Las relaciones diplomáticas y comerciales entre Venezuela y Colombia no han sido buenas desde el 23 de mayo del 2.002 cuando el gobierno del vecino país le dio asilo a Pedro Carmona, quien derrocara a Hugo Chávez y disolviera todos los poderes el 11 de abril de ese año. Se agravaron cuando en el 2.005 las autoridades policiales venezolanas, que habían detenido al jefe número 2 de las Fuerzas Armadas, Rodrigo Granda, lo entregaron en Cúcuta; y empeoraron con la incursión del ejército colombiano, el primero de mazro de 2.008, en la zona de Angostura, Ecuador, donde dio muerte a Raúl Reyes y otros 21 integrantes de las FARC.
Ya el 28 de enero de ese año, Hugo Chávez le había declarado la guerra a Colombia por el anuncio de que en ese territorio serían instaladas siete bases militares de los Estados Unidos.
Nada cambió con Nicolás Maduro, ya que en el 2.015, expulsó a 1.500 colombianos indocumentados y ocasionó la estampida de unos 20 mil ciudadanos de ese país, que se fueron hasta con los escaparates en la espalda, cruzando el río. Y de Venezuela, utilizando trochas, y hasta a pie, se han ido una gran cantidad de connacionles, quedándose en Colombia, según Migración de ese país, 2 millones 500 mil. Y los demás continuaron camino hacia Ecuador, Perú, Chile, Argentina y otros países.
Además de ese asunto, Maduro se molestó mucho porque en la Casa de Nariño fue recibido en 2.013 Henrique Capriles Radonsky y en enero de 2.019 Juan Guaidó, quien había sido reconocido como presidente interino. Y hay otros incidentes más en esa historia de las relaciones.
Ahora, el exsenador Armando Benedetti, quien fuera el jefe de campaña electoral de Gustavo Petro y quien por cierto está incurso en un presunto delito de corrupción que investiga la Corte Suprema de Colombia, ya está en Caracas para asumir las funciones de embajador, mientras que el excanciller Félix Plascencia, aguarda para hacer lo mismo en Bogotá.
Estas y otras cosas han analizado el general de división Fernando Ocha Antich, excanciller y exembajador en México; el doctor Julio César Moreno, exembajador en Chile; y el doctor Nelson Valera, exembajador en Suecia y Hungría; y entrevistados por Elimpulso.com, por separado, han coincidido en que costará tiempo normalizar las relaciones, aunque los gobiernos de Colombia y Venezuela estén identificados con el socialismo y al momento tengan la disposición de llevar a cabo el restablecimiento de unas relaciones diplomáticas, extensivas al plano comercial.
Expectativas
Las relaciones estaban suspendidas porque había gobiernos de distintos signos ideológios; pero, en este momento existen dos gobiernos de ideología parecida, lo que indica que se espera un ambiente suficientemente estable y conveniente para relanzar las relaciones, declaró el general Ochoa Antich.
Ahora lo importante es saber si eso nos va a conducir a una mayor limitación de nuestras libertades.
Aunque el anterior gobierno no reconocía a Maduro sino a Guaidó, ahora el que ha asumido las nuevas funciones sí lo reconoce y yo creo que eso era una realidad.
Nosotros estábamos haciendo un esfuerzo en la oposición para tratar de lograr un gobierno demócrata; pero, definitivamente, las circunstancias no fueron favorables.
Como tengo la impresión de que en Colombia el gobierno será indudablemente de izquierda, aunque desde ya tiene una oposición cerrada, creo que muchísimos de los venezolanos que se fueron a ese país, para residir y trabajar, porque les costaba vivir en Venezuela, sencillamente, tomaran la decisión de irse a otros países donde haya regímenes diferentes, si se presentan situaciones parecidas a las que motivaron su salida.
Pienso que los dos gobiernos tratarán de fortalecer las relaciones económicas, porque les conviene a ambos. Ojalá se normalicen las relaciones en ese aspecto para que Venezuela pueda ir mejorando su situación económica, que en los momentos es muy crítica.
Claro está, lograr el proceso de normalización en todos los aspectos no será posible de un día para otro, ya que se requiere de tiempo, conversaciones muy serias y establecer garantías de normalidad. Y por ahora sólo hay expectativas.
Incógnita
Por su parte, el doctor Moreno manifestó que el restablecimiento de relaciones era esperado porque hay una cierta similitud de intereses y, además, de proyectos ideológios entre ambos gobiernos.
Ahora, el problema de las consecuencias de estas relaciones no se pueden, ni se deben afirmar de manera definitiva acerca de lo que puede ocurrir.
Porque hay expectativas en lo que vaya a hacer el presidente Petro con el destino de su país y existen, igualmente, muchos problemas en la frontera con Venezuela, en especial con la presencia de los grupos guerrilleros colombianos que se han establecido en esa región, donde ejercen todo el control.
La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Cómo se pueden normalizar unas relaciones teniendo esa realidad en la cual Venezuela está comprometida? La presencia de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), disidentes de las FARC y de todos los demás grupos que para nadie es un secreto que no sólo existen en la frontera sino dentro del territorio nacional y en donde con frecuencia han ocurrido muertes y conflictos entre las propias guerrillas y la lucha que libran los dirigentes de las FARC, quienes tienen todo tipo de armamento para operar con facilidad. Ese es un tema muy complejo para poder tener una idea de lo que puede ocurrir en relación con el restablecimiento de estas relaciones entre Colombia y Venezuela.
