Con su célebre radioteatro La Guerra de los Mundos, el estadounidense Orson Welles representa la más emblemática experiencia radiofónica mundial. Condición que lo hacen uno de los pioneros del lenguaje del medio de las ondas hertzianas, más su alto valor estético y versátil dominio de esta forma de arte.
Hombre multifacético incursiona triunfalmente en la radio, teatro y cine. En la radio destaca como: actor, director, guionista, productor y locutor.
Pertinentes contribuciones
Es un precursor con pertinentes aportes al desarrollo de este dispositivo comunicacional. Lo hace junto a Edward R. Murrow, el inventor del periodismo radial, Bertolt Brecht con su Teoría de la Radio, la BBC Mundo por sus métodos de trabajo periodísticos y la Agencia AP con su manual de redacción para radio.
Todo ello cuando la radio balbuceaba por la falta de desarrollo de sus propios códigos y recursos técnicos sufriendo el bloqueo de los dueños de los periódicos que entonces se negaron a suministrarle noticias.
Su mayor aporte se enmarca en el arte radiofónico con su famoso espacio La Guerra de los Mundos, una adaptación de la obra literaria del mismo nombre del escritor británico H.G. Wells. En el mismo puso sus mayores empeños y demostró sus inmensas condiciones para el medio inventado por el italiano Guillermo Marconi en 1894.
Valoración del sonido
La radio es un medio estimulante de la imaginación mediante la creación de imágenes sonoras. Es precisamente lo que acertadamente logra Welles con su obra. Un guión tan real, inspirado en la ficción literaria a través de CBS de Nueva York, que causó una tragedia el día de su emisión por el empleo de la expresividad en que se activan el “aquí y ahora” consustanciales a la radiodifusión. La materialización de la necesaria empatía por radio para atraer y seducir al oyente con el portento de sus recursos sonoros usados con eficiencia que permiten la penetración y persuasión del mensaje.
Una obra en que convergen la estética, técnica, escritura y vestigios del género periodístico radial. En ese guión son apreciables los axiomas de la radio que el norteamericano domina y despliega en su máxima creación sonora que lo convierten en un privilegiado de su historia. Una odisea que acomete de manera intuitiva y original cuando la radiodifusión estaba ayuna de sus propios códigos de trabajo.
A la luz de esos axiomas la radio es sonido, imaginación y técnica. Así pues, cuando todo estaba en ciernes o por hacerse en esa materia en la radio, Welles irrumpe con los mismos para dejar su indeleble huella como trabajador del arte radiofónico. Pero lo que más llama la atención es su conciencia de uno de los componentes de su lenguaje: la voz con la que más se comunica el hombre a diario con el sonido de sus palabras y señales.
Precisamente esas fueron las claves del éxito de su obra a los 23 años. Lo primero es la certera utilización de la voz de su narrador Welles y los restantes actores del elenco. Éste supo sacarle el máximo provecho a la misma con el debido brillo o color, vale decir, modulaciones, tono, timbre, volumen.
El investigador colombiano Oscar Julián Cuesta Moreno nos recuerda que usó varios timbres vocales durante la emisión para impactar a los oyentes. Y así dejarnos la lección de que para hablar por la radio se debe conocer su lenguaje. Pues, como dice la mexicana Lidia Camacho C., citada aproximadamente, por la radio habla mucha gente pero muy pocos saben de radio.
A nuestro parecer, este guión creemos se corresponde con la naciente cultura de masas de entonces en cuanto a la verosimilitud que lo hizo creíble, aunque se trataba de una ficción. Tiene el aguante en la Retórica de Aristóteles por la capacidad para persuadir al público.
Los detalles
Cuando se analiza este guión nos encontramos con varios detalles por demás llamativos. El primero es que está escrito con oraciones largas y con cláusulas incidentales no recomendable en radio donde predomina la oración simple y corta. Un hecho que por supuesto para nada lo desmerita.
El uso de la música como instrumento sonoro a manera de ráfaga con el tema “Piano Concierto No. 1” de Tchaikovsky”. La misma le imprimió al guión un contagioso dinamismo más cierta atmósfera de suspenso y dramatismo que convirtieron aquella ficción en algo casi real. Se trata de un largo concierto de 36 minutos con sus altos y bajos instrumentales reflejos de una variedad de climas auditivos, entre estos los solos de violín más cercanos a dicho propósito.
El error intencional por parte del escritor cuando le marca al narrador y actores dudar, titubear y hacer pausa para lograr mayor credibilidad. Esto igualmente le inyecta realismo al libreto. Es lo que denominamos “la estética del error por radio”.
El otro detalle es la utilización de la técnica periodística en los pases a un reportero que informa sobre la invasión de los extraterrestres a la Tierra. Para ello Welles recurre al formato del extra o flash con su efecto sorpresa más nuevos ángulos de la información. Son varios reportes urgentes que sucesivamente interrumpen un concierto musical lo cual también le aporta verosimilitud.
Al momento de la emisión del programa el marco sociopolítico internacional es el de un mundo amenazado por las dictaduras del fascista Adolfo Hitler en Alemania y el comunista Joseph Stalin en la URSS. Estábamos a las puertas de la Segunda Guerra Mundial que estalló en 1939. La gente era pasto del miedo a esas tres amenazas. El público que escucha el programa por CBS estaba predispuesto psicológicamente.
El 30 de octubre de 1938 es radiado dicho guión que produce una conmoción en la ciudad de Nueva York. Esa noche la policía recibió más de 2 mil llamadas de emergencia. Es tal su realismo que la gente creyó que era verdad la invasión de los marcianos a la Tierra. Welles había logrado su objetivo con su talento al demostrar su versatilidad para su arte y el poder comunicacional de la radio. Se trata de la tantas veces proclamada magia de la radio que sigue existiendo pero descuidada y olvidada por quienes participan en la misma.
La radio cultural
Conceptualmente la cultura es uno de los géneros radiales al que se le suele huir como al Diablo mismo por lo exigente. Con todo, Orson Welles (6-5-1915-10-10-1985) es un decidido cultor del género cultural en el formato del radioteatro el cual exalta en su célebre obra radiofónica. Un espacio del que el oyente no se despega por atrapar la atención del sentido del oído. Un órgano infiel e inexacto con los riesgos de la distorsión del mensaje pero al que Welles sabe valorar y cultivar. Visto que cree firmemente en el potencial artístico y cultural de la radio cuando todo estaba en pañales. El género tiene en su persona a un precursor que demuestra con creces.
En ese sentido dejó para la posteridad su conocida definición del medio: “La radio es cine para ciegos” La misma recoge exactamente el mundo de las imágenes sonoras que caracterizan a la radio y que entran por el oído con la fuerza de lo emocional, temporal e inespacial como caracteriza en 1938 el periodismo radiofónico Edward R, Murrow. La consumación por Welles de la estética radiofónica al activar creativamente su rico lenguaje, el cual conoce y despliega con certeza.
Hoy el género de ficción es considerado, por estudiosos de la radio en España, como uno de sus salvadores ante la avalancha de la comunicación digital. Welles tuvo el mérito de adelantarse en la década de 1930 del siglo XX.
Freddy Torrealba Z.
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