Barquisimeto fue escenario sangriento de la Guerra Federal #14May

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Después de la guerra de Independencia, no ha habido en Venezuela otra conflagración bélica tan devastadora como la Guerra Federal, esta ha sido hasta la fecha la única guerra civil y también la más costosa en pérdida de vidas humanas. Murieron aproximadamente 300.000 personas, en una época en la que el país tenía aproximadamente un millón 500 mil habitantes.

El aniquilamiento de la riqueza nacional fue absoluto, donde la agricultura, la cría y todas las industrias, quedaron en ruina total, multitudes emigraron y poblaciones enteras fueron arrasadas desapareciendo del mapa geopolítico.

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Fue conocida con Guerra Larga, Revolución Federal o Guerra de los Cinco Años, iniciando con los primeros alzamientos ocurridos contra el recién instaurado gobierno de Julián Castro, entre mayo y julio 1858.

Barquisimeto fue una de las ciudades donde se desarrolló con gran presencia esta contienda sangrienta, comenzando en el Combate de Tierritas Blancas, el 3 de septiembre de 1859.

Aquel día, el general Juan Crisóstomo Falcón acampó a las afueras de Barquisimeto secundado de un contingente que superaba los 1.300 hombres. Las fuerzas del Gobierno que defenderían la ciudad al mando del coronel Roque Rebolledo, disponían de unos 1.500 soldados, quienes esperaron impacientes por el inminente asalto.

No obstante, la descarga de cañón por parte de los defensores generalizó la confusión iniciándose el sangriento combate que duró un poco menos de dos horas. Las tropas gubernamentales al verse aniquiladas se replegaron hacia el sitio de Cerritos Blancos. El coronel Rebolledo tomó camino a Quíbor, pero murió súbitamente de Aneurisma Cerebral.

Por su parte, Falcón tomó la ciudad y permaneció al frente de las operaciones varios días, y antes de partir, fundó el periódico El Eco del Ejército, imprimiendo el primer número el 7 de septiembre de ese año de 1859. Como redactor de la publicación figuró el comandante Antonio Guzmán Blanco, quien integraba el ejército invasor como auditor de guerra.

El polvorín de Santa Inés

Luego de la partida del general Juan Crisóstomo Falcón hacia Coro el 1 de octubre, se realizaron innumerables allanamientos en Barquisimeto, comandados por el general Ezequiel Zamora quien llegaba para entrevistarse con el jefe de la revolución. Sus hombres reforzaron el asedio y emprendieron una cacería casa por casa, encontrándose un depósito importante de pólvora en un sótano de la Casa Mercantil García.

Don Pepe García, próspero comerciante alegó que la pólvora era de su propiedad, que había traído a Barquisimeto desde Coro para ser vendida a don Lorenzo Álvarez y don Manuel Rodríguez López, y para tal consignó las respectivas pruebas, las que Zamora desestimó en tono amenazante. El comerciante mantuvo su postura hasta que el Zamora ordenó los preparativos para el inmediato fusilamiento del indiciado.

Al sitio de cautiverio de García, llegó el padre Raldíriz a confesarlo. Las crónicas cuentan que luego del encuentro con el cura, el procesado cedió y reveló el sitio donde estaba oculto botín que se contabilizó en 80 barriles de pólvora, los cuales fueron utilizados por Zamora y sus huestes en la Batalla de Santa Inés.

Un combate tras otro

El general revolucionario Crispín Yépez tomó El Tocuyo el 3 de septiembre de 1859, luego de apoderarse del parque de armas que trasladaba un escuadrón republicano desde Quíbor hasta El Tocuyo.

Con el mencionado botín y con los soldados muertos para exhibirlos en la plaza central, los revolucionarios entraron a El Tocuyo envalentonados y en operación relámpago arrasaron con la poca resistencia nombrando a Juan Pablo Lara como jefe civil, quien renunció a los días sustituyéndolo el patriota M. Oropeza.

Un mes después, el 3 de octubre, el comandante Nicolás Torrellas ocupan Siquisique con una fuerza bien apertrechada que esperaron a las tropas de Falcón que planeaban el ataque desde la otra banda del río por estar crecido, lo que retrasó varios días el ataque revolucionario.

Finalmente, el comandante federalista Rodulfo Calderón recibió la orden de «pasar el río con suficientes recursos de tropa para tomar el pueblo». Este se aventuró con un batallón y resultó mortalmente herido pese a que los defensores de la plaza eran solo 400 hombres que se defendieron con tenacidad bajo fuego sin cuartel dirigido por el propio general Juan Crisóstomo Falcón, desde las 5 de la tarde hasta las 7 de la noche, que, debido a la superioridad abrumadora de los federales, Torrellas y sus oficiales, se vieron obligados a capitular.

El pelón Gil recuperó Cabudare

Comandate Dr _Jose Espiritusanto Gil García (el Pelón Gil)

El 6 de enero de 1860, el general revolucionario Pedro Vicente Aguado, con 400 hombres atacó la plaza de Cabudare en un combate violento de pocas horas donde murió el comandante Agustín Gualdrón, que defendía el sitio con 150 soldados carabineros. Murió en la acción y sus hombres fueron tomados prisioneros y ejecutados en el acto.

Un día después, tras leer el espeluznante parte de batalla, el comandante Dr. José Espiritusanto Gil García, abogado egresado de la Universidad Central de Caracas, periodista y parlamentario conocido como “el pelón Gil”, quien era jefe de operaciones en Barquisimeto, marchó a Cabudare con un escuadrón de caballería que no superaba los 100 jinetes. Entró al pueblo por el camino real que va desde Zamurobano por el sitio de Tarabana, y sin cuartel, embistió al general Aguado y a sus hombres, a los cuales redujo a la mitad. Los sobrevivientes huyeron en diferentes direcciones. Recuperando las fuerzas gubernamentales el sitio de Cabudare en una brillante y precisa estrategia militar.

En defensa de Barquisimeto

 Las fuerzas federalistas al mando del general Pedro Aranguren asaltaron la plaza de Barquisimeto el 5 de marzo de 1860 y la sitiaron hasta el 10, pese a la encarnizada defensa del Dr. José Espiritusanto Gil García “el pelón Gil”.

El historiador Lisandro Alvarado, escribe que Aranguren atacó Barquisimeto con 600 soldados bien armados, mientras en la plaza «todo lo que de guarnición había eran 80 soldados tan valientes como su comandante: el Dr. José Gil».

Por su parte, el historiador José Gil Fortoul, hijo del “pelón Gil” inserta: «A los 800 hombres, más o menos, de Aranguren, se incorporaron unos 200 que mandaba Nicolás Patiño. La guarnición de Barquisimeto era de unos 370 soldados, con un cuerpo de 200 voluntarios sin fusiles (comerciantes, empleados, vecinos de la ciudad), a quien el propio comandante Gil llamaba los cívicos. Estos mostraron igual valentía que la tropa de línea».

Al amanecer del 10, supieron los revolucionarios que en auxilio del “pelón Gil”, venía un contingente del Gobierno al mando del general Nicolás Brito, por lo que Aranguren y Patiño huyeron precipitadamente bajo fuego del “pelón Gil”, el legendario comandante que ocupó cargos de elección como Diputado al Congreso y gobernador de la Provincia de Barquisimeto.

Luis Alberto Perozo Padua

Periodista y cronista

[email protected]

IG/TW: @LuisPerozoPadua

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