Guarapo, dulce expresión que nos remite a diversas preparaciones caseras y comerciales que conforman el amplio repertorio de bebidas que se consumen a lo largo y ancho de Venezuela. De ella se derivan otros vocablos y frases que forman parte de nuestra característica forma de expresarnos y que nos permiten reconocernos como venezolanos en cualquier contexto foráneo. Se trata de una palabra cargada de musicalidad, con ritmo de tambor y melodía aborigen. Es quizás por esta razón que tantos compositores le han cantado a las múltiples formas que asume el guarapo dentro de nuestra geografía.
El inmortal Alfredo Sadel, artista polifacético que acaparó la atención internacional por su prodigiosa voz y su carismática presencia escénica, compuso, en plena cúspide de su estrellato, un pegajoso merengue caraqueño titulado El Guarapo.
Que sabroso este guarapo que se toma por aquí,
caraqueño y de los guapos, este jugo alimenticio, que nos hace revivir.
Vitamina y minerales, métase usted en la barriga, pa’ que pueda así decir:
Sangre y caña, pa’mis penas, caña dulce pa’ mi alma, quién se puede resistir.
Bebiendo guarapo fresco, le doy un beso a mi tierra y un placer a mi sentir.
“Cómprame guarapo, pa’ que seas feliz, toma este guarapo, no te vas de aquí”.
El tema de Sadel hace referencia al jugo fresco que se consumía al pie de los rodillos, instalados en negocios o puestos ambulantes, que exprimían las largas espigas de caña madura recién cortadas, de cuyas entrañas brotaba un líquido verdoso que solía ser servido muy frío con abundante jugo de limón para equilibrar sus elevados niveles de azúcares. La letra resalta las bondades nutritivas de esta bebida energética que aporta al organismo minerales como calcio, hierro, fósforo magnesio, manganeso, potasio y zinc así como el ABC de las vitaminas y una gran concentración de antioxidantes y proteínas. Es por esta razón que en las playas de la isla de Margarita los ocurrentes vendedores ambulantes lo pregonan como el gatorade criollo.
El clima cálido de nuestra tierra nos invita a consumir con frecuencia bebidas refrescantes que ayuden a sobrellevar las altas temperaturas del ambiente. Entre las variantes del guarapo venezolano que se consumen frías tenemos versiones muy sencillas que se preparan tan solo diluyendo en abundante agua trozos de papelón o azúcar o los elaborados con zumos de frutas cítricas como el limón, la piña, la parchita, el tamarindo, mezclados con agua y endulzados de la misma manera. Sin embargo, sigue siendo el extracto del jugo de la caña el guarapo más mencionado por los compositores nacionales, como es el caso de Virgilio Arrieta quien le dedica un hermoso verso en su canción Las cosas bellas de Lara:
Métase a los pueblos y verá que tengo la razón.
Tómese un guarapo e’ caña con un toque de limón.
El limón le limpia el alma y el guarapo el corazón.
En contraposición a los refrescantes sorbos de los guarapos fríos tenemos las pócimas medicinales que las abuelas nos servían en tazas humeantes y que, como por arte de magia, aliviaban los males del cuerpo y del alma. Se trata de infusiones elaboradas con flores, hojas, tallos, raíces, frutos o especias, o combinaciones de varias de ellas, en las que se sintetizan los saberes curativos de nuestros ancestros. Manzanilla para el estómago, toronjil para los nervios, anís estrellado para los gases, valeriana para el sueño y así una larga lista de guarapitos que surtían efecto de inmediato, especialmente si estaban acompañados de la caricia sanadora de la mano materna.
El maestro Jesús Rondón junto a Lorena Liendo compusieron una gaita de tambora titulada Está hirviendo el agua e’ tilo, incluida en el disco Árbol Sagrado de los Vasallos del Sol, producido por la Fundación Bigott en el año 2004, a través de la cual nos hace recordar esas aromáticas preparaciones.
Está hirviendo el agua e’tilo del llantén y la canela,
no tanto cura el guarapo sino el amor de vieja.
De tu voz y en tu regazo mi primera melodía,
protegida por tus brazos mi primera luz del día.
