#OPINIÓN Motivaciones telúricas de dos: Empresarios del campo #10Jul

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Producir a cielo abierto tiene al menos un quince por ciento de mayor riesgo que hacerlo dentro de instalaciones cerradas, además comporta dificultades sociales y legales que varían según el  tipo de gobierno donde se trabaje, sobre todo en aquellos países donde existe un control de precios sobre los alimentos, rubros principales que se producen en el campo.

Entonces los empresarios que asumen este riesgo de invertir en los sectores agropecuarios deben tener motivaciones muy especiales. Hoy queremos compartir con nuestros lectores extractos de entrevistas que le hicimos  a dos de ellos: Alejo Hernández y Adolfo Alvares Perera. Dos ejemplos de tesón y amor por la agricultura y la ganadería.

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La tierra según Alejo Hernández

La tierra siempre está ante nosotros, invitándonos  para el trabajo, para la siembra, la tierra es la madre generosa  que nunca nos defrauda. Si la tratamos con amor y le dedicamos lo mejor de nuestro esfuerzo, ella nos retribuye con hermosos frutos que sirven de alimento para el cuerpo y satisfacción de nuestro espíritu.

La relación del hombre con la tierra es sencilla. Es la voluntad venciendo las dificultades y es la naturaleza exigiendo el cumplimiento de unas reglas inmodificables puestas por Dios. En la relación entre el hombre y  la  tierra no hay trampas, no hay malentendidos, uno pone sus fuerzas, su talento, su perseverancia, y ella nos entrega multiplicados todos estos afanes, nos los  entrega en hermosas cosechas, benditas por el cielo y la esperanza.

Para trabajar la tierra hay que tener paciencia, mucha paciencia, y esto lo debemos entender todos quienes vivimos de ella, no importa que el cargo sea  ante una máquina de escribir o una computadora, o en el mantenimiento de equipos mecánicos o  en cualquier puesto no relacionado directamente con el campo. Hay que tener paciencia porque todo llega en su momento y en la vida todo se hace según los planes  del Señor y no según los antojos de nuestras aspiraciones.

Otra lección que nos enseña la tierra es la humildad. Y es que el hombre frente a los designios de la Naturaleza es insignificante, su orgullo es solamente un papel que el viento, el agua y el sol  convierte en nada, en apenas segundos      .La humildad es básica para todos quienes vivimos de la agricultura y esto lo debemos tener presente en todo momento para honrar a esa madre generosa que nos alimenta y nos cuida de la miseria.

El trabajo con la tierra también nos obliga a la unión y el respeto mutuo. Para sembrar se necesitan muchas manos, para cosechar se necesita paciencia y colaboración.  Para poder recibir los frutos de la tierra necesitamos obligatoriamente un esfuerzo mancomunado, donde todos debemos actuar en armonía .De esta misma forma debemos actuar siempre entre nosotros, respetándonos y entendiendo que en la unidad está la verdadera fuerza para lograr alcanzar las metas.

Curarigua según Adolfo Álvarez

-«Mi padre Augusto Álvarez nació en Curarigua, en el seno de una familia humilde. Él era un hombre de trabajo, así se definía él mismo frente al mundo. Curarigua , en los tiempos cuando mi padre se formó como trabajador , era una población muy próspera, sobre todo por la gran cantidad de trapiches existentes, los cuales molieron caña de alta calidad provenientes de las muchas haciendas circundantes que la producían. Era tal la fortaleza económica de Curarigua que mi padre nos contaba que de niño había asistido a fiestas o saraos donde los hombres vestían de paltó levita y pumpá.»

¿A qué se debía la importancia económica de Curarigua?

-«Básicamente porque era el centro de concentración y reenvío de los productos que se comercializaban entre Coro y El Tocuyo  Curarigua -explica Adolfo Álvarez – era el punto estratégico de la ruta comercial más importante del siglo l9 , se le denominaba el camino de la sal porque de las costas de Falcon traían en recuas de mulas sal  en sacos y de regreso , usando el mismo transporte se llevaba hasta el estado costero la producción agrícola de las zonas altas , cuyo centro urbano más importante era El Tocuyo.Dentro de ese ambiente de florecimiento económico y vocación de trabajo se formó mi padre Ese amor por la producción en el campo la heredamos todos sus hijos y creo la hemos honrado con nuestro esfuerzo y dedicación, amor por la tierra que también le hemos transmitido a nuestros hijos”.

Jorge Euclides Ramírez

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