“La toma de decisiones es el verdadero trabajo del ejecutivo”
Peter Drucker, el padre del management moderno.
Y en el caso del emprendedor, esa función se multiplica: cada decisión incide directamente en la supervivencia del negocio.
Emprender es una aventura apasionante, pero también es un terreno lleno de incertidumbres, opciones y caminos posibles. Para quienes dan sus primeros pasos en el mundo de los negocios, tomar decisiones estratégicas sin experiencia previa puede resultar abrumador. Es en este punto donde el coach se convierte en una figura esencial: una guía que ayuda a aclarar el rumbo, organizar prioridades y evitar errores costosos.
Los emprendedores novatos suelen enfrentarse a decisiones complejas en etapas tempranas: ¿invertir más capital o esperar? ¿Tercerizar servicios o mantenerlos internos? ¿Lanzar ya o esperar más desarrollo del producto? Sin una base sólida de experiencia, estas preguntas pueden generar ansiedad, bloqueos o decisiones impulsivas.
Un coach no toma las decisiones por el emprendedor, pero le enseña a evaluar variables, identificar riesgos y considerar las consecuencias de cada paso. Esta guía, basada en metodología y experiencia, es clave para no desviarse del propósito inicial.
Cuando el emprendedor carece de una visión clara, el riesgo de dispersión y de actuar por intuición mal orientada es alto. Aquí, el coach ayuda a estructurar el pensamiento, formular objetivos específicos y alinear cada decisión con la misión del proyecto.
Stephen Covey, autor de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, afirmaba: “Las decisiones determinan el destino.” Bajo esta premisa, el coach actúa como un espejo profesional, que desafía creencias, plantea preguntas clave y promueve decisiones conscientes y fundamentadas.
Además, el coach aporta una visión externa y objetiva, que es difícil de obtener desde dentro del torbellino de las operaciones diarias. Esto ayuda al emprendedor a tomar distancia emocional y elegir con inteligencia estratégica.
Más allá de una simple guía, el coaching se convierte en un proceso de aprendizaje. A través del acompañamiento continuo, el emprendedor adquiere herramientas para la toma de decisiones futuras, ganando autonomía y criterio con cada sesión.
John C. Maxwell, referente del liderazgo, dice: “El cambio es inevitable. El crecimiento es opcional.” Un coach impulsa precisamente ese crecimiento, guiando al emprendedor a ver cada decisión como una oportunidad de aprendizaje y evolución.
Este proceso también fortalece la confianza. Al saber que cuenta con un respaldo profesional, el emprendedor puede avanzar sin paralizarse por miedo al error. Las decisiones ya no se basan únicamente en corazonadas, sino en análisis, reflexión y visión a largo plazo.
Definitivamente, el éxito de un emprendimiento no está garantizado por tener una gran idea, sino por la capacidad de tomar decisiones acertadas en momentos críticos. Para quienes carecen de experiencia previa, contar con un coach es una inversión que puede evitar desvíos, fracasos prematuros y frustraciones. En palabras de Eric Schmidt, ex CEO de Google: “La mejor decisión que tomé como CEO fue contratar a un coach.” Esta afirmación no solo aplica a ejecutivos de grandes compañías, sino también a quienes recién comienzan. Porque decidir con claridad, confianza y estrategia es el primer paso hacia un negocio sólido y duradero.
Continuará…
Italo Olivo
www.iolivo.com