En estos momentos hay que distinguir dos especies de oposición: una, generada por los partidos principalmente que es expresada en la Asamblea Nacional y en los medios de comunicación de masas; y la otra, la más reciente, más activa, mucho más dinámica y más pura, que está siendo liderada por los estudiantes.
Al hacer la observación el politólogo Radamés Graterol, especialista en campañas electorales, considera que es una acción lógica porque, independiemente, que estemos unos en la oposición y otros en el Gobierno, ya a estas alturas, en un gobierno eminentemente democrático y transparente, tendría que haber una información real, completa y apegada a los informes de una junta médica, de lo que está pasando con el presidente de la República.
No es que estemos diciendo, aclaró, que de alguna manera los informes divulgados oficialmente por el ministro de Información y otros personeros del Gobierno no se ha tratado de informar al país en general.
En un mundo globalizado, donde existe una conexión instantánea de todo el planeta por las redes sociales y funcionan tantos instrumentos tecnológicos muy avanzados, lo más normal es que el jefe del gobierno venezolano, quien durante catorce años había tenido extraordinaria presencia en todos los medios de comunicación social, ya se hubiese expresado sobre su verdadero estado de salud.
-¿Por qué los voceros oficiales han dejado que los rumores sobre la enfermedad del jefe del gobierno se hayan multiplicado, exista una situación confusa y en determinados momentos pidan a la oposición que dejen tranquilo a Hugo Chávez?
-Todo eso responde a una estrategia que tiene que ver con el desarrollo del líder carismático. Quienes lo apoyan generalmente tratan que la gente pueda seguirlo más por elementos de carácter emocional que racional. Tiene una especie de don de la ubicuidad, que es lo que a ciencia cierta ha perjudicado al Presidente. Porque después de tener un contacto casi que permanente y que había generado con las redes sociales, una comunicación directa, sin que hubiese una corporación intermediaria entre el líder y sus gobernados, intempestivamente han surgido una serie de barreras que impide saber la situación en la cual se encuentra el enfermo.
Las mismas personas del chavismo, sobre todo de las bases, están preguntando si es cierto o no que el Presidente está presente en Venezuela y -mucho más grave y preocupante aún- es si vive todavía.
El oficialismo juega con fuego al producir la desinformación sobre la enfermedad del Presidente, por cuanto las mismas contradicciones le restan credibilidad al gobierno, y ya veremos que no sólo serán los estudiantes los que reclaman información, sino los propios chavistas.
