Al anuncio formulado por el Estado venezolano de colocarse, a los cuatro meses, el refuerzo de la vacuna contra el virus del COVID-19, la Academia Nacional de Medicina ha reportado que esa decisión no es conveniente.
Porque esa reducción en el tiempo, de colocarse la vacuna antes de los seis meses, no está establecido por la comunidad científica internacional, expresó a Elimpulso.com el doctor Enrique López Loyo, presidente de la Academia Nacional de Medicina.
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Esa decisión, subrayó, va a depender del curso de la pandemia a nivel mundial y obedecerá a una directriz internacional que emitirá la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hasta ahora no ha emitido ningún pronunciamiento al respecto.
La declaración oficial venezolana parece que está obligando a las personas a que, cada cuatro meses, deben colocarse el reforzamiento con dosis de las vacunas china o rusa.
¿Por qué es inconveniente?
Puede ser contraproducente porque la pre estimulación del sistema inmune podría generar problemas.
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Factores de la crisis
Antes de tocar ese aspecto, con el doctor López Loyo, este medio había tratado todo lo relacionado con diversos aspectos del sistema sanitario venezolano.
¿Cómo el sistema de salud ha sido abandonado casi totalmente por el Estado venezolano? se le preguntó.
La causa es multifactorial –explica: El deterioro del sistema sanitario comienza con el recurso humano. Se ha producido una desestructuración en la formación de los profesionales de la salud, tanto en el área médica como en las áreas afines de enfermería y otras profesiones.
La Academia Nacional de Medicina tempranamente, en el año 2008, emitió un estudio en el cual establecía que había inconsistencia formativa a los grupos de estudiantes que estaban accediendo a la formación como médicos integrales comunitarios. En ese momento estaban asociados al programa social Barrio Adentro.
Luego se fue generalizando la situación y se crearon las universidades que estaban directamente estructuradas para formar profesionales sanitarios y con preeminencia en medicina. De esa forma determinamos que había debilidades en la formación del personal, por cuanto nuestras escuelas tradicionales formaban a los médicos durante 8500 horas académicas, mientras que las nuevas apenas alcanzaban poco más de 4000 horas.
Hicimos un llamado al Estado para que tratase de mejorar la formación de ese paralelismo en la salud, pero no fuimos escuchados.
Y de ahí en adelante nunca fuimos escuchados como institución y perdimos el apoyo del Estado, no obstante ser una institución del Estado venezolano. Pero, nunca hemos dejado de decir la verdad en lo que concierne a la salud.
Migración y pérdida de capacidad
Cuando llegamos al año 2022, durante esta crisis del sistema sanitario nos encontramos con la triste realidad de que el país ha tenido una pérdida importante con la salida de más de 30 mil médicos.
Al mismo tiempo se ha registrado la pérdida de la capacidad hospitalaria y de los ambulatorios de atención, a lo cual se une el déficit de servicios esenciales.
A partir de 2014, los hospitales comenzaron a perder los servicios de electricidad, agua y teléfonos, además del deterioro de los equipos tecnológicos y las reparaciones inmediatas que se requerían, principalmente, en áreas como radiología, extensión de imágenes, radioterapia, oncología y anatomía patológica.
Además de la falta de mantenimiento, hubo un deterioro significativo en la estructura sanitaria.
Se fueron desdibujando los programas oncológicos en general, la terapia de alto costo prácticamente desapareció y se fue configurando una necesidad imperiosa en los pacientes, a muchos de los cuales los llevó a buscar recursos y atención médica privada.
Desapareció la provisión de medicamentos no sólo disponibles y gratuitamente en los hospitales, sino también en el comercio privado y eso originó que cuando se conseguían tenían un costo tan alto que era imposible adquirirlos.
Todo eso ha motivado, según un estudio hecho por nuestra Academia, que sea uno de los factores más importantes que ha presionado, en los últimos años, la salida de venezolanos fuera de nuestras fronteras, no sólo a buscar sustento y una vida digna para sus familias, sino en la búsqueda de atención médica en tratamientos tan sencillos como hipertensión, diabetes y otras enfermedades, sino también en cirugía o en tratamientos alternativos o de alta monta como trasplantes de órganos.
Discriminación profesional
Es inocultable que se ha generado una discriminación de profesionales salidos de la formación clásica identificada con lo tradicional, quienes han sido desplazados por los de la formación inconsistente.
Sin embargo, la capacidad del médico ha quedado demostrada en aquellos que han salido del país, ya que se les ha reconocido por su calidad profesional, de estar al lado del paciente y mantener un trato compasivo con él.
