#OPINIÓN Rembrandt: Lección de anatomía #27Jun

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Al médico cirujano y comunicador social

 Pedro León Torres.

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Los Países Bajos

Fue en los hermosos y sin iguales Países Bajos, tierra de los tulipanes y los molinos de viento, de las bolsas de valores, zuecos de madera y dilatadísimos viajes de navegación por el mundo, cuando el gran genio de la pintura Rembrandt Van Rijn, pinta por encargo de gentes acomodadas del poderoso gremio de cirujanos de Ámsterdam, enero de 1632, el famosísimo óleo Lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp, el que quizás sea la pintura de tema médico e hipocrático más famosa del orbe, óleo celebérrimo que dentro de una década cumplirá sus primeros 400 años de vida.

 Su vida

Será este hijo de un acomodado molinero de Leyden, uno de los mayores pintores de Holanda y del mundo (los otros serán Van Eyck, Van Dick y Van Gogh) que nace en 1606 y fallece en 1669.  De joven abandona la universidad para hacerse pintor. En un principio le sonríe la fortuna en este oficio, gana mucho dinero, fama y clientela, contrae matrimonio con una mujer rica, pero morirá solitario y endeudado enormemente, como se deja ver en un Autorretrato de 1666, pintura donde se contempla a sí mismo con absoluta sinceridad en un espejo. Sus ojos fijos y penetrantes, escribe Ernest Goombrich en su extraordinaria Historia del Arte, 1975, parecen mirar dentro del corazón humano. Es como un Shakespeare de la pintura. 

Es Rembrandt un contemporáneo de Van Dick y del inmenso español de Las Meninas Diego de Velázquez. Vivió en los prodigiosos tiempos barrocos en Europa, una cultura de signo mediterráneo que arropó a la América hispano lusa, cultura que nos alcanza hasta el presente, como afirma el venezolano Mariano Picón Salas.

 Como devoto protestante que era Rembrandt, ha debido leer una y otra vez la Biblia, penetrando agudamente en el espíritu de los episodios representados, sin teatralidad alguna, tales como La parábola del mal siervo, 1655, La reconciliación del rey David y Absalón, 1642, o el Jesucristo predicando, 1652. Hay en sus personajes algo único, muy idiosincrático, que se resiste obstinadamente a ser explicado por las diversas y hasta contradictorias sociologías del arte, como nos explica acertadamente el argentino Néstor García Canclini (La producción simbólica, teoría y método en sociología del arte, 1979).

Lección de anatomía

Cuando apenas cifraba los 26 años era Rembrandt ya un maestro de sobrada fama en la desprejuiciada, activa y comercial ciudad de Ámsterdam, cuando recibe el encargo de los cirujanos locales, que quieren retratarse para la posteridad en momentos cuando aprenden su oficio. Es un gremio poderoso e influyente, que ha logrado que el alcalde de Ámsterdam les entregue el cadáver de un delincuente ahorcado ese mismo día llamado Aris Kindt, para hacer pública disección. Todo un espectáculo social que recababa buena y jugosa taquilla. Se escoge el gélido mes de enero, día 16, para que se realice este acto científico que anuncia la modernidad en Europa, puesto que ello permite que el cadáver aguante por unos días el imparable proceso de putrefacción en esos momentos cuando comenzaba la “pequeña edad de hielo”, fenómeno climático que Philippe Blom hace responsable de la modernidad y sus logros intelectuales (Historia de la Pequeña Edad de Hielo, 1570- 1700)

Antesala anatómica

Las lecciones de anatomía eran frecuentes en esos años en los que se imponían las enseñanzas del gran Andrés Vesalio (1514-1564), quien con gran valentía desmintió por falaz, desde su catedra en la Universidad de Padua, a su colega Galeno, médico de la Antigüedad romana. Su libro, De humanis corporis fabrica, 1543, una verdadera joya de arte, aparece en la esquina inferior derecha del cuadro de Rembrandt. 

Sabemos quiénes eran los discípulos del eminente doctor Tulp, puesto que la lista de ellos aparece en las manos de uno de los siete personajes del óleo, reconocidos para la posteridad como Jacob Blok, Hartman Hartmanszoon, Adraen Slabran, Jacob de Witt, Mathijs Kalkoen, Jacob Koolvelt, y Frans Van Loenen. Sublime y aristocrática manera de ser recordados por venideras centurias.

