En Venezuela tenemos millones de razones para protestar. De acuerdo a los datos del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, solo en la primera semana de agosto se registraron 96 protestas en todo el país, encabezadas en su mayoría por docentes que se niegan a guardar silencio ante las injusticias cometidas en su contra. Los docentes, al igual que el resto de venezolanos, no agacharán la cabeza para ser meros espectadores de la decadencia del país.
Los docentes son ejemplo claro de las dificultades que atraviesa el trabajador venezolano. No solo han visto durante años la pérdida de su poder adquisitivo, producto de una inflación galopante, sino además, han atestiguado como el régimen les quita progresivamente sus beneficios laborales, como el seguro médico o el seguro funerario. No conforme con ello, han recibido solo una pequeña parte de su bono vacacional y recreativo, que les corresponde al terminar el año escolar.
Desde hace años los docentes, y todo el personal educativo, han exigido que se les pague un salario digno. Han realizado cientos de protestas sin recibir respuesta alguna y han visto como hacen oídos sordos desde las instituciones del Estado. El atropello relacionado al bono vacacional y recreativo fue la gota que derramó el vaso, dando pie a que inicie una nueva ola de protestas en todo el país, donde docentes y trabajadores de todas las áreas, exigen que se dignifique su labor. Las medidas arbitrarias del régimen afectan no solo a quienes queremos un cambio político en el país, sino también repercuten negativamente en aquellos que siempre han apoyado su modelo. No es de extrañar ver a trabajadores de distintas ideologías y posturas políticas unidos en una sola causa: la reivindicación de sus derechos laborales y sociales. Aquí todos salimos perjudicados, sin importar colores.
El régimen no ha parado de llenar sus discursos y propagandas asegurando que tenemos un presidente obrero que conoce las dificultades que afrontan a diario los trabajadores y se preocupa por su bienestar. Pero detrás de eso, sus acciones son totalmente opuestas. Preocuparse por maestros y profesores es pagarles un sueldo digno y respetar sus derechos, no atropellarlos. Aquí solo se benefician unos pocos, mientras la mayoría sobrevive a las calamidades.
Decía Martin Luther King que nuestras vidas comienzan a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan. La causa de los docentes es la causa de todos los venezolanos. Estamos cansados de la burla constante de las desgracias de todos los venezolanos. Este país nos necesita organizados y firmes frente a este modelo que viola nuestros derechos. También nos necesita unidos para poder lograr un Estado que de verdad respete y se preocupe por todos los venezolanos.
Stalin González
