En mis lucubraciones he llegado a la conclusión de que…
“TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS DEPREDADORES.”
Está actitud está demarcada por el instinto de supervivencia y por las ansias de poder, en cualquiera de las formas de vida conocidas.
“Los árboles crecen buscando la energía solar y se la quitan a los más pequeños impidiendo su existencia”…
“La mala hierba destruye las buenas siembras” …
“El pez grande se come al pequeño”.
Y en la cadena evolutiva, quien más se ha desarrollado es el mayor depredador…
“Los seres humanos” …
“El hombre es el único ser viviente del planeta que opera escuelas para enseñar a matar a sus semejantes”
Monod
En el nivel más básico, los depredadores matan y se comen a otros organismos. Sin embargo, el concepto de depredación es amplio, se define de forma diferente en distintos contextos e incluye una gran variedad de métodos de alimentación; y algunas relaciones que resultan en la muerte de la presa no suelen llamarse depredación.
Una forma particular de depredación la constituye el parasitismo, en el cual un organismo se alimenta de otro, desarrollando un vínculo muy fuerte con él. Un parásito suele iniciar dicha relación con un único organismo huésped en su vida, o bien con unos pocos.
En la ecología, la depredación es un tipo de interacción biológica en la que el individuo de una especie animal, denominado depredador (también predador), caza al individuo de otra especie, la presa, para subsistir. Un mismo individuo puede ser depredador de algunos animales y a su vez presa de otros, aunque en todos los casos el depredador es carnívoro u omnívoro. Esta interacción ocupa un rol importante en la naturaleza. En la depredación hay un individuo perjudicado, la presa, y otro que es beneficiado, el depredador, pasando la energía en el sentido presa a depredador. Sin embargo, hay que resaltar que, por un lado, los depredadores controlan el número de individuos que componen la especie presa y, por el otro, las presas controlan el número de individuos que componen la especie depredadora; por ejemplo, la relación entre el león y la cebra.
Otro ejemplo de esta relación muy especial entre los depredadores y el ecosistema es que aquéllos, al controlar el número de individuos de una especie, pueden proteger al ecosistema de ser sacado de equilibrio, ya que, si una especie se multiplica sin control, podría acabar con el equilibrio del ecosistema. Por ejemplo: el águila y la serpiente se alimentan de ratones, y estos a su vez se alimentan de determinados tipos de plantas; si uno de los depredadores se extinguiera, el otro no podría disminuir la población de esos roedores, y esto disminuiría la población de plantas.
Un parasitoide, como una avispa ichneumonidae, pone sus huevos en o sobre su huésped; los huevos eclosionan en larvas, que se comen al huésped, y éste muere inevitablemente. Los zoólogos suelen llamar a esto una forma de parasitismo, aunque convencionalmente se piensa que los parásitos no matan a sus huéspedes. Se puede definir que un depredador se diferencia de un parasitoide en que tiene muchas presas, capturadas a lo largo de su vida, mientras que la larva de un parasitoide sólo tiene una, o al menos se le suministra el alimento en una sola ocasión
Hay otros casos difíciles y limítrofes. Los micro-depredadores son pequeños animales que, al igual que los depredadores, se alimentan enteramente de otros organismos; entre ellos están las pulgas y los mosquitos que consumen sangre de animales vivos, y los pulgones que consumen savia de plantas vivas. Sin embargo, como normalmente no matan a sus huéspedes, ahora se les suele considerar parásitos. Los animales que pastorean en el fitoplancton o en las alfombras de microbios son depredadores, ya que consumen y matan a sus organismos alimenticios; pero los herbívoros que hojean las hojas no lo son, ya que sus plantas alimenticias suelen sobrevivir al asalto. Cuando los animales comen semillas (depredación de semillas o granivoría) o huevos (depredación de huevos), están consumiendo organismos vivos enteros, lo que por definición los convierte en depredadores.
Los carroñeros, organismos que sólo se alimentan de organismos que se encuentran ya muertos, no son depredadores, pero muchos depredadores como el chacal y la hiena carroña cuando se presenta la oportunidad. Entre los invertebrados, las avispas sociales (chaquetas amarillas) son tanto cazadoras como carroñeras de otros insectos.
Supongo entonces, que se trata de crear y “aplicar” leyes implacables que conlleven a la preservación de la vida en el único planeta en el cual sabemos de su existencia.
Maximiliano Pérez Apóstol