Nacido en Molina de Segura, un pueblito de España, el 3 de enero de 1933, el padre Juan García se inició en la agricultura como su padre y la tradición de su tierra y posteriormente a los 18 años de edad, encontró que la vocación sacerdotal era la misión a cumplir por el resto de su vida.
Tras años de estudios de filosofía, teología y latín, llegó a Barquisimeto en 1964, con el objetivo de promover la acción católica en caseríos, comunidades y zonas más apartadas de la ciudad, junto a demás sacerdotes de Cataluña que se unieron en esta labor sacerdotal.
Pasaron los años y la acción católica fue desapareciendo, pero el trabajo en las comunidades continuaba, cada vez eran menos sus compañeros de ruta y en la actualidad se mantiene como uno de los pocos sacerdotes que ejercen esta labor en los caseríos e instituciones educativas.
Su empeño por adquirir nuevos conocimientos lo llevaron a estudiar inglés con la Pastoral Norteamericana, donde aprendió a leer y a escribir el idioma pero curiosamente no ha escucharlo. Posteriormente se inscribió en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, donde se graduó de Analista de Sistemas, en épocas cuando el Argimiro Bracamonte era el rector.
A través de un plano de cartografía nacional, se guiaban para encontrar los caseríos más alejados y llevar hasta esas comunidades el evangelio de la iglesia. Lo poco que podían ofrecerles se los entregaba con cariño y vocación, sin días libres ni tiempo para el descanso.
50 años han pasado y la labor pastoral continúa para el padre Juan García; sin embargo los años no han pasado en vano para este representante de la Iglesia católica, quien a pesar de las enfermedades y cansancio propio de la edad, se mantiene trabajando en colegios y comunidades alejadas donde realiza su labor ministerial.
“El apostolado de la Iglesia nunca se acaba porque el espíritu santo es el que sopla y nos impulsa a llevar el evangelio a cualquier lugar, no importa cuan alejado esté”.
Las personas que quieren integrarse a su labor nunca faltan, con vocación para enseñar a los niños y llevar el mensaje de Dios a las comunidades. El trabajo no le hace falta para el padre García, quien carga sus fines de semana de visitas a Pavia, colegios y demás caseríos donde ofrece la palabra de la Iglesia.
Recordó en su mensaje a la colectividad para este tiempo de cuaresma, centrarse en la figura de Jesucristo y tratar de asimilar su espíritu, inquietudes y doctrinas para vivirla más intensamente.
“Debemos intensificar la oración y el ayuno, aunque en los campos ayunan todos los días, además de la limosna. En la ciudad tienen que tratar de ayudar a los que menos tienen, cosas fundamentales en esta época. Debemos de estar cerca de Jesús y orar, compadecernos de lo que él sufrió por nosotros”.
Fotos: Elías Rodríguez