Los títulos emitidos por las universidades paralelas no son reconocidos internacionalmente, lo cual no ayuda a estos profesionales, quienes tienen dificultades formativas y no pueden continuar estudios. Inclusive, no pueden dar respuestas a las necesidades de sus familiares por los bajos ingresos que perciben.
Vigilancia ante la pandemia
Con la aparición de la enfermedad COVID-19, en todo el país, médicos y enfermeras salen del servicio público hacia el privado, o atender pacientes contagiados por la pandemia en los hogares.
Este ha sido un factor que ha multiplicado los casos de la mencionada enfermedad y contribuido al número de lamentables muertes de estos profesionales.
Ante esta situación, la Academia de Medicina se ha mantenido vigilante del deber que tenemos y, por tanto, hemos verificado los pro y las debilidades del proceso al momento en que se ha instaurado el programa internacional de vacunación.
Hemos planteado que el programa nacional de vacunación para ser exitoso debe ser continuo y llevado a todos los habitantes del país.
A pesar de que en Venezuela comenzó tarde la capacidad de generación de una vacunación masiva, hemos encontrado información de organismos internacionales que nos indican realmente lo que está sucediendo.
El último informe de la Universidad John Hopkins indica que el país alcanzó con las dos dosis de vacuna el 56%. De una dosis, el 73%. Y del refuerzo de una dosis, al primero de marzo, el 18, 1%. Estos porcentajes llevados estadísticamente son muy significativos.
La Academia de Medicina y sociedades científicas han puntualizado que el Estado debe mantener las dotaciones de vacunas de calidad, internacionalmente reconocidas y verificadas por estudios científicos y organismos regulatorios serios, y no candidatas a vacunas como anuncios que el Estado venezolano ha realizado.
No descuidar enfermedades
La Academia ha hecho un llamado muy responsable al Estado para que atienda patologías de base y, a tal efecto, que se reincorpore el programa de atención sanitaria oncológica, la atención de cirugías darle respuesta a los pacientes que sufren patologías crónicas que deben ser asistidas, realizar terapias para patologías crónicas y en el ámbito genérico especialmente el lúpus reumatoides porque los pacientes no pueden comprar esas terapias, inclusive los pacientes hipertenso que están afiliadas al Seguro Social tomando en cuenta que el tratamiento requiere de dinero y las pensiones son muy bajas.
Igualmente hemos hecho observaciones acerca de las endemias venezolanas, que deben ser atendidas como la malaria y la fiebre amarilla, que el año pasado mereció una alerta y pudo ser controlada mediante medidas de atención sanitaria social. De igual forma hay que mantener a raya el dengue y otras enfermedades propias de un país tropical como Venezuela.
En el mismo orden se necesita desarrollar el programa ampliado de inmunizaciones; es decir, las vacunas que todos necesitan en las enfermedades prevenibles como la difteria, el tétanos, el sarampión y la rubéola.
Hace tres años la vacunación convencional alcanzaba el 56%, muy por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de acuerdo con la cual las patología prevenibles por vacunas, sobre todo las que se colocan en menores de los cinco años, deben estar por encima del 95%.
En tiempos de pandemias, la provisión de vacunas ha disminuido y en este momento Venezuela no ha sido capaz de poder pagar el Fondo Rotatorio para la obtención de vacunas.
Es necesario también que se incorpore la vacuna contra el papiloma humano, porque se ha venido produciendo un número significativo de muertes a causa del cáncer urogenital asociados a este virus en el hombre y en la mujer también, en el cuello uterino, porque es muy riesgoso.
Es importante esta vacuna porque, desde que se aprobó internacionalmente, se ha comprobado que ha bajado en el 97% la posibilidad de desarrollar cáncer en personas que tengan este virus.
Es por tanto recomendable la vacunación a niños entre 9 y 11 años, y en los pacientes hasta los 45 años para prevenir el cáncer de cuello uterino y otros tipos de cáncer.
Porcentajes
Cuando se le preguntó acerca de lo dicho por Nicolás Maduro, primero de unas gotas milagrosas y en días pasados, que había sido vacunado el 102% de la población, el doctor López Loyo respondió que ese porcentaje no puede ser, ya que no puede pasarse del 100%.
“Fue una tremendura del presidente, probablemente”, comentó.
Recordó que al principio de la pandemia, como se trataba de un virus nuevo, surgieron muchas alternativas que finalmente fueron rechazadas, como las gotas milagrosas, porque eran terapias que nada tenían que ver con la enfermedad. Y hoy la lucha contra la COVID-19 es la vacunación.
La Academia ha dicho que lo indicado es colocar en Venezuela las vacunas chinas y la rusa las dosis recomendadas para cada vacuna. Y como se instauró internacionalmente el refuerzo debe hacerse cada seis meses.