#OPINIÓN El coronel podrido, la institución es otra víctima #24Ago

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«Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo».
Sir Francis Bacon

La irrupción del coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista, con su acción depredadora en esta organización de utilidad social, con su corrupción y malos ejemplos, ha causado daño estructural profundo en la personalidad de tantos, además de la distorsión de la visión, misión y fines de esa entidad, al punto de que ha trasmutado la percepción que la población tenía de sus productos. La presencia maléfica de este truhan ha transformado incluso a sus productos para mal. El paso de este coronel psicópata por la institución ha dejado un peligroso impacto negativo sobre ella y en su entorno. Este disocial e idiota moral, es como un virus troyano que se instaló en el disco duro de muchos – en sus cerebros – y los ha llenado de basura podrida cuyo hedor se siente nauseante.

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Tiene muchas aristas considerar el asunto de solamente o únicamente remover del cargo a este repulsivo coronel psicópata, que se ha disfrazado de gente decente y de buena vibra, para lograr sus fines perversos de corrupción y extorsión. Se trata de un agresor social y de un agresor sexual que en la víspera de su remoción persigue irse ileso de responsabilidad, penal, civil y administrativa. Desde luego él debería ir preso y salir esposado del recinto de la institución. Con los ganchos puestos y darle grande publicidad a esta proeza de la justicia por todos los medios de comunicación y las redes sociales. Él es una fruta podrida y por supuesto ha corrompido a mucha gente. Ha podrido por contacto a muchas personas, que anhelan la presencia del coronel narciso para mantener su status quo delincuencial, para preservar su mundo de corrupción.

Seguramente usted en algún momento verbigracia ha comprado varios melones y al dejar que uno de ellos comience a formar moho y lo mantiene junto a los otros frutos sanos, el melón mohoso por contacto trasmite su condición de putrefacción a los melones buenos. El melón mohoso es el coronel psicópata. Y van a ser muchos los “melones” que dejarán de percibir el coronel psicópata y sus melones podridos.

Las células putrefactas quedan en la institución, la contaminación se ha diseminado cual esporas microscópicas llenas de maldad, vicios, impunidad, de prepotencia y jactancia, de mentes que ahora solo saben robar, extorsionar, posicionarse en escenarios corruptos, y muchos ya no saben cómo volver al redil de la ética, la moral y el respeto a las leyes. Como una víctima sodomizada que requiere largo, riguroso y extenso tratamiento para borrar las secuelas psicológicas que ha dejado el depredador, la institución requerirá un tratamiento sui generis, un tratamiento especial y espacial. Es necesario alejar a muchos funcionarios y otros empleados de la corporación. El virus está instalado en gran número de personas y se ha replicado, se ha metamorfoseado incluso y se ha apoderado de muchas conciencias ahora insanas.

El riesgo psicosocial del que he venido advirtiendo, es el daño psicológico y conductual que deja esta plasta social, por la indecencia de su gestión. Pero que se ha hecho su cena de despedida posando con una morisqueta de sonrisa entre sus monos voladores, para irradiar una imagen de viejo bonachón, en la que Ananás el gozón junto a sus cómplices henchidos se fotografían en las riberas, celebrando los miles de dólares que dejó la más reciente extorsión y por la hasta ahora impunidad de sus perversiones.

Una invasión extrema en la vida de tantos y la destrucción sistemática de los principios y los valores de otros que solo buscaban una excusa para poner también sus plastas inmorales. Los valores y principios de gente que no recibió en su hogar la guía correcta de sus padres , criadores o guardadores , porque les bastó nada más que apareciera en escena un tipejo sin principios que los arriara a la corrupción y ellos no le colocaron ni freno ni resistencia , solo se dejaron corromper y corrompieron a su vez. Sucumbieron tan arrastradamente a las apologías delictuales del coronel psicópata que seguro sus padres y principalmente Dios están avergonzados de tan corruptos hijos.

Con altos niveles de repudio, rechazo y desaprobación, este coronel infame deja la institución alterada. La gente decente lo execra mentalmente porque sabido es que los psicópatas cuando están al frente de una institución la corrompen y hacen que perdamos la confianza en ella.

El coronel psicópata es una fruta podrida y por sus frutos los conoceréis. Se juzga a alguien por su obra, la causa por el resultado. Esta paremia es de origen bíblico (San Mateo 7, 16). Ha sido tanta la maldad y la saciedad de las perversiones que caracterizan la gestión de este engendro que solo le aplauden sus cómplices en las riberas, vestidos de fluses y de galas, en cinismo y en ofensa a la gente decente.

Con actos impropios, sin pudor, sin disimulo, ni escrúpulos hacen cuanta anti ética, inmoral e ilegal aberración les permita el coronel psicópata, porque hasta ahora se sienten protegidos por el artífice de la corrupción, por este militar nunca más ascendido.

Ha mantenido activa en la institución este pervertido coronel, la operación trampa. Él es un tramposo por definición y eso es lo que ha caracterizado su quehacer diario en el que ha incursionado “alegremente” en todo tipo de delitos consentidos por sus superiores, otros inferiores tipejos de caradura, también impúdicos e inmorales.

Deshonroso ha sido su paso por la institución, así él quiera dar una imagen virtuosa que no existe. Perturbado psicópata, no puedes esconder tu personalidad depredadora, eres un ruin engendro maléfico. «Y en efecto, no eres un santo, eres un psicópata».

Desde luego, los psicópatas como este coronel no desarrollan conciencia. La frialdad con la que ejecuta los delitos y el desprecio con que trata a sus víctimas, es de tal vileza que la crueldad y la sevicia son los aderezos de su sadismo en tanto con ellos ofende su propia alma, a Dios y configura la violación a los derechos humanos. A este malicioso delincuente debería juzgársele como en Núremberg a los nazis por todos sus actos inhumanos.

Como el reflejo interlimb, la personalidad de este siniestro coronel psicópata aflora sin mayor esfuerzo descubriéndose artera su maldad que cobardemente manda a cometer a otros, que sodomizados se bajan los pantalones por sentirse émulos del rufián corrupto en su circunstancial momento efímero de poder, pero que sus cómplices y monos voladores en sus mentes creen que será eterno.

«Donde hay una raíz podrida, siempre habrá fruta podrida».
Joyce Meyer.

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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