Una política nueva y distinta será una que se preocupe por ofrecer respuestas serias y expectativas creíbles de solución a esos problemas.
Es enorme la tarea que tenemos por delante. Se trata de rescatar a Venezuela. Se trata también de rescatar el prestigio de la política. En los últimos veinte años la política ha fracasado ruidosamente. El gobierno ha desarrollado una política que ha causado un daño inconmensurable a la nación. La oposición, cuya tarea tenía que ser la de construir una alternativa frente al gobierno, ha fracasado en ese propósito.
No podemos extrañarnos de lo que nos están diciendo las encuestas. El venezolano común siente una desconfianza enorme frente a la política, tanto la del gobierno como la de la oposición. Es enorme el rechazo que la política y los políticos producen en la opinión pública. Es más, la gente venezolana parece como resignada a la mediocridad del oficialismo en vista de que después de más de veinte años, no logra percibir una verdadera alternativa democrática frente al fracaso del gobierno.
Para rescatar a Venezuela, sin embargo necesitamos desarrollar una política diferente de la que se ha practicado en las dos últimas décadas. Una política que ponga el interés de la nación y el interés de los ciudadanos por encima de los intereses de los partidos o de las ambiciones de sus dirigentes.
Se trata de ensayar una política que supere la cultura de la confrontación y del odio. ¡Ya basta de pleitos inútiles! ¡Ya basta de insultos, de agravios y de descalificaciones reciprocas! Hay que promover una política afincada en el dialogo inteligente y patriótico, en la búsqueda de consensos para poder resolver los problemas que afligen a la población. ¿Cuáles son esos problemas? La pérdida del poder adquisitivo del ingreso familiar. El empobrecimiento creciente de la nación. La hiperinflación que ha prevalecido en los últimos años. La caída del producto nacional.
El colapso de los servicios públicos, de la salud, de la educación, de la seguridad personal y social. La falta de agua y de energía eléctrica, la falta de gasolina y de gas doméstico. El deterioro de la calidad de la vida de los venezolanos y la falta de horizontes y de expectativas.
Una política nueva y distinta será una que se preocupe por ofrecer respuestas serias y expectativas creíbles de solución a esos problemas. No se trata de quitar a Maduro para continuar con la misma politiquería que ha prevalecido en el pasado. Se trata de ofrecerle a los venezolanos una solución creíble a la tragedia que hemos estado sufriendo. Convocar a la Unión de todos los venezolanos para lograr el Progreso de todos los venezolanos.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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