Este viernes, a las 20:00 hora de Roma, se llevó a cabo el rito de cierre del ataúd del Pontífice en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro, marcando el comienzo de las exequias que culminarán con su funeral este sábado 26 de abril.
El acto fue presidido por el cardenal camarlengo Kevin Farrell y dirigido litúrgicamente por monseñor Diego Ravelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, quien también redactó y leyó el tradicional Rogito —una memoria oficial de los hechos más relevantes del pontificado— que fue introducida en el féretro junto a otros objetos simbólicos.
Un ritual de fe, memoria y gratitud
El Rogito, sellado en un cilindro metálico y depositado junto al cuerpo del Santo Padre, recoge su biografía, su trayectoria pastoral y las principales obras de un papado marcado por la humildad, el diálogo y la defensa de los más vulnerables.
“Francisco ha dejado a todos un admirable testimonio de humanidad, de vida santa y de paternidad universal”, expresa el documento.
Entre los aspectos más destacados, se recuerda su elección como el primer Papa latinoamericano en marzo de 2013, su decisión de habitar la Casa Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, su incansable labor por los pobres y su protagonismo durante la pandemia del covid, cuando rezó en solitario en una Plaza de San Pedro vacía, en una imagen que dio la vuelta al mundo.
También se reconocen su impulso al diálogo interreligioso, su lucha contra los abusos en la Iglesia, y la reforma de la Curia romana con la constitución Praedicate Evangelium. Durante su pontificado, convocó diez consistorios, creó 163 cardenales de 73 países y dejó un abundante magisterio con cuatro encíclicas, siete exhortaciones apostólicas y 39 constituciones.
El rostro del Papa fue cubierto con un velo blanco como símbolo de pureza. En el interior del féretro también se colocó una bolsa con monedas de oro, plata y bronce acuñadas durante su pontificado, siguiendo la tradición vaticana.
Una despedida íntima antes del adiós multitudinario
La ceremonia, de carácter privado, contó con la presencia de un grupo reducido de altos prelados, familiares del Pontífice y sus tres secretarios: Daniel Pellizon, Juan Cruz Villalón y Fabio Salerno. El acto concluyó a las 21:00 horas con el ataúd sellado, ya listo para ser depositado en las grutas vaticanas tras el funeral público.
Este sábado 26 de abril a las 10:00 de la mañana (hora de Roma), la Plaza de San Pedro acogerá el funeral de quien fue, durante más de una década, la voz más influyente de la Iglesia Católica. Se espera la presencia de miles de fieles, líderes religiosos y jefes de Estado para rendir homenaje a un pontificado que marcó época.