Duelo entrañable de la cristiana comunidad de la Parroquia El Buen Pastor, constituye el lamentable deceso de la honorable Señora Isaura Cirila León de Marcano, quien por su inmensa fé y virtudes cristianas, ya puso en contacto su arcilla sagrada, con el áspero refugio del sepulcro, en esa consustanciación ineludible, que nos recuerda la celebración de la Ceniza: Polvo eres y en polvo te convertiréis, hasta que vuelvas a la tierra de la cual nacisteis. Conciliada con el espíritu de estas celebraciones, ha emprendido su peregrinaje de eternidad. Consolándonos en nuestra desolación, con los dones que el Padre Celestial reserva con goces a los mansos y humildes de corazón.
Nos domina la tristeza porque ya emprendió su viaje definitivo, la Catequista Mayor de Patarata, así la llamó, con reconocido mérito, el reverendo padre, Mario Bedino. Párroco anterior del templo El Buen Pastor, de grata memoria, quien apreció en Isaura, esa noble vocación de servicio y cualidades paradigmáticas que la consagraron, en tantos menesteres a servir con asiduidad y júbilo a la iglesia de Dios. Su más esplendida tarea era compartir con toda la comunidad, en fidelidad de cooperar con el párroco, la cristiana comunidad, con fe, con abnegación y en cualquier momento o circunstancia.
Con diligencia organizaba tareas de rezos, la liturgia de los bautizos, llevaba la sagrada comunión a los enfermos del vecindario, para que no fueran desprovistos de este auxilio divino. Por el tiempo de Cuaresma, organizaba las visitas de Viacrucis y la romería se extendía de casa en casa, que aceptaban complacidas esta religiosa festividad. Lo expresamos con dolor, este año, Isaura, no alcanzó a hacernos tan fervorosa invitación: el señor la invitó al cielo y estoy seguro, desde tan augusto sitio, vela por nosotros.
Para darnos satisfacción, Isaura, era huésped continuo de nuestro hogar y junto con mi esposa Fanny, compartíamos su grata visita, que juntos también, retornábamos en breve lapso, en reciproco contacto de amistosos encuentros. En celebraciones del ritual viacrucis, una estación se celebraba en el portal de nuestra habitación y desde allí, en compañía de otros vecinos de la Fundación, recorríamos las avenidas Las Turas, Negro Primero; Andrés Eloy Blanco, La Ruezga, hasta el final de la ceremonia, que adquiría de esta forma, una celebración colectiva, en preparación de la Semana Mayor.
Amplia y encomiástica fue la obra de promoción, de cooperación con las funciones eclesiásticas y de eficaz asistencia, realizada por Isaura en la Comunidad de Patarata, que en veces se hacían en sitios extra comunidad. Fue una tarea, expresión de un espíritu de vocacional servicio. Desde el punto de vista religioso, tenía por virtud, prestar servicio a los fieles para redimirlos de las garras del pecado y desde el punto de vista pedagógico y educativo, instruir a los catecúmenos en una sabia y veraz formación cristiana y en sus compromisos con la Iglesia.
Fue laudable la obra de promoción y de eficaz asistencia religiosa cumplidas por Isaura, consagradas al noble servicio de la Parroquia de Patarata, en un rol permanente que comprendía tanto el templo del Buen Pastor y su católica comunidad, dentro de un propósito consabido, de alcanzar la mayor gloria de Dios. Pues, debe entenderse, en todo el conjunto, tarea moralizadora, específicamente, de bien común y de ascendencia patriótica, por su elevación moral y espiritual, que podemos medir en sus exactos límites, tras haber emprendido este viaje definitivo, tras la gloria de la resurrección. Buscaba preparar la comunidad para rescatarla de las garras del pecado, invitando a asistir a la santa Misa, practicar la caridad, ofrecer oraciones, dirigir al Altísimo las súplicas del pueblo, petición constante a los fieles para acatar los principios y deberes cristianos y observar un comportamiento de habitantes de una comunidad cristiana.
Bien entendía Isaura, que la moral es indispensable acicate para afianzar la vida social y hacer una humanidad mejor. El Libertador, no cesaba en propalar, que la perdida de la moral pública, contribuía a la disolución de la Republica. Hoy padecemos una pavorosa crisis moral que entumece toda la nación. La Iglesia venezolana es la sede de un patrimonio moral inexpugnable que poseemos. La sola conservación de los principios religiosos y morales en la conciencia de las multitudes, es una de las altas obras de patria, que debemos cumplir con ahínco y puntualidad.
En el sueño profundo en que Isaura se ha sumido, deseamos que un Coro de Serafines, cubra su reposo eterno y al Supremo Hacedor, con estos evocadores versos de Francisco Luis Bernández, llenos de espíritu cristiano le imploramos, con mística unción:
Señor: concédele tu amor sin tasa y si no puedes concederles otros concédele este cielo de mi casa para que vele siempre por nosotros.
#Opinion: Isaura, catequista de Patarata Por: Francisco Cañizález Verde
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