El Banco Central de Venezuela ha demostrado, una vez más, su falta de independencia como institución y la ausencia de un plan que nos asegure como país recuperar la moneda y superar la crisis en la que nos metieron. Con cada nueva medida económica del régimen solo aumenta la inflación, se dispara el dólar, cierran más negocios, el desempleo se incrementa, el bolívar se devalúa, crece la inseguridad social y se hace cada vez más difícil sobrevivir. No hay aumento de salario que valga, la gente solo ve pérdidas. Todo el país es víctima de una constante improvisación.
Para entender todo lo que está ocurriendo, debemos ver primero las acciones del BCV. Durante lo que va de año, el Banco Central, a través de las mesas de cambio, insertó cientos de millones de dólares a la economía nacional con el objetivo de aumentar la cantidad de divisas en el mercado. Así, al haber mayor cantidad de dólares, menor era el precio que se pagaba por estos. Sin embargo, en las últimas semanas disminuyó este flujo de divisas, lo que ocasionó que se disparara su precio. En pocas palabras, la supuesta estabilidad que nos intentó vender el régimen solo era una estabilidad artificial.
Las divisas que entraban en la economía provenían de la golpeada renta petrolera y las menguadas reservas internacionales del país. Esto no es una medida viable en el tiempo, por el contrario, puede traer más problemas a la economía a largo plazo. La baja renta petrolera y las escasas reservas nacionales no pueden aguantar un gasto constante tan alto.
Desde hace muchos años no se publican estadísticas oficiales en el país. Los expertos y académicos deben hacer toda clase de malabares para tratar de esbozar una aproximación a la realidad económica venezolana e intentar predecir los nuevos males. Estamos seguros que detrás de esas cifras solo se evidencia el desastre económico que causaron.
En estas dos décadas el régimen no ha tenido una estrategia económica coherente con la realidad de Venezuela, capaz de lograr el desarrollo y ayudar a los venezolanos a gozar de calidad de vida. Estas políticas erradas solo engordan los bolsillos de algunos mientras le traen sufrimiento a millones, confirmando la poca disposición a trabajar por el bienestar de la gente.
Basta de manejar el país como una bodega privada, de aplicar el ensayo y error para ver qué funciona y qué no. Somos los venezolanos quienes sufrimos las consecuencias y los más perjudicados son quienes viven el día a día. Necesitamos mucho más que parches que no solventan la crisis. Necesitamos interés real, ayuda que mejore nuestra calidad de vida y merme el profundo miedo a ver como los ahorros se convierten en sal.
Este experimento fallido con el dólar es un nuevo recordatorio para los venezolanos, un mensaje claro de las razones por las que debemos unirnos, organizarnos y lograr cambios reales en el país. La reinstitucionalización y reconstrucción de la nación son necesarias y son la única vía para gozar de una economía sana y con crecimiento que nos permita vivir y no sobrevivir.
Stalin González