Cuando el tiempo da tregua a residentes de la ciudad, canales trapeciales, sumideros de venta y rejas de calzada se convierten en auténticos vertederos de basura. El sistema de drenaje de Iribarren requiere mejoras tendientes a disminuir inundaciones y el estanque de agua de lluvia. Precisa limpieza permanente.
En un recorrido por la capital de Lara, verificamos las condiciones del sistema de drenaje superficial, cuya responsabilidad de mantenimiento es competencia de la Empresa Municipal de Infraestructura y Cuidado del Ambiente (Emica).
La cantidad de escombros, maleza y bolsas de basura acumulada en el lugar, descubre los responsables de la situación que ensombrece la imagen de la ciudad y genera criaderos de insectos: la ciudadanía y municipalidad.
Inquilinos sensatos
940 toneladas de basura fueron recolectadas de alcantarillas y sumideros de ventanas, entre enero y julio del 2012 por Emica. Garantizar que el agua de lluvia avance hasta su lugar de destino a través de un sistema de drenaje efectivo y adaptado a las exigencias de nuestros tiempos, es asunto de la alcaldía, pero no tirar escombros y basura en zanjones es deber de la ciudadanía.
“Pareciera que hay que estar recordando esta obligación. Es lamentable ver la quebrada que pasa por Patarata tan sucia; reflejo de la inconciencia e irresponsabilidad de los vecinos”, dijo Margarita Torres Ereú, de la Asociación Usuarios Públicos de Iribarren.
Mantenimiento
cada dos meses
El ingeniero Víctor Rivero, quien fue coordinador de la cuadrilla de mantenimiento del sistema de drenaje, explicó en su momento que cada dos meses se cumple la programación de limpieza.
Ahora bien, por ejemplo en el sector Patarata y Ruezga, la maleza llega a metros de altura, signo de que hace tiempo no se acercan al lugar.
“El problema de esta irregularidad es que tenemos focos contaminantes y criaderos de moscas en medios de nuestras comunidades. Hacemos un llamado a Emica para que se ponga al día con esta situación”, agregó Torres.
El nuevo jefe de mantenimiento de drenaje es el ingeniero Rafael Pérez, quien, con poco tiempo en el cargo, aún se pone al día con la dinámica de trabajo, expresó el vicepresidente de Emica, Henri Segovia.
El camino del agua
Finalmente, es válido recordar el rumbo del agua de lluvia.
La avenida 20 divide a Iribarren en dos zonas de convergencia. Hacia el norte, donde están ubicadas las parroquias Concepción, Unión, Cují-Tamaca y parte de Catedral, las aguas desembocan en la quebrada de la Ruezga.
En tanto, las corrientes del sur, terminan en el cauce del Río Turbio, trasvasado por tuberías de 60 pulgadas.
“Además, las aguas de lluvia que bajaban por la avenida Vargas, pasaban por el zanjón Barrera, que se extendía desde la carrera 17 hasta la 16 con calle 16, por donde está el centro de salud Luis Gómez López.
En los años ‘70, durante el primer mandato de Rafael Caldera, este zanjón fue rellenado y, por un tiempo, sirvió como botadero de escombros de la municipalidad. Ahora, estas aguas pasan por drenaje subterráneos por la Concha Acústica y la avenida Uruguay”, explicó Rivero.