Dios hizo al hombre de la nada. En realidad, hizo todo de la nada. Antes nada existía, todo era oscuridad, penumbra, como acabo de decir, era nada. El hombre no existía. Pero Dios lo creó y lo creó porque pensó que no era bueno estar solo, aunque El todo lo es y todo lo contiene. Sin embargo, el hombre todo lo quiere poseer, todo quiere que sea de su propiedad. Se enfrasca en unas guerras y matanzas terribles para dominar la tierra y lo que le “estorba”, lo quiere desechar (Niños, enfermos, ancianos). Permítanme reflexionar sobre este tema, serenamente, con el ánimo a veces encrespado, precisamente, por los acontecimientos o enfrentamientos señalados arriba. Miremos a cualquier lado y veremos esos enfrentamientos injustificados e injustificables.
Los diálogos teológicos e interreligiosos, se han visto dificultados por la fidelidad y firmeza de la concepción cristiana de Dios. Dice la fe católica que Dios es amor, pero muchas religiones discrepan del cristianismo por cuanto ven a Dios como un ser enfurecido, vengador y sin misericordia. Dice una de las plegarias eucarísticas que se rezan en los templos católicos: “A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busque.” Por eso Dios se hace niño, perdona y finalmente padece, muere y resucita. No cabe en la mente de un islamita, de un budista e incluso de un judío, que Dios, Creador, Ser infinitamente poderoso, eterno y Señor de la historia y del universo, perdone a quien le haya ofendido y mucho menos muera para redimir la ofensa infringida contra Él mismo. Pero así fue, eso no tiene otra explicación que el amor infinito de Dios al ser humano, el amor es la fuerza motora de la fe cristiana. Otro signo del amor a Dios es la existencia de cada quien, el ser humano no es un verso suelto, es la creatura por excelencia, la más amada por Dios y su ser procede de Dios, quien es el único dueño de la vida y de la muerte. El ser humano posee a la vez un elemento espiritual y un elemento material, por lo que pertenece a dos mundos, eso está a la vista, ningún otro ser creado goza de los atributos del ser humano, donados por Dios en un acto infinito de amor, pero el hombre desobedeció a Dios y éste, lejos de condenarlo eternamente, “ha tendido la mano a todos”, para reconciliarnos en su amor. Esta es nuestra fe católica, el derroche inmenso de amor de un Dios que nos perdona y redime. Este tema se ha puesto de nuevo de moda. La sentencia de la CSJ de los Estados Unidos, conocida como la Sentencia Roe vs Wade, que retorna a la prohibición del terrible crimen del aborto, ha despertado una polémica que parecía concluida. Para entender y vivir esta sentencia debe creerse en Dios, partir de la posición de que el mundo no es solo material y de que el único dueño de la vida es Dios. Todos los seres humanos tenemos derecho a la vida y nadie puede atentar contra la vida, don de Dios. Busquemos tiempo para agradecer a Dios, el más grande don de la historia humana: la vida.
Joe Rodríguez Ramos