Entonces, la ventaja que los productos de esos países perdían ante las importaciones por la sobrevaluación, la recuperaban con los crecimientos de la productividad. Para que tal carrera de inversión-producción-productividad ocurriera, esos países tuvieron como trasfondo de política económica un consenso gobierno-empresa sobre los principales sectores a desarrollar, los estímulos que recibían los empresarios y los resultados que se esperaban de ellos. De allí surgieron de muy modestas y primitivas empresas, marcas famosas mundialmente tales como LG, Hyundai, Samsung, Kia, Taiwan Semiconductor Manufacturing, Compal, Airiti Inc., entre otras.
Entonces, ni la devaluación ni la sobrevaluación de la moneda es favorable o desfavorable para el desarrollo de una economía; tal calificativo depende del contexto o paquete de políticas económicas en el que se encuentren alojadas.
El gobierno de NM tuvo un gran éxito bajando una hiperinflación de 1.680.000% en 2017 a 680% en 2021. Para ello utilizó la desregulación de los precios, del tipo de cambio, la libre circulación de las divisas, la reducción de aranceles, la reducción -drástica- del gasto público y del crédito bancario (elevando el encaje legal); todas medidas de corte monetario. Pero, si bien esas medidas lograron sacarnos de la hiperinflación, no están logrando sacarnos de la inflación; seguimos siendo uno de los países más inflacionarios del mundo. Hacia fines de 2021 el momento ya era propicio para cambiar la política anti inflacionaria basada en medidas monetarias por un paquete de medidas orientadas a aumentar la inversión, la producción y la productividad. Pero los prejuicios ideológicos del ala radical del grupo gobernante, sumados a la ya mencionada constumbre generalizada mundialmente de atacar la inflación con recortes y manipulaciones monetarias no le permitieron al gobierno de NM cambiar de política. Para ello era necesario abrirse drásticamente -y no discreta y lentamente- a la inversión privada, nacional y extranjera, y acelerar la transformación de las empresas del Estado en empresas mixtas o privadas.
Por el contrario, hacia principios de 2022 el gobierno empezó a coquetear con fortalecer el Bolívar con medidas monetarias, como empezar a gastar más y a circular más Bolívares, a subir los impuestos para poder gastar más y siguió “quemando divisas” para mantener el Bolívar sobrevaluado (hoy debería rondar Bs. 25/$) y, lo peor, impuso una tasa diferencial al IGTF sobre los pagos en divisas. Si el gobierno quiere seguir sobrevaluando el Bolívar como medida anti inflacionaria, tenía que haber acelerado y hecho notoria una gran alianza con el empresariado nacional y extranjero para promover el trinomio inversión-producción-productividad. Lo está haciendo, pero muy discreta y lentamente. Por estas dos razones estamos cayendo en una zona de confusión y tentaciones de “vuelvan caras” en lo que en casi cuatro años ha sido una política moderamente exitosa. Devalúe lenta y progresivamente, suba los aranceles a los bienes terminados, acelere la participación del empresariado, reduzca los impuestos (recesivos, populistas y reaccionarios), concrete la dolarización, bien sea dual o única y observe su aprobación de gestión.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes