Durante la Eucaristía del Domingo de Resurrección, Monseñor Polito Rodríguez Méndez, Arzobispo de Barquisimeto, ofreció una conmovedora homilía centrada en el significado trascendental de la resurrección de Jesucristo.
En un contexto global donde las preguntas sobre la existencia y el más allá son recurrentes, el Monseñor invitó a los fieles a contemplar la resurrección como un evento que ilumina estas interrogantes, contrastando con las concepciones previas al Nuevo Testamento.
Monseñor Rodríguez Méndez abordó directamente las dudas que habitan el corazón humano: «¿Qué será de la vida de los justos? ¿Qué pasa después que seamos un cadáver?«. Estas preguntas, señaló, reflejan la natural incertidumbre ante la muerte. Sin embargo, alentó a la comunidad a profundizar su relación con Dios, donde el anhelo de trascendencia encuentra su respuesta.
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Recurriendo a la sabiduría de Santo Tomás de Aquino, el Arzobispo distinguió entre las «potencias inferiores» de los sentidos y las «potencias superiores» del alma. En este marco, presentó a Jesús como la respuesta divina: “la luz del mundo, la vida verdadera, el pan bajado del cielo, la resurrección y la vida”, enfatizando el inmenso sacrificio realizado para redimir a la humanidad.
Un punto central de la homilía fue el reconocimiento del papel crucial de las mujeres, especialmente las Marías, quienes se convirtieron en las primeras misioneras al anunciar la buena nueva de la resurrección. En contraposición, Monseñor Polito se refirió a la tristeza y la dificultad para reconocer a Jesús resucitado por parte de los discípulos de Emaús, subrayando la importancia de una fe viva y activa, que evite la rutina vacía en las prácticas religiosas.
Finalmente, con un llamado apremiante, Monseñor Polito instó a la comunidad a renovar su compromiso evangelizador, enviando misioneros a aquellos lugares donde el mensaje de Dios aún no ha llegado. Con una visión clara del presente y del futuro de la fe, enfatizó la necesidad de que los laicos asuman un rol protagónico en la evangelización, asegurando que la esencia de la fe cristiana perdure y que la resurrección de Jesús no sea en vano para la humanidad.