La Espina Bífida (EB), o mielomeningocele, como también se le conoce, es la malformación congénita del tubo neural más grave y la segunda causa de discapacidad física en la infancia, después de la parálisis cerebral, pues puede afectar al encéfalo, a la médula espinal y/o la columna vertebral.
En el feto, el cerebro y la médula espinal se desarrollan como un surco que se pliega sobre sí mismo para convertirse en un tubo denominado tubo neural. Las capas de tejido que proceden de este tubo normalmente llegan a ser el encéfalo, la médula espinal y los tejidos que los recubren, incluyendo parte de la columna vertebral y las meninges. Algunas veces el tubo neural no se desarrolla normalmente, lo que puede afectar el encéfalo, la médula espinal y las meninges.
Marcel Rupcich, médico cirujano especialista en neurortopedia y análisis de la marcha, explica que el término “Espina Bífida (EB) quiere decir “columna dividida en dos». “La neurulación o formación del tubo neural desde el cual se desarrollan el cerebro y la médula espinal comienza en el embrión humano aproximadamente a los 21 días de gestación (y generalmente se completa antes de los 28 días). El encéfalo y la médula espinal se formarán a partir del tubo neural. El corazón y otros órganos también comienzan a formarse.
En los bebés con espina bífida, una porción del tubo neural no se cierra ni se desarrolla apropiadamente. Algunos niños son asintomáticos, mientras que otros tienen disfunción neurológica grave por debajo de la lesión. La espina bífida abierta puede diagnosticarse, antes del nacimiento, mediante ecografía o presumirse el diagnóstico por altas concentraciones de alfa-fetoproteína en suero materno y líquido amniótico.
Según cifras del CDC (Control Desease Center) en Norteamérica, cada año nacen alrededor de 1.427 bebés con espina bífida. Desde 1992, el Servicio de Salud Pública recomendó, que todas las mujeres en edad fértil consumieran 400 microgramos (mcg) de ácido fólico al día para reducir el riesgo de tener un embarazo afectado por defectos congénitos, conocidos como defectos del tubo neural (DTN), que incluyen la espina bífida.
En este sentido, el Dr. Rupcich señala que el riesgo de este padecimiento se puede reducir en un alto porcentaje, si la futura madre toma ácido fólico diariamente, hasta 1 año antes del embarazo. El ácido fólico contribuye al cierre del tubo neural y la formación del sistema nervioso periférico.
En 1998, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ordenó que todos los productos de granos etiquetados como ‘enriquecidos’, como panes, cereales y arroz, tuvieran ácido fólico (AF) agregado para ayudar a reducir el riesgo de DTN. Esto se conoce como fortificación con ácido fólico. Desde entonces muchos alimentos vienen fortificados con AF, sin embargo el aporte de estos no es suficiente.
Si bien en Venezuela no se cuenta con cifras oficiales sobre espina bífida, la evidencia clínica señala que, en los últimos años se han reportado con mayor frecuencia casos de neonatos con espina bífida asociado a la disminución en el consumo de AF. “El Ácido Fólico es un medicamento de bajo costo, que se vende en cualquier farmacia, lo que me lleva a pensar que si una mujer embarazada no lo consume es por desconocimiento” acotó Rupcich.
“Es importante que tanto médicos como instituciones públicas y/o privadas, dedicadas al área de la salud, se hagan eco de este mensaje y la importancia que tiene para las mujeres en edad fértil y embarazadas. La prevención es el mejor tratamiento”.
La gravedad de los casos varía según ubicación y tamaño de la lesión, como en el caso de la espina bífida oculta, cuya presencia puede ser asintomática, y generalmente es un hallazgo radiológico, pero también están aquellos casos que pueden resultar extremadamente dramáticos, intelectual y funcionalmente.
Las alteraciones ortopédicas que suelen acompañar esta afección incluyen:
Problemas para caminar y moverse. Las raíces comprometidas que controlan los músculos de las piernas no funcionan apropiadamente o simplemente no lo hacen por debajo del área del defecto. Traduciéndose en debilidad muscular y/o parálisis de los grupos musculares. El hecho de que un niño pueda caminar depende generalmente del nivel del defecto y de la atención médica recibida antes y después del nacimiento.
Complicaciones ortopédicas. Los niños con mielomeningocele pueden tener una variedad de problemas en la columna vertebral y piernas y pies. Los más frecuentes son en la columna vertebral (escoliosis, hiperlordosis), dislocación de cadera, pies equino varo, contracturas musculares, pérdida de la funcionalidad renal y problemas de las derivaciones necesarias para tratar la hidrocefalia.
La espina bífida se puede diagnosticar durante el embarazo, por eso es de vital importancia el control prenatal. No se conocen todas las causas de esta enfermedad. Sin embargo, sabemos que con la prevención, antes y durante el embarazo, se puede contribuir a reducir considerablemente su riesgo.
Afortunadamente su tratamiento ortopédico es más objetivo y consistente; contribuye mucho a la calidad de vida del paciente, por lo que resultados son mucho más gratificantes, gracias a estudios como el Análisis Instrumental de la Marcha.
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