Por Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
La Academia Nacional de la Medicina (ANM) de Venezuela comunicó en nota de duelo el fallecimiento del Dr. Leopoldo Briceño-Iragorry, quien fue presidente de la corporación.
«Cirujano, pediatra y docente de impecable trayectoria académica y ciudadana”, fue también Individuo de Número, Sillón VIII de la ANM y de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, sillón XXII».
El Dr. Enrique López-Loyo, presidente de la ANM, y el Dr. Huníades Urbina-Medina, secretario, en nombre de la ANM, extienden sentidas palabras de condolencia a sus familiares y amigos “y nos sumamos en oración para que en unión de todos, consigan la conformidad en tan difíciles momentos”.
Desde este medio nos unimos al duelo de la comunidad médica y científica venezolana y de sus familiares.
El Dr. Briceño-Iragorry fue un consecuente colaborador de La Web de la Salud. Apreciamos sus valiosos aportes en esta tarea de divulgación del conocimiento.
En su Semblanza de la Promoción Centenario Luis Razetti, año 1962, de la Universidad Central de Venezuela, publicada en el medio, recordaba:
“Fuimos 257 jóvenes quienes el 21 de agosto de 1962 recibimos el título de Médico Cirujano de manos del Rector Francisco De Venanzi. Nuestra Promoción tomó el nombre de Centenario Luis Razetti, en honor a uno de los fundadores de la Academia.
Con el pasar de los años hemos ingresado a la Academia Nacional de Medicina, un buen número de ellos a nombrar: Elsa Báez, Claudio Aoun S., Rafael Apitz C., David Lobo K., Felipe Martin Piñate, Víctor Ruesta E., Horacio Vanegas F. y quien escribe esta reseña (LBI).
El Dr. Leopoldo Briceño-Iragorry, nació en Caracas en 1938, hijo del académico Dr. Leopoldo Briceño Iragorry y Corina Calcaño Romer.
“Expresidente de la Junta Directiva 2018-2020, Médico Cirujano en agosto de 1962 en la UCV, Instructor por Concurso de la Cátedra de Pediatría, Sección Pediatría Quirúrgica, del Hospital Universitario de Caracas desde 1966 Asistente 1968, Agregado 1974, Asociado 1978, llegando a Profesor Titular en 1981. Jefe de Servicio de Cirugía Pediátrica del HUC desde 1981 a 1988. Doctor en Ciencias Médicas 1979 de la UCV, Tesis sobre “Tumores abdominales en el niño”, Realiza Curso de Postgrado de Cirugía en el Hospital de Niños de México (1969-1970), Beca del CDCH de la UCV. Fundador de la Sociedad Venezolana de Cirugía Pediátrica, 1969 y de la Asociación Venezolana de Cirugía Pediátrica, 1974, llegando a ser su presidente 1979-1981. Miembro de la Asociación Panamericana de Cirugía Pediátrica desde 1972, Vice-Presidente de la misma 1988-1990 y presidente de la misma 1990-1992 y presidente del Congreso de esa Asociación 1992 en Caracas. Ha colaborado como coautor en 13 libros con temas de su especialidad y ha publicado numerosos libros: “Cirugía Pediátrica” (dos ediciones) en colaboración con el Dr. Gastón Calcaño L., “Mini biografías de médicos venezolanos” en colaboración con J.J. Puigbó y J.E. López ambos Académicos; Editor de la Colección Razetti (21 números); Discursos y Trabajos de Incorporación en la Academia Nacional de Medicina. Orden José María Vargas de la UCV (Tomado de Semblanza de la Promoción Centenario Luis Razetti, año 1962, de la Universidad Central de Venezuela).
Otro texto de reiterada lectura, publicada en este medio, fue el de La fiebre amarilla y el cazador de la fiebre, en homenaje al Dr. Rumeno Isaac Díaz y su lucha contra la fiebre amarilla durante muchas décadas.
En la semblanza publicada por el aniversario de su promoción, se preguntaba “si hemos cumplido con la misión asignada por nuestros maestros en las escuelas donde nos formamos” y daba respuesta afirmativa:
“He considerado nuestra profesión noble, humanitaria y ética; hemos ejercido la disciplina científica y académica que aprendimos, y lo más importante resolvimos los problemas de nuestros paciente, con visión pedagógica y social, diagnósticos inmediatos y acertados, con una terapéutica oportuna, precisa, eficiente y curativa, conservando todos los preceptos bioéticos que nos ensenaron”.
Ha muerto un hombre de bien. Un gran venezolano. Que su legado quede en la memoria del país como ejemplo de virtud.
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