La composición del óleo

 Lección de anatomía provoca de inmediato un verdadero e inusual goce estético. La figura central será el cadáver de Aris, que parece como en lívida resplandescencia, una luminosidad que contrasta con los tonos oscuros de los atuendos de cuáqueros de los ocho personajes, que, colocados en forma piramidal, actúan de diversa manera en la lección. No todos están atentos a la demostración del doctor Nicolaes Tulp, pues solo tres miran el brazo izquierdo, diseccionado previamente por un ayudante de Tulp (que no aparece en el cuadro). Los dos personajes de la izquierda parecen absortos en sus pensamientos, en tanto que los dos de arriba parecen mirarnos a nosotros, hombres del tercer milenio. Solo el doctor Tulp aparece con sombrero negro de ala ancha, y no mira el acto médico de disección que protagoniza con su mano derecha asiendo una pinza, instrumento quirúrgico con la que levanta uno de los músculos tensores del brazo inerte, pero de un rojo intenso, pero con su mano izquierda indica a sus discípulos de qué manera funcionan tales músculos.  

Sorprendente será que Rembrandt tiene un conocimiento de la anatomía humana extraordinario a tan corta edad, lo que lo hace aparecer un discípulo adelantado del belga Andrés Vesalio, fundador de la anatomía moderna. Es una como prioridad visual del pueblo neerlandés. Recordemos que fue en los Países Bajos donde se inventaron microscopio (1590) telescopio (1608) y que bacterias y espermatozoides fueron avizorados por primera vez por estos empíricos caballeros holandeses. Y qué decir del celebérrimo Principio de Huygens sobre la reflexión de la luz. Esa primacía neerlandesa del ojo y de lo visual se observa con nitidez sublime en pintores holandeses de diversas épocas, tales como como Veermer, El Bosco, Franz Hals, y en el desgraciado Vincent Van Gogh.

Curiosidades anatómicas

Observando con detenimiento este magnífico óleo del barroco holandés, podemos notar ciertas curiosidades. La primera tiene que ver con el brazo izquierdo en disección que es más largo que el otro brazo del difunto criminal, que logró de tal manera una insólita inmortalidad. El cuerpo yacente se asemeja en su posición a la de Jesucristo muerto, un magnifico escorzo oblicuo que toma Rembrandt del Renacimiento italiano. 

Otra curiosidad supone que el cadáver ha debido presentar muestras de cortaduras en el vientre para sacar los órganos de mayor facilidad para la putrefacción: estomago, hígado, intestinos. Nada de ello sucedió y esa parte aparece como intocada, al igual que la caja craneana.

Otras curiosidades

Los contemporáneos rayos equis han puesto al descubierto que dos de los personajes del cuadro fueron pintados con posterioridad por el mismo artista, quienes han debido pagar una importante suma de florines para esa tardía adscripción. Una buenísima inversión de los galenos neerlandeses de hace cuatro centurias, no cabe la menor duda.

  ¿Y qué decir del doctor Tulp? Ese no era su apellido, sino que es una contracción de la palabra tulipanes, flor que, como es sabido, son el símbolo de esta pequeña nación que le ha robado al mar espacios para crecer. Esas flores no son de allí, puesto que fueron importadas desde el lejano Kazajstán y de Turquía en el siglo XVI. Hogaño es la flor nacional de Holanda, símbolo de la nacionalidad.  El verdadero nombre de este galeno de la modernidad temprana era Nicolaes Pietersz Tulp, que ostentaba un cargo de Praelector de Anatomía y que debía como tal regularizar las disecciones públicas. Había nacido en 1593 y morirá en 1674, dejando una estela de probidad moral en su cargo de alcalde relecto de la ciudad de Ámsterdam. 

    Lección de anatomía es vislumbre de la modernidad que hará eclosión en el siglo siguiente, esto es, el racionalista y descreído siglo de la diosa Razón, el siglo XVIII que desacraliza el humano cuerpo. Es, además, correlato recordatorio de la condición humana en su fugacidad, un hecho inevitable que la orgullosa vanidad mundanal nos hace olvidar constantemente.  

Luis Eduardo Cortés Riera

 [email protected]

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