Es una demanda del inconsciente colectivo que el retorno a la política en Venezuela venga con nuevas perspectivas, las cuales posibiliten reducir el número de errores ya superados y todos los que asumieron un rol para lo público ejecuten sus acciones sin complejos, porque nada se obtiene al seguir buscando culpables de equivocaciones cometidas. La tarea que toca no será fácil; revertir años en una quietud sin sentido que dejó como saldo más indiferencia para con la política, es un trabajo a realizar, además de difundir con claridad sobre el origen del problema padecido que se resuelve en forma efectiva abordándolo dentro de nuestras fronteras por medio de participación y votos.
De igual forma, se ve con algo de timidez como las organizaciones con fines políticos comienzan a realizar un reacomodo necesario en lo que respecta a sus estructuras, buscando más dinamismo en su funcionamiento. Esta labor la han realizado por medio de consultas internas hechas para revalidar autoridades por medio de sus bases, acciones tardías pero muy importantes para el reto que se avecina en el dos mil veinticuatro, fecha aún distante en lo cotidiano del venezolano, pero para los liderazgos emergentes y quienes aspiran consolidar sus nombres ante la ciudadanía, es el momento ideal para relacionar sus potencialidades con las del tejido social que palpita por nuevos esquemas de vida pública.
Además, se puede ver ante la opinión pública un abanico de opciones, hombres y mujeres decididos a presentar sus ideas de país ante la ciudadanía para competir en una ruta que culmine en un candidato presidencial con un perfil devenido del consenso general. El mismo debe estar apegado a los valores compartidos como sociedad que son precisamente la fuente de fortaleza expresada individualmente en cada venezolano que ante la dificultad del ahora decidió resolver, y seguro espera con expectativas lo conceptualizado alrededor del tema país por quienes son ya los posibles exponentes del cambio demandado por todos.
Por otra parte, ya comienza a revivir la movilidad social, primer síntoma de un país vivo que busca renacer con fuerza y que se refleja en las protestas vistas en días recientes realizadas por empleados públicos quienes con argumentos válidos han motorizado sus demandas de forma muy eficiente sin recursos logísticos para coordinar grandes concentraciones en las calles; y han logrado mover las voluntades de los afectados por unas políticas macroeconómicas creadas para mantener estable una divisa extranjera, mientras los connacionales padecen la ignominia de un Estado fallido que no cumple con lo establecido por la carta magna.
En resumen, la nueva etapa que recién comienza viene precipitada por unas circunstancias con la suficiente fortaleza en condicionar los dos polos en disputa por el poder político, para que se midan en unas elecciones que seguramente serán de bajos niveles competitivos. La realidad del ahora obliga a repensar el país, ahí deben florecer las ideas que sustentarán los planes de gobierno. Dichas acciones serán diáfanas en su contenido y así todos los venezolanos las harán suyas a cabalidad proyectándolas como una realidad posible, con el fin de vislumbrar en forma de proyecto país.
Por lo tanto, los actores políticos hoy lanzados en posicionar sus figuras ante la opinión pública son quienes han logrado entender que es desde el ahora donde se puede construir el futuro, cada gota de sudor producida ante el calor social de un casa por casa es igual a posibilidades. Quienes tienen la solvencia para ver a la cara al ciudadano sin ser rechazado, son precisamente los líderes emergentes nacidos para lo público, pero serán los que logren aglutinar la mayor cantidad de adherentes los llamados por la república a restablecer la ecuación democrática, y en ellos residirá la responsabilidad de regresar a todos los venezolanos al siglo XXI, para que la luz del futuro deje de ser una ilusión del ahora.
Eduin Adjunta
@adjunta90
