Al Paria de todos y de nadie.
«El mundo no cambia al excluir a unos,
..sino al incluirnos todos.»
Desmond Tutu
«El que se siente excluido de este mundo,
…busca construir uno nuevo.»
Anónimo
«Las mentes libres siempre serán vistas…
…como parias en un mundo de conformidad.»
Jean-Paul Sartre
«Un paria es a menudo quien se atreve a soñar
…más allá de las barreras de la sociedad.»
Pensamiento filosófico
«No hay nada más doloroso para el alma…
…que ser tratado como un paria en la propia tierra.»
Nelson Mandela
«Ser un paria no significa estar perdido;
…a menudo, significa haber encontrado otro camino.»
Anónimo
- Etiología del Paria (que nadie les Paria).
El término Paria, que tiene su origen en el portugués pária, refiere al sujeto que no goza de los mismos beneficios-derechos que otros. Un Paria, por tanto, suele considerarse como alguien inferior, aunque el uso concreto del término varía de acuerdo al contexto.
En la India, un Paria no forma parte de ninguna de las castas tradicionales. También llamado dalits, solía ser aislado y se evitaba todo contacto con él, perteneciendo a la clase social más baja y sin ninguna posibilidad de mejora. En la actualidad, este grupo social sólo se limita a regiones rurales, aunque aún son víctimas de persecuciones y ataques.
En la trama actual, el concepto se ha ampliado para incluir a personas que enfrentan exclusión social, pobreza extrema o aislamiento, como personas sin hogar, presos sin apoyo familiar o comunidades desplazadas.
En un sentido más amplio, comunidades desplazadas por beligerancias o catástrofes naturales, como refugiados, también pueden ser considerados Parias debido a su exclusión y vulnerabilidad. El término también puede usarse de forma simbólica para describir a vidas que perdieron sus raíces o lazos sociales, como migrantes que sufren rechazo en sus nuevos entornos. Estos 2 casos, definen con fidelidad al Paria venezolano y al Paria venezo-landro.
- Paria Nadie es un Secreto
Para nadie es un secreto que en Venezuela todos somos Parias. Que, para ser Paria con todas las letras necesitas existir como si en el orbe no viviera gente, sino bestias políticas (más si el dueño del país de Paria es más bestial que el resto) y ser, o un migrante venezolano en cualquier parte del mundo o un venezo-landro, parte del estado aragüeño de donde nace el grupo criminal terrorista, Tren de Aragua, una de las tropas más peligrosas del mundo.
Si hilar fino, en esa estrecha fisura de una república democrática y acudiendo a una noción general del término Paria, todos cabemos dentro del apodo expatriados o excluidos, verbo y gracia, de soberano sin soberanía. Al consultar a un Paria de a pie, nos dijo que, se siente como que se le perdió la cartera. Y como dice la lírica de la canción de Harlow <ya no tengo más dinero, me robaron la cartera>. Pero la peor salsa en que se encuentra un Paria per se, es si se ira o no a gastar su voto (soberanía), en unos sufragios que ya se realizaron. Para la mayoría de los votantes comprometidos en democracia las cartas ya fueron echadas.
Uno de los aspectos más contrastante que consigue un Paria es su adaptabilidad a cualquier geografía ajena pues el espacio original natural se adultera. Esa particularidad lo hace extrañamente una subespecie humana sin lugar de origen y con destino desconocido. También permite categorizarlo, tanto por el lugar de destino, como por su rol de extraviado sumiso sin sitio determinado hacia la dimensión desconocida. Anda por el cosmos como la nave espacial Enterprise de la serie televisiva “Viaje a las estrellas”, que se lanza al infinito y más allá, pero que en realidad debería denominarse “Viaje a las estrella-das”.
En ese orden de ideas, el Paria criollo se diferencia de otros Parias de la región sur americana por su contexto de migrante Guinness. Por ejemplo, el Paria de bosque tropical o Paria selvático, como en la Selva del Darién Panameño, según datos probados, son más del 50 por ciento de los excluidos que se exponen a perecer en los peligros del feroz viaje.
Un aspecto extraño de los Parias, es el tocante al Paria de metrópoli o Paria urbano, que es de los Parias atípicos. En estos casos los Parias van por la calle como si fuera un ciclo cerrado infinito, sin principio ni fin, es decir, un circuito cegado, sin pies ni cabeza. Y como podría ser de otra manera cuando no sabe a donde ir para producir, ni cabeza para ser mago o alquimista, y como un Midas cualquiera, convertir el estiércol en una mina de oro.
El Paria de urbe está eternamente preocupado y afligido, está aterrorizado porque no puede cubrir la canasta alimentaria y algunos ponen a trabajar a la mujer para cubrir el déficit y poder alimentar a los tripones con parásitos por la implacable miseria. Hay mujeres que lo hacen usando el trabajo más antiguo del mundo con la anuencia del cónyuge que se hace la vista gorda para guardar las apariencias mientras la esposa se saca el brete dando al cliente lo que no le da al marido.
A manera de yo no fui, se está desplegando bajo el mantel familiar una sociedad de esposas traviesas y cornudos maridos con mala nata. Con un poco de ver a futuro, nada de bueno le espera al país con un paquete familiar marginal, pervertido y maleducado pues los hijos de padres así, hacen como gatos, cazan ratones, o hacen como ratas, aman el hampa.
