#OPINIÓN Red de Instituciones Larenses: “Deforestación y desertificación” #2Abr

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La vegetación natural y cultivada juegan un papel esencial en causar una vulnerabilidad a la desertificación por la actividad humana.

Los árboles y arbustos, especialmente debido a su larga vida y su capacidad para desarrollar un poderoso sistema radicular garantizan una protección efectiva contra la degradación del suelo.

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La destrucción de la vegetación leñosa ha sido acelerada por la cada vez mayor necesidad de madera combustible para satisfacer la necesidad de una población cada vez más grande. La destrucción es cada vez más notable alrededor de los centros urbanos en rápido crecimiento, donde el círculo de tierras deforestadas es mayor cada año.

Recoger madera para combustible es una tarea sobrehumana. Por ejemplo, las mujeres en el norte de Ghana, emplean un día entero en recoger un suministro de madera para tres días, en la Kenia rural, esta tarea doméstica a veces requiere hasta 24 horas por semana.

En el sur de Marruecos, en los bordes mismos del Sahara, la desaparición progresiva de los bosques está obligando a la población a quemar la maleza, y hasta las hojas secas. Para poder encender un fuego que, ni siquiera basta para cocinar la carne, las mujeres dedican seis horas diarias en recoger de 30 a 35 kg de ese combustible. El resultado de ello es que los suelos ya no logran restituirse, lo que compromete el mantenimiento de la vegetación. Para sobrevivir, los escasos rebaños de vacas y ovejas tienen que vagar. Se ha propuesto reforestar con árboles de oasis y acacias forrajeras, asociado con plantas perennes y anuales y favoreciendo la regeneración biológica del medio ambiente.

En las zonas semiáridas de Lara existen numerosos árboles que como el cují yaque (Prosopis juliflora), cují negro (Acacia macracantha), el yacure (Pithecellobium dulce), el yabo (Cercidium praecox), el rabo de ratón (Gliricidia sepium), la leucaena (Leucaena leucocephala), etc., están siendo depredados aceleradamente.

De estas zonas, y muy específicamente por la presunta destrucción a que está siendo sometido el Parque Nacional Cerro Saroche, con la tala y la quema indiscriminada han surgido serias denuncias públicas provenientes de ecologistas y de personas a quienes les preocupa el futuro de las próximas generaciones y tal vez el final de la generación actual, sin que hasta ahora se sepa la respuesta de los funcionarios de las instituciones que tiene la autoridad necesaria y suficiente para cumplir con la responsabilidad, que ello implica, y preservar la vida vegetal, animal y humana, aplicando el “Estamento Legal vigente”.

Pero esto también ocurre en los demás Parques Nacionales, en la Sierra de Portuguesa