El 11 de abril de 2002 se presenció en Venezuela uno de los acontecimientos políticos más importantes de la historia. El día que, el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, luego de una jornada estremecedora de protestas, enfrentamientos y muertes, habría aceptado la renuncia solicitada por el Alto Mando Militar y se produjo lo que declaró el recién instalado Tribunal Supremo de Justicia, un «vacío de poder».
María Gabriela Chávez y el propio Hugo Chávez, desmintieron tal suceso, y el hecho fue catalogado, y así ha quedado en la memoria de los venezolanos, como el golpe de Estado fallido de 2002.
Un Golpe que surgió por nuevas medidas y leyes gubernamentales:
Estos días de conmoción en el país fueron precedidos por una crisis política que se profundizó por la injerencia del mandatario nacional en la industria petrolera venezolana, haciendo uso de la Ley Habilitante, donde aprobó un paquete de 49 decretos que no fueron aceptados por el seno empresarial.
La amenaza de politización tuvo como respuesta una serie de protestas, marchas y paros, por parte del sector empresarial, además de la clase media en los primeros meses de 2002.
Chávez, el día 7 de abril tomó cartas en el asunto, y en una transmisión de su programa Aló Presidente, anunció el despido de los gerentes petroleros que apoyaron el llamado a las protestas. Lo hizo con aquel famoso silbato con el que indicaba que estaban suspendidos de su cargo.
Los anuncios tuvieron respuesta inmediata: Para el 9 de abril, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), respaldada por Fedecámaras, iglesia católica y por ejecutivos de la Estatal de Petróleo de Venezuela (Pdvsa), convocaron a una huelga de 48 horas que tenía previsto pasar a ser paro indefinido.
La manifestación, en principio pacífica, pretendió llegar hasta el Palacio de Miraflores pidiendo también la renuncia de Chávez. Esta acción desencadenó en la activación del Plan Ávila, unos enfrentamientos donde 15 personas terminaron asesinadas y más de 100 quedaron heridas.
Los sucesos fueron rechazados por el Alto Mando Militar, que en voz del general Lucas Rincón Romero, anunció la madrugada del 12 de abril que el presidente Hugo Chávez habría aceptado renunciar al cargo después de los hechos.
El «vacío de poder» fue ocupado transitoriamente por Pedro Carmona Estanga, el máximo dirigente de Fedecámaras hasta la fecha, quien asumió como presidente interino y tomó como primera decisión la disolución del paquete de 49 leyes. Su período duró menos de 48 horas.
Una oleada de disturbios y saqueos se desarrollaron por varias horas en el país. Los simpatizantes del chavismo, y un sector militar encabezado por Raúl Isaías Baduel, permitieron que el 14 de abril, Chávez fuera liberado de la prisión de la isla La Orchila y retomara el mando.
Desde el gobierno chavista se buscaba establecer una condena para los responsables de lo que catalogaron como un intento de Golpe de Estado. La justicia esperada no llegó cuando el Tribunal Supremo de Justicia falló a favor de los generales militares por la rebelión, un decisión polémica que fue rechazada públicamente por Chávez.
Fue así como se creó una nueva comisión en la Asamblea Nacional que revisará la sentencia de los magistrados del TSJ y su permanencia en el cargo. Esto dio paso una nueva ley interna en el poder judicial que tenía como finalidad abrir un procedimiento para destituir a los magistrados desligados del gobierno en rigor y elevar la cifra de jueces de 20 a 30.
No fue hasta el 14 de marzo de 200 cuando la imposición de las nuevas leyes y el aumento del número de magistrados completó la anulación de la sentencia del máximo órgano de justicia sobre la tesis de vacío de poder.
Además, las secuelas de estas jornadas políticas se reflejaron rápidamente en el entorno venezolano. El gobierno pasó a tomar el control de Pdvsa, y más de 15 empleados que se sumaron a las manifestaciones fueron despedidos. La industria petrolera perdió la autonomía.
En el plano económico y social la población se vio fuertemente golpeada por la escasez de alimentos y la gasolina, producto del cambio radical en el interior de Pdvsa.
Por otro lado, las pequeñas y medianas empresas que estaban vinculadas a Fedecámaras quebraron y ocasionó también un aumento de la tasa de desempleo.
Un día histórico que dejó una huella imborrable en la política, economía y la sociedad venezolana, que recuerda cada 11 de abril las escenas impactantes de Venezuela: Manifestaciones kilométricas, disturbios, saqueos, disparos, golpes, muertes, juramentaciones y un cambio en la gerencia de la industria petrolera que aún se siente en la actualidad.