- Paria qué Mentir
No miento si les digo que en la isla el Paria Ñero es uno que se define como un barco o peñero a la deriva. Los parias insulares, como los de la isla del nunca jamás, resisten cual si se trata de un náufrago que nada tanto hacia la nada, que suele siempre morir en la orilla.
Uno de los grandes problemas de los Parias isleños es la dependencia de las costas vecinas, de la falla de agua potable y de la endeble red eléctrica que vive en eterno plan de carga, que amén de no cargar la suficiente luz en toda la isla, la distribuye ineficientemente.
No miento si les cuento que el Paria Toche (o Gocho), es el que está más inmerso en la guerra del tráfico de estupefacientes, donde diversos carteles caliches, aztecas y venecos, compiten por subyugar las franjas donde se distribuye y elaboran las drogas heroicas, como la cocaína, el fentanilo o el crack. Con el Paria Toche habita el Paria de Lago que se distingue por su red de alcaldes encochinados en el negocio multimillonario.
No miento si comento que hay otros muchos Paria regados por toda Latinoamérica y el Caribe. Parias Australes, Parias del Altiplano, Parias Amazónicos, Parias Esequibos y Centroamericanos. E igual hay parias en Europa, Paria Iberoamericano, Paria Anglosajón, en fin, los Parias no les Paria nadie y andan nómades por el mundo entero.
En las redes sociales es donde más hay Parias, los Parias cibernéticos, que necesitan de un celular y una App como TikTok para sentirse seguros viéndose a sí mismos haciendo el ridículo en formas insospechadas. En este sector de Parias, las féminas ocupan la mayor parte de las llamadas Parias Alegres porque lo que abundan son genitales meneándose al mejor Paria Morboso que ande revisando enfermizo las ofertas en red.
- Epílogo: El Rostro del Paria Venezolano
El término «Paria» suena como un eco doloroso en la realidad venezolana, un reflejo de exclusión y desarraigo que atraviesa generaciones y geografías. Ser paria en Venezuela no es solo una condición social; es un estado de existencia que encapsula la lucha diaria por sobrevivir en un país donde las oportunidades se han convertido en lujo y la dignidad, en resistencia sigilosa. Pero, ¿qué significa realmente ser un paria venezolano en un contexto global? ¿Qué secuelas tiene para un país cuya diáspora ha marcado la mayor migración de la historia reciente?
El paria venezolano es, ante todo, un sobreviviente. En su tierra natal, enfrenta un sistema que lo aparta, lo empuja a la pobreza extrema y lo obliga a adaptarse a condiciones que desafían a la humanidad misma. En el extranjero, se convierte en un migrante que carga con el peso del rechazo, la nostalgia y la incertidumbre. Su identidad se fragmenta entre el lugar que dejó atrás y el que lo recibe con reservas. Es un ciudadano del mundo, pero sin un lugar que pueda llamar hogar.
La diáspora venezolana, que ha alcanzado cifras históricas, es un testimonio de la desesperación y el valor del pueblo que busca un futuro mejor. Sin embargo, esa migración masiva, tiene consecuencias profundas. Las familias se desintegran, los lazos comunitarios se debilitan y la nación pierde a sus talentos y fuerzas laborales más valiosas. En los países de acogida, los migrantes resisten barreras culturales, económicas y sociales que los relegan a los márgenes de la sociedad. El paria venezolano, en este sentido, no solo es un reflejo de la crisis interna de su país, sino también de las fallas de un sistema global que no siempre está preparado para acoger a los desplazados.
En el contexto interno, la figura del paria se revela en múltiples formas: el trabajador que no puede cubrir la canasta básica, la madre que sacrifica su bienestar por el de sus hijos, el joven que abandona sus sueños por la necesidad de emigrar. La pobreza, la corrupción y la falta de oportunidad, han creado un caldo de cultivo para la desesperanza, pero también para la resistencia. El paria venezolano, aunque marginado, no es pasivo. Su lucha diaria es un acto de rebeldía contra un sistema que lo ha traicionado.
La mayor tragedia de este entorno es la regulación de la exclusión. En un país donde la pobreza se ha convertido en la norma, el paria ya no es una excepción, sino la regla. Esta realidad plantea preguntas difíciles sobre el papel del gobierno, la sociedad y la comunidad internacional en la perpetuación de esta crisis. ¿Qué responsabilidad tienen aquellos en el poder de garantizar los derechos básicos de su población? ¿Qué papel juega la comunidad internacional en la protección de los derechos humanos de los migrantes y desplazados?
El paria criollo es una agenda de las consecuencias destructoras de un gobierno que ha fallado en su deber más básico: proteger y empoderar a su gente. Es también un llamado a la acción, una invitación a reflexionar sobre las estructuras que perpetúan la desigualdad y la exclusión. En última instancia, la historia del paria venezolano no es solo una historia de sufrimiento, sino también de resistencia, de la capacidad humana para adaptarse y luchar incluso en las circunstancias más adversas. Este epílogo no busca cerrar la conversación, sino abrirla. Porque mientras existan parias, mientras haya quienes vivan en los márgenes de la sociedad, la lucha por la justicia y la dignidad seguirá siendo tarea pendiente. ¿Qué haremos, para cambiar esta realidad? La respuesta no está en el ayer ni en el futuro, sino en los encargos que concibamos hoy.
Marcantonio Faillace Carreño