Otra interrogante que aflora es: ¿Cómo se va a normalizar el intercambio comercial? ¿Cómo van a hacer las empresas colombianas para traer sus productos a Venezuela o para invertir aquí, contando con una situación tan delicada como la que existe? Además, la frontera colombo-venezolana es muy larga, ya que se extiende por 2.219 kilómetros, donde no hay presencia del Estado venezolano. Ese es un tema demasiado escabroso y tiene que ver también el anuncio del presidente Petro en relación con su diálogo con los jefes guerrilleros. Y todavía no se sabe cómo serán esos acuerdos que habrá en La Habana, que están comenzando a realizarse. Yo diría que esa es una incógnita difícil de descifrar.
El gobierno colombiano ha dicho que hay que restablecer las relaciones muy bien pensadas para poder normalizar una situación que ha estado tantos años en el abandono.
Otro tema que no se puede soslayar es el de los refugiados y asilados políticos venezolanos, a los cuales quiere apresar el gobierno venezolano y enjuiciarlos. El planteamiento del señor Petro de respetar el derecho de refugio y asilo, ojalá sea cierto porque ese principio rige en todos los países democráticos. Hasta ahora, ha sido respetado por los gobiernos de Colombia.
Yo diría que hay que actuar con cautela y con prudencia porque los problemas que existen son muy complejos.
Por lo demás, lo que puede ocurrir en Colombia ha causado preocupación por las medidas que ha tomado el señor Petro y sobre todo con el pase a retiro de cerca de 60 oficiales de la marina, aviación, ejército y policía. Y la otra medida que ha anunciado Petro, de suspender los bombardeos que no es otra cosa que cambiar la política que se ha tenido para enfrentar la narcoguerrilla, en un intento por lograr la pacificación.
Las relaciones con Colombia constituyen una gran incógnita.
Por ahora hay dos cosas summente importantes y que originan gran expectativa: la primera es la suspensión de las operaciones contra los grupos narcoguerrilleros y la segunda, lo que Petro ha llamado la paz total que no es otra cosa que el perdón a la narcoguerrilla, que ahora es más agresiva de lo que fueron las FARC en los últimos tiempos.
El ELN se ha caracterizado por sus acciones criminales e incluso esos guerrilleros atentaron contra la vida del presidente de la República, Iván Duque, hace apenas unos meses, operando de sus bases guerrilleras en territorio venezolano. Y también atentaron contra los cadetes de policía, asesinando con un carro bomba a 21 jóvenes y dejando más de 60 heridos.
Creo que no es posible establecer unas relaciones normales y no me atrevo a pensar qué podrá ocurrir con la política que irá establecer el presidente Petro, que es lo que más preocupa a los sectores democráticos colombianos.
Las relaciones diplomáticas y económicas, asi como la política de Petro son una gran incógnita en este momento.
Tiempo
Y el doctor Valera considera que las relaciones tienen que ser valoradas en su contexto histórico, porque esa debe ser la base fundamental entre dos países que durante 12 años, a partir de 1.819, fue un solo territorio denominado la Gran Colombia.
Somos muy parecidos en ciertos aspectos, especialmente en lo que tiene que ver con usos y costumbres.
Existe como una línea imaginaria entre las personas de ambas partes de la frontera e inclusive se han mezclado, porque se han formado hogares entre personas de los dos países.
Pienso que nunca debió haberse roto las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia porque esa medida no afecta a los gobiernos, sino a la población de ambos lados.
Hay más de dos millones que viven en la frontera, que comparten lazos de tradición e intercambios comerciales. Y ahora una migración venezolana hacia el territorio colombiano como la habido de colombianos hacia Venezuela.
La realidad histórica es mucho más importante que la ruptura de relaciones por razones políticas e idológicas.
Las relaciones son muy complejas porque involucran muchas cosas que hacen difícil la comunicación plena, como ocurre con los matrimonios, pero sólo pueden ser superados mediante la voluntad poniendo primero el respeto mutuo.
No creo que se puedan restablecer con toda normalidad porque hay aspectos que deben ser analizados, discutidos y sopesados porque hay muchísimos problemas de por medio.
Si ya se acordaron restablecer esas relaciones, no se llegaran a los arreglos esperados en corto tiempo y, por lo tanto, hay que ir paso a paso, muy acompasados, por cuanto hay intereses políticos, económicos y sociales.
Tiene que haber un acercamiento porque la expectativa mayor es la de colombianos y venezolanos que viven en la frontera, ahora mucho más importante por la gran cantidad de conciudadanos nuestros que viven y trabajan en el vecino país.
Más allá del restablecimiento de la frontera está planteado un desarrollo económico común en la zona fronteriza en la cual participen los dos países y, por supuesto, se le busque solución a los graves problemas que existen y los cuales no se han producido de la noche a la mañana, sino que tienen muchísimos años y se ha agavado la situación porque hay factores muy extraños para la convivencia normal. No es fácil encontrar la solución, pero mediante esas nuevas relaciones pueden sortearse dificultades. Es cuestión de tiempo.