El 2 de agosto de 1967 fue entregado por primera vez el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y lo recibió Mario Vargas Llosa por su obra La Casa Verde. Al recordar ese hecho, en estos días que el mundo literario está conmovido por la muerte del escritor peruano, uno de los cinco hispanoamericanos en recibir el Nobel de Literatura, la doctora Josefa Zambrano, integrante de la Academia Nacional de la Lengua en Venezuela, destaca, al ser entrevistada por El Impulso, que en ese memorable acto, celebrado hace 58 años en Caracas, estuvo presente el prolijo novelista Rómulo Gallegos, cuyo nombre fue instituido al galardón literario para honrar su trayectoria de novelista y, al mismo tiempo, impulsar la narrativa en castellano.
El jurado que examinó las obras del concurso estuvo compuesto por Andrés Iduarte (México), Benjamín Carrión (Ecuador), Fermín Estrella Gutiérrez (Argentina), Arturo Torres Rioseco (Chile) y Juan Oropeza (Venezuela). El premio tenía un monto de cien mil bolívares (habría que multiplicarlo hoy por la cantidad de ceros que le han quitado a la moneda nacional desde el 2007 para acá), medalla de oro y diploma. Al año siguiente en el jurado estuvo Mario Vargas Llosa, y el ganador, entre más de cien autores, fue Gabriel García Márquez con su incomparable novela Cien Años de Soledad.
El Rómulo Gallegos fue el premio más importante que había en el mundo hispanoamericano, afirma la doctora Zambrano. Además de Vargas Llosa y García Márquez fueron galardonados, entre otros, Julio Cortázar y Fernando Vallejos, cuyas obras son de las más solicitadas en las librerías.
No es arriesgado afirmar que el premio venezolano llegó a convertirse en el ascenso para que García Márquez y Vargas Llosa alcanzaran el Nobel, añade. El prestigioso intelectual peruano antes del máximo galardón mundial obtuvo el premio Príncipe de Asturias en las letras y el grandioso premio de nuestra lengua, el Cervantes.
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El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, prosigue la doctora Zambrano, reconocía los más grandes escritores de ese momento floreciente de la literatura hispanoamericana, cuando surge explosivamente el Boom hispanoamericano, cuyas principales figuras además de los connotados colombiano y peruano ya mencionados, son el mexicano Carlos Fuentes y el argentino Julio Cortázar.
Confiesa la doctora Zambrano que al enterarse de la muerte de Vargas Llosa, la noche del Domingo de Ramos, se sintió muy apesadumbrada, por cuanto ha sentido gran admiración por el ilustre intelectual peruano, ya que no sólo fue fulgurante como innovador novelista, sino también un gran ensayista y del mismo modo, pensador.
Cuando se trata de Vargas Llosa siempre se habla de la Casa Verde, la Ciudad y los Perros, Pantaleón y las Visitadoras, Conversaciones en la Catedral; pero, considero que su novela La Fiesta del Chivo es magistral, porque en ella, a través del personaje Rafael Leonidas “Chapita” Trujillo, desenmascara a los tiranos, autócratas y dictadores que someten brutalmente a sus pueblos.
Su piedra de toque en el diario español El País, mientras yo pude leer sus artículos en ese medio, era lectura obligatoria para mi por su rico contenido, y, por supuesto, siempre fue impresionante su forma de expresarse, acota. Inolvidables páginas literarias son sus discursos tanto al recibir el Nobel como cuando fue elegido miembro de la Real Academia Española y, posteriormente, convertido en uno de los inmortales de la Academia Francesa de la Lengua.
Fueron muchos los reconocimientos internacionales que tuvo y entre ellos el de la Academia estadounidense de artes, porque destacó con gran brillantez en todos los campos literarios y artísticos que abordó.
Su sensible fallecimiento en Lima y sus funerales en la casa de su familia han sido noticia alrededor del mundo, porque es una gran pérdida humana y se trata de uno de los más grandes intelectuales hispanoamericanos, pero indudablemente su obra trasciende para siempre en el tiempo y en el recuerdo de sus lectores, concluye sus declaraciones la doctora Zambrano.