La política es una vocación que tiene que colocarse al servicio de la justicia, del amor, de la solidaridad y del Bien Común.
Mi vocación política está íntimamente vinculada con mi vocación cristiana. El Papa Ratzinger, Benedicto XVI nos dijo: Dios es Amor, y el amor es la piedra angular de la Doctrina Social de la Iglesia. La Doctrina Social Cristiana.
Ser cristiano es algo más que aceptar unos determinados valores e ideas. Hay que dar testimonio. Jesús tenía un sentido incondicional de la justicia. Estaba lleno de amor por los niños, los pobres y los enfermos. Respetaba la libertad y la dignidad de los pecadores y de los marginados sociales.
La Doctrina Social Cristiana arranca de una contemplación de la persona como un ser investido de una dignidad muy especial. Cada persona merece un respeto muy grande. Y esto es así especialmente en relación con los más pequeños, los pobres, los necesitados, los marginados.
La política es una vocación que tiene que colocarse al servicio de la justicia, del amor, de la solidaridad y del Bien Común.
El evangelio nos dice: ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así.
Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de todos y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. (Mc 10, 42-45).
Los conceptos fundamentales en la Doctrina Social Cristiana son: Persona. La dignidad de la Persona como hijos de Dios y como seres con vocación de regresar a Dios. Para un social cristiano esta visión de la dignidad de la persona es un concepto fundamental que nos compromete con la Justicia Social, con los más pequeños, con los más pobres, con los enfermos y los más vulnerables, con los ancianos, con los trabajadores.
Otro concepto fundamental es el de la solidaridad. Concepto que nos pone al servicio del prójimo y nos aleja del egoísmo y de la codicia. El Bien Común nos compromete a luchar por el progreso de la comunidad, del municipio, del estado, de la Nación y de la comunidad de las naciones. Y, finalmente, el principio de la subsidiaridad que ilumina la idea de una sociedad en la que puedan desarrollarse libremente los grupos y las comunidades en paz y justicia. Ese conjunto de principios constituye la gran visión del pensamiento social cristiano.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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