Tu caricia alcanforada sana todos mis desvelos,
Tú guías mis esperanzas, por ti ser mejor yo quiero.
La luz de tus ojos brilla como el sol de mis caminos,
quiero que alumbres mis días para aclarar mi destino.
En estos tiempos de electrodomésticos y de ingredientes elegantemente empacados, la preparación de estos guarapos es cuestión de pocos segundos. La modernidad ha dejado atrás a los viejos fogones y hornillas, a las desgastadas ollas guaraperas, a los molinos y morteros para triturar las especias, a los coladores de metal reservados tan solo para esos fines, a los grandes pocillos que conservaban el calor por largo rato y a la conversación en torno a la mesa de la cocina mientras se esperaba con paciencia a que hirviera el agua.
Hay que prepará el aliño pa’ponerlo a cocinar,
mi madre no usa mortero, usa piedra de pisar.
Si cada vez que yo cante te recuerdo a ti mi vieja,
yo te dejo mis cantares con la luna y las estrellas.
Dentro de esta categoría de guarapos calientes no podemos dejar por fuera a nuestro cafecito, ese que se prepara clarito, algunas veces recolado, que se sirve en las tardes para ahuyentar el sueño vespertino. En nuestros pueblos se le llama guarapo o guarapito especialmente si está endulzado con papelón. Mención especial para el aguamiel o agua de panela andina, que se prepara hervida y sirve para calentar el cuerpo en las heladas cumbres de los páramos.
Y si de guarapos hablamos, no podemos dejar de lado su contraparte femenina, la guarapa o guarapita, versiones mundanas de nuestros refrescantes y medicinales guarapos. Si bien el jugo de caña fermentado era tenido por bebida alcohólica, a partir de la cual se desarrolló la pujante industria del ron, también se llama guarapita a la combinación de un guarapo de papelón con aguardiente de caña o, por extensión, con otros licores artesanales como el cocuy, la caña clara o el miche. Otra versión de las guarapas o guarapitas son las elaboradas combinando diversos jugos de frutas con licores de caña.
La agrupación Un Solo Pueblo, con la voz de inconfundible de Francisco Pacheco, grabó un golpe de tambor titulado Guarapita en la que se detalla la composición del trago, la forma de servirlo y la los resultados que genera su consumo.
Guara guara, guarapita, lleva guayaba, naranja,
también se le echa parchita.
Toma guarapita tu bebida natural
la que te alegra la vida y te pone a parrandear.
Debes tomar tu guarapa con mucho conocimiento
porque así como disfrutas de los mejores momentos.
Es más barata que un whisky, te cuesta menos que un ron
y tienes el mismo efecto pa’ alegrar el corazón.
Con la leche condesada, azúcar o papelón,
endulza tu guarapita pa’ que no te de ratón.
Si bien las guarapas y guarapitas son consideradas bebidas alcohólicas de menor impacto, su consumo debe ser llevado con mesura. Su grato sabor frutal, lo dulce y refrescante de cada sorbo puede generar que un desprevenido tomador resulte rápidamente afectado.
La fruta en la guarapita, limón, naranja, guayaba,
lo mismo que la parchita, con bastante caña clara.
Lo mejor de la guarapa, además de su sabor,
preparas una botella de caña y te salen dos.
Pa’ tomarse la guarapa, solamente hay tres maneras:
con hielito, al natural o fría de la nevera.
El que inventó el aguardiente, tiene de estar en la gloria,
porque esa es una victoria para todo inteligente.
Como muchos de los términos de nuestra gastronomía, el vocablo guarapo ha sido incorporado a diversas expresiones populares. Con frecuencia decimos que a alguien se le aguó el guarapo cuando repentinamente se torna triste o nostálgico. El término aguarapado que se refiere al color café de los ojos de alguna persona o, en ocasiones, al leve llanto que los cubre de manera repentina. Refranes como entre fuerte y dulce como el guarapo expresa los vaivenes de la cotidianidad, entre lo bueno y lo malo.
Que siempre haya buena música en nuestro día a día y que nunca falte un buen guarapo en nuestras tazas.
Miguel Peña Samuel