«La mitad del daño que se hace en este mundo,
se debe a las personas que quieren sentirse importantes»
T.S. Eliot
Relata el funcionario la vicisitud por la cual este maléfico coronel años antes se había cruzado en su camino, muy anterior a que fuera su jefe y de cómo cual mala espina dejó la peor impresión dada la personalidad de la que hizo alarde el narcisista felón. «El día fue malo solo por habérseme atravesado ese patán, aunque por resiliencia había olvidado aquella tarde de nubarrones que ahora viene a mi memoria».
Conocí a este coronel psicópata en el día malo, en un embotellamiento en el puente. Replicó ser abogado ante el reclamo de otro que sí lo era, del cual pretendió abusar autoritariamente, como siempre se trató de un fraude, el doctor fraude insuflado de despotismo y envalentonándose de su poder circunstancial, desgraciado castrense que vive en una psicosis permanente, es un impostor, siempre lo ha sido. Su impostura le deviene de su complejo de inferioridad por el cual se disfraza de superior a todos y miente haciendo alarde de ser más que los demás, de ser superior a sus víctimas o a su sus presas o a quien él envidia o de quien cree que le tiene envidia, para superar artificialmente en la inmediatez de su psicopatía a quien real y evidentemente es superior a él y en ese afán se dispara como el “reflejo Interlimb”, pero en su caso echándoselas de grandioso, de megalómano, siendo este el paraguas donde esconde el rabo, su rabo licantrópico y esto será objeto de otra epístola. Se volvería a cruzar desgraciadamente en mi camino, años más tarde acota el funcionario, pero no lo identifiqué inicialmente sino ya después, pasando la película del tiempo cuando me libré de su maléfica presencia. «Dijo el funcionario».
Resulta habitual escuchar hablar sobre el abuso de poder del coronel psicópata. Ya en el puente dejó muchas historias de abuso, despotismo y de corrupción. En el bar en el salón de oficiales es el relato casi obligado. Los amigos de mi padre me revelan las andanzas y no eran comidillas. Siempre se aprovecha de su rango para depredar, le es connatural influir en los demás y manipularlos, con lo que altera las realidades y las situaciones siempre a su favor para esconder sus delitos y corrupciones. Y como gato esconde sus excretas pero el hedor lo descubre. Y hace uso indebido de su capacidad de influencia por sus estrellas para causar daños de diversos tipos.
Es un desequilibrado, que se ha podido esconder bajo el ropaje militar para pasar desapercibidos su ensañamiento criminal y su perversidad, sus ínfulas y su envalentonamiento, por lo que algunos atribuían sus excesos a la reciedumbre castrense, pero craso error, se trata de un psicópata.
Han sido víctimas de los abusos de autoridad del coronel psicópata: niños, ancianos, enfermos, jóvenes, reos, mujeres, empleados, pobres, y en general ignorantes, inconscientes o desposeídos. Y los esclavos voluntarios, aquellos masoquistas que se dejan mangonear porque tienen tasadas ganancias y negociados. El maldito coronel le saca punta maléficamente a su momento de poder con el incremento de los niveles de sadismo y maldad en su record delictivo en el registro de la violación de los derechos humanos. Pero memento mori. Han sido víctimas además de personas por lo que ha de perseguírsele y hacérsele preso; pero también los animales que él ha visto indefensos, algunos les han servido de tiro al blanco.
Por su influencia sobre otros, como subordinados y analfabetas funcionales, gente de talentos serviles y sujetos de mentes pequeñas, es un abusador amañado por cuyas destrezas en el engaño las personas con baja autoestima se sienten impresionadas porque tienen un “amigo” coronel, sin percatarse que los psicópatas no son amigos de nadie, pues ellos te usan como súbditos y sirvientes, y este narcisista militar utiliza un carisma embaucador por lo que con la ayuda de crédulos y pendejos cómplices se le ha facilitado adueñarse de cuantiosos recursos sacándole provecho ilícito a entes que se le han confiado para gerenciar.
Perpetra abuso, por medio de juegos psicológicos, juegos mentales para controlar o dañar emocionalmente: mediante la humillación, la intimidación, el acecho, instaurando miedo y temor, profiriendo un abuso verbal. En despótico y degradante performance, ejerce formas de dominio y control autoritario, abusivo como jefe en las relaciones laborales. Se siente valiente porque tiene un arma al cinto, porque es coronel y está apoyado por su compadre, se envalentona afincado en su contexto y en su circunstancia. Se infla cual narciso porque es más veloz que Michael Phelps dice él, porque con los dineros que ha robado se conoce medio planeta. Quítale el cargo dice Sussana y el coronel es nadie. No se cae a coñazos limpiamente con alguien porque es un cobarde. «Yo soy el coronel sin cojones, porque esos me los da el arma, el rango y la posición circunstancial».
En siniestro complot con sus monos voladores, especialmente con Abacaxi combina formas de abuso, y ha perpetrado daños, males y sufrimientos a los funcionarios por abuso de poder, generándoles frustración, humillación baja autoestima, depresión, descrédito, dolor, sufrimientos, encarcelamientos, aislamientos, entre otras violaciones a los derechos humanos.
Las características de la personalidad del coronel psicópata que operan como indicadores detectables en su naturaleza y que muestran sus tendencias conductuales de abuso total de poder son: Estilo de comunicación autoritario, disposición egoísta, afán de poder, dificultad para aceptar sugerencias o críticas, alta necesidad de llamar la atención, placer por dañar a personas y a animales, uso frecuente de drogas, placer por transgredir las leyes, enfermiza competitividad, y posibilidad de actuar en contextos de impunidad judicial.
El coronel psicópata usa sus cuotas de poder para abusar convencido de que actúa de forma adecuada o legítima. Son muchos sus desmanes, los que ha ejecutado utilizando su cargo o su jerarquía como excusa.
Al analizar el abuso de poder por parte del coronel psicópata, debemos examinar algunos aspectos detenidamente: lo hace intencionalmente, malévolamente con dolo malo, con el propósito de despreciar y de depredar, de minusvalorar al otro, de atacarle su autoestima; las maneras y los mecanismos que emplea son deplorables para pisotear a las personas, sean sus subordinados o funcionarios libres que él ve como de su propiedad, los ve como esclavos. Cuando abusa de su poder tiene la intención consciente de malograr a su víctima sea espiritualmente o físicamente cuando esta somatiza el daño psicológico. Siempre tiene mala intención al ejercer despotismo con su abuso de poder y de autoridad. La forma de actuar del coronel psicópata es de sevicia y castigos severos psicológicos que están proscritos en el mundo de libertades y en la carta de los derechos humanos. Sus métodos inhumanos revelan por lo general, inconsciencia o crueldad; irrespeto moral y carencia de empatía, falta de respeto o compasión. «Este hijo de primos hermanos».
Las consecuencias del abuso por parte del coronel psicópata deberían ser suficientes para que se le exija que modifique su conducta vía tribunales de justicia o que los funcionarios dejen de tener miedo y protesten ante los medios de comunicación que están ávidos por escucharlos. Se los aseguro. Regularmente los abusados sufren y pierden. Tal como me han escrito. « El Abacaxi nos grita y nos irrespeta, cree que no valemos nada, que somos basura». Cambiar eso, implica aleccionar al abusador, pues si éste no recibe castigo por sus actos, se abona el terreno grisáceo y cómplice de la impunidad que estimula nuevos abusos, como en efecto se repiten. El conductismo nos enseña que la conducta premiada tiende a repetirse. Y la omisión, la negligencia, operan aquí como premios a la acción antisocial del coronel psicópata y los gritos y regaños abusivos de su herejía Ananás el gozón.
El coronel psicópata junto a sus monos voladores protegidos, mienten, agreden, roban y violan las leyes, están abusando del poder que sus derechos les confieren y se burlan de todo y de todos mientras su Jefe está en el apogeo de su maldad y de su circunstancia finita. Si lo hace la máxima autoridad del ente o el Jefe psicópata resulta mucho peor, y ese idiota moral, pierde credibilidad y legitimidad, y se expone a sanciones legales, muchas de ellas imprescriptibles. El largo brazo de la ley les espera.
La ética es la capacidad individual de evaluar cada situación como buena o mala, conveniente o inconveniente, adecuada o inadecuada, de acuerdo con los valores propios o particulares. Evidentemente en la institución los desmanes se han salido de las perspectivas, como quienes abordan una ruta maldita cuyos guías son dos obreros malvados que se burlan de Dios para bajarse los pantalones en una entrega sodomita al coronel psicópata, porque no tienen autoestima ni dignidad y su única respuesta ante tal deslumbramiento de sentirse amados por el narcisista es arrastrarse y ofrendar sus almas al duende maldito.
Cuando la moral falla porque en la familia no se arraigaron valores, el desempeño individual en el ejercicio del poder falla también, porque la moral es propia de las convicciones y tradiciones sociales ejercidas como presión sana a los miembros del grupo, para el sostenimiento de las buenas costumbres, que en el caso de la institución regentada por el coronel psicópata brillan por su ausencia en él y en quienes deben dar el ejemplo, de bondad, educación rectitud, buenos modales y empatía.
Y la ley que es el marco de las normas regulatorias aceptadas para la convivencia de las sociedades, incluidas las sanciones aplicables a quienes delinquen, debe ser respetada, pero el psicópata es un burlador de las leyes por excelencia y este militar enfermo está alcahueteado para perjuicio de la sociedad. «Pero el largo brazo de la ley los cogerá».
«El mérito auténtico es, pudiendo hacer daño, no hacerlo».
Publilio Siro
Crisanto Gregorio León