Al despuntar el alba aquella mañana del 17 de enero de 1903, durante el gobierno del general Cipriano Castro, el observador de guardia de la Fortaleza de San Carlos, en el estado Zulia, dio aviso de emergencia tras los movimientos de varios barcos con bandera extranjera, que protagonizaban el bloqueo naval a las costas venezolanas, ya traspasaban “la barra” y se aproximaban a la fortaleza.
San Carlos, un castillo que fue construido entre los años 1679 a 1683, fue emplazado justo en la entrada de la Barra de Maracaibo, en la parte norte de la isla del mismo nombre con la finalidad proteger el paso conector entre el Golfo de Venezuela y el Lago de Maracaibo. El propósito era evitar el saqueo que constantemente se estaba dando en Maracaibo, por piratas ingleses, franceses y holandeses durante el siglo XVII.
Desde el San Carlos se activó la alarma e inmediatamente “con bandera se hicieron las señales acostumbradas para indicar la prohibición de que los buques que entren por la barra se acerquen a la fortaleza”.
Ya frente al punto denominado Las Baterías, y en vista que dos buques de la temible marina imperial alemana, hacían caso omiso a las advertencias y órdenes de detención comunicadas por bandera, desde la fortaleza se disparó un tiro de cañón cargado sólo con pólvora, con el objeto de llamar la atención a los comandantes de aquellos barcos.
Según comunicado del general M. Romay Añez, jefe del Estado Mayor de la citada plaza al general Cipriano Castro, a través de cablegrama de la Compagnie Françoise des Cables Telegraphiques, el disparo de atención fue inmediatamente respondido por el buque cañonero denominado el Panther, apoyado por el crucero ligero Falke, cuyo nutrido fuego de artillería, intentaba romper los gruesos muros de la fortaleza, que “al estrellarse se fracturaban en mil fragmentos”.
Por su parte, el general Jorge Antonio Bello, comandante en jefe de la fortaleza, dio la orden de corresponder al “enérgico” ataque que se prolongó hasta pasadas las 12:30 de la tarde.
Bombas explosivas y perforadoras fueron lanzadas desde el buque alemán alcanzando el pueblo de San Carlos, que pronto fue incendiado, mientras el castillo era defendido con diligente valor.
En medio de la escaramuza, una goleta mercante con bandera internacional intentó evadir el bloqueo naval traspasando la Barra del Lago de Maracaibo, lo que produjo que el Panther iniciara la persecución.
El capitán del Panther al no conocer la batimetría de aguas someras del sitio, encalló el buque cerca del Castillo de San Carlos, quedando a tiro de los cañones de la fortaleza.
Se reanudó entonces el duelo de artillería entre los buques invasores y la fortaleza de San Carlos. Los artilleros venezolanos Manuel Quevedo y Carlos José Cárdenas con un cañón Krupp de 80 mm, (de fabricación alemana) lograron hacer varios impactos en el Panther, averiándolo de consideración.
El martes 20 de enero de 1903, arribó desde Puerto Cabello el crucero pesado SMS Vinetta para sustituir en la batalla al Panther. El buque bombardeó sin tregua a la población de San Carlos, dejando más de 40 fallecidos y un centenar de heridos.
En la acción de la Fortaleza de San Carlos resultaron lesionados por las esquirlas de los proyectiles disparados por el Panther los coroneles Ismael Ontiveros y Manuel Quevedo; el comandante Pedro Uzcaga; el cabo primero Desiderio Marrero; el soldado José Agustín López (que perdería un ojo) y el general Romay, con heridas de consideración.
El parte del comandante
Romay por su parte, redactó en el parte de batalla, que después de una hora de vigoroso fuego enemigo “y sin haber podido doblegar la altivez y valentía con que los defensores de la fortaleza se comportaron, el Panther se vio obligado a retirarse a toda máquina, colocándose fuera del alcance de la artillería del San Carlos”.
Asienta más adelante que el ataque prosiguió el día 20 con intercambio de artillería; “y el día 21, a eso de las nueve y cuarenta y cinco de la mañana, el Vinetta, lanzó bombas incendiarias sobre la población de San Carlos, mientras el Panther maniobraba tratando de cruzar la barra”.
Ocho horas perduró “el inclemente” bombardeo, y ni aun protegido por el Vinetta -apunta Romay- atrevióse el Panther a medir sus armas con las nuestras, quedando así frustrados nuestros deseos, los vivos anhelos que durante aquellas largas horas nos mantuvieron en excitación terrible, ya que los buques enemigos no nos brindaron, ni por un instante siquiera, la satisfacción de tenerlos al alcance de nuestros cañones”.
Empero, frustradas las intenciones de la armada imperial germánica, sus buques se replegaron a otras regiones de Venezuela, finaliza Romay.
La escandalosa deuda
A finales del siglo XIX, mandato de Cipriano Castro, Venezuela era una nación empobrecida y atrasada, con una administración pública precaria y un pronunciado desajuste fiscal.
A juicio del investigador Carlos Hernández Delfino, para ese entonces, 1898, los precios del café habían disminuido abruptamente, produciendo severos impactos internos, dada la vulnerable situación de Venezuela.
“La deuda pública total, a fines de 1898, sumaba 197,5 millones de bolívares (cinco veces los ingresos públicos del año fiscal 1898-99), 62% de la cual estaba formada por obligaciones externas que resultaban de la accidentada ruta de empréstitos, renegociaciones, reclamaciones e incumplimientos que se inició con los financiamientos recibidos a partir de la toma de Angostura en 1817”, cita Hernández Delfino.
Castro habría de confrontar más de un levantamiento en su contra, pero fue la poderosa Revolución Libertadora, bajo la dirección del banquero Manuel Antonio Matos, la que logró tambalearlo.
Pero precisamente sería ese tumulto bautizado como Revolución Libertadora, la que generará el quiebre de la economía a la que se sumarían el malestar causado en las grandes potencias mundiales por el incumplimiento de los pagos de la deuda externa –unido ello a la ambición expansionista de Alemania– para propiciar el bloqueo a las costas venezolanas, por parte de Inglaterra, Alemania e Italia, en diciembre de 1902.
Aquella acción agravó la ya crítica situación económica y fiscal del país, pues la recaudación cayó 52% ese año. Finalmente, Venezuela terminó pagando sumas elevadas con base en los protocolos suscritos para poner fin al bloqueo.
Para 1908, la deuda pública del país ascendió a 210,3 millones de bolívares, cantidad equivalente a ocho veces los ingresos del ejercicio fiscal de aquel último año del siglo XIX.
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
IG/TW: @LuisPerozoPadua