El Caos es el creador subyacente de los universos, conformando un Cosmos inconmensurable en su eterna infinitud de fronteras fluyendo sin medida, a confundirse en la inexistencia de la nada. Es presencia absorbente y única de naturaleza inmanente y estática. Estado absoluto de nirvana. En el “ahora” sin sucesión de una totalidad vacía e inerte. Inmóvil, transparente, libre de estructuras, implosiona derrumbándose en la abstracción de su vaciedad para generar la Luz y–una eternidad después— induce a surgir el primer hilo creativo: al focalizar el haz luminoso para que exista la oscuridad y así se estructura el primer escenario básico del desorden evolutivo que reinará en busca del apex divino, la perfección del orden.
Estas inquietudes y otros dolores de muelas mentales del mismo orden, han preocupado en forma permanente a los filósofos de todas las épocas, preguntándose por “el lugar del hombre en el universo”. Hoy se albergan dudas de si ese lugar se va reduciendo cada día un poco más y en paralelo sí tiene sentido seguirse planteando la pregunta.
Meditando por largo tiempo acerca del asunto me atrevo a decir que se debe insistir en el caso, pero relativizando su intención a un justo lugar. Nunca me inquietó la interrogante, pero había reflexionado alrededor del tema, hasta observar como una necedad mega-ególatra el suponer que el cosmos dispone un lugar especial para el ser humano. La dimensión humana no debe ser más que otro experimento –entre millones de vías creativas– dispuesto como una de las múltiples fases de manifestación del fenómeno trascendente que si es el objeto y propósito de la creación, el vastísimo y complejo fenómeno de la vida.
Desde la era Azoica, cuando una salsa ácida es bombardeada por los relámpagos de las tormentas y se forman las macromoléculas precursoras de las proteínas, generando las primeras manifestaciones unicelulares, comienza a mostrarse el leitmotiv de la creación: que no es otro que desarrollar la maravillosa trama de la biomasa que comienza a manifestarse en la vida unicelular y durante miles de millones de años, avanza en complejidad y organización estructural, supera los niveles minerales para dar origen a las ambiguas expresiones orgánicas primarias.
Son manifestaciones de vida sin especificidad. Ni en su apariencia y menos sus funciones ayudan a ubicarlas. Tienen una estructura casi netamente mineral, aparecen con formas vegetales y disponen de algunas funciones propias de una mayor complejidad, son especies vivientes con breves grados, o mejor, indicios de complejidad orgánica. En resumen que existen cotas temporales de unas cuantas eras geológicas en las que la vida incipiente se desarrolla y evoluciona en dos vías que constituirán el núcleo central de la biomasa planetaria, integrada por las especies vegetales y el reino animal.
Las consideraciones expuestas nos llevan de inmediato a otras respecto a la generalización de la vida orgánica y consciente, como norma del desarrollo y evolución del gran cosmos y sus universos. Pensar que la existencia de la vida –cual la conocemos y experimentamos en este mícro rincón de la Vía Láctea, es condición única y exclusiva, más que ingenuidad arbitraria, se convierte en una anomalía aberrante de los circuitos cognitivos.
Veamos algunas razones. Se ha demostrado hasta la saciedad que no hay propiamente leyendas, ni mitos. Decenas de hechos y eventos así calificados, con el paso del tiempo, estudios más prolijos y mejor asistidos por el concurso de tecnologías más avanzadas, o también nuevos descubrimientos, se revelan como sucesos reales, incomprensibles para su tiempo y por tanto atribuidos en su momento a poderes mágicos, a dioses o a héroes titánicos. Sobran ejemplos por citar. Me limitaré a dos, tomados del libro donde supuestamente aparecen mayor número de tales mitos y leyendas.
El profeta Elías fue llevado a los cielos en un carro de fuego…La historia de la vida y andanzas del profeta es narrada ampliamente en varios capítulos de los libros III y IV De los Reyes (Ant., Testamento). Según se narra en el capítulo 2 Libro IV, Elías estaba cumpliendo varias misiones encargadas por Jehová. Caminaba con su hijo Eliseo a quien recomendaba en cada pueblo donde llegaba que se quedase, orden que Eliseo desobedecia explicando que no pensaba abandonarle. Es probable que Elías tuviese información previa de lo que le iba a suceder, dada su insistencia. El versículo 11 y 12 del capítulo 2 del libro IV de los Reyes dice que un carro de fuego descendió de los cielos y se llevó a Elías. Al supuesto carro lo acompañaban caballos de fuego. Elías es buscado durante 3 días por familiares y amigos que presienten estaba en alguna parte de los alrededores, búsqueda que abandonan y nos hace pensar se lo habían llevado a los cielos.
Es indudable desde el punto de vista de la actualidad que Elías fue abducido por una nave extraterrestre, visitas de las cuales hay decenas de evidencias en todas las épocas de tales presencias.
El segundo caso se deduce de la creación del mundo por el Supremo en 6 días. La ciencia académica con la teoría del Big Bang, dice que su creación data de una fecha cercana de los 14 mil millones de años. Análisemos esta incongruencia.
Las teorías de Eisntein afirman y explican que el tiempo es relativo, cosa que se ha repetido hasta el cansancio, pero no explica relativo a que? En el estudio y análisis que hago cuestionando la teoría del Big Bagn y algunas contradicciones latentes, explico que el universo está constituído por 4 elementos conformando un contenido dentro de un contenedor. El contenido es energía y materia (equivalente según el corolario de la ecuación de Einstein que iguala la energía a la materia : e=m x c2). Este contenido universal está dentro del espacio-tiempo que necesariamente son también equivalentes pero no se había encontrado la ecuación que lo identificase, lo que se logra como análisis final de este punto en mi libro La Resolución del Continuo, donde se demuestra en la explicación subyacente que la relatividad del tiempo está sujeta a la velocidad del entorno donde se estudie un fenómeno X. Dada esta circunstancia, existen tantos grados de relatividad como velocidades del entorno donde sucede un fenómeno.
La creación del mundo no puede sucederse a la velocidad de los años Tierra, que es el cánon utilizado por la ciencia académica para calcular la duración de la creación. Existe una gran diferencia entre la velocidad de traslación de la Tierra en su órbita alrededor de la estrella amarilla y la velocidad de la luz. Un segundo tiempo-Tierra es un billón de veces más lento que un segundo velocidad-años luz. Lo que da la siguiente equivalencia : 1 segundo año Tierra es igual a 31.351 años, 1 mes, 3 días y 5 horas. Si ésta equivalencia la llevamos a la creación en 6 días, nos resulta que, a las 6 de la mañana del sexto día habrá una cifra cercana al tiempo señalado por la ciencia académica, 14 mil millones de años. No se diga más
Pedro J. Lozada