¿Ahora el emblemático Parque Zoológico Bararida de Barquisimeto convertido en pista de karting?
¿A quién se le ocurrió tan estrambótica idea, promovida con tanto alborozo por el gobernador del estado?
¿Qué espacio se gana al convertir de la noche a la mañana un ambiente natural, bucólico, tranquilo, familiar, con evidente daño ambiental además, en un lugar para el ruido de unas cuantas máquinas que se desplazan a considerable velocidad y sin un fin deportivo determinado?
Un logro para la «recreación y el disfrute de los larenses», dice un gobernador engolosinado, feliz él, realizado él, montado sobre un veloz carrito. Así nos da una demostración el gobernador Pereira de que bajo su histórico y eficiente mando ahora se puede hablar con propiedad de una «Lara en potencia».
Y ¿qué ocurre con la «recreación y el disfrute» de quienes solían (me incluyo) ir allí por las mañanas a visitar los animales, caminar, simplemente descansar o leer un libro sentados plácidamente en un banco, bajo un árbol, por cierto, refugio de una rica variedad de aves que ahora también deberán emigrar aterradas, como sin duda se verán afectadas las especies allí resguardadas?
A ver, ¿por qué el artífice de la «Lara en potencia» no construyó un kartódromo, con sus apropiadas medidas y en un área especialmente diseñada para tal fin? Porque, por muchos milagros que haga la revolución, no nos venga a decir el almirante que el diseño de las caminerías de un zoológico se adapta fielmente a las características específicas de un circuito o pista de karting, que incluye, por ejemplo, según nos explican, sistemas de absorción de choques, en los casos muy previsibles de colisiones.
Una última pregunta: ¿Consultó el gobernador a alguien, a los urbanistas, a los ambientalistas, a los defensores de la ciudad, o perpetró ese horrendo desaguisado simplemente porque a él le dio la soberana gana y a su autoridad nadie la desafía ni disminuye?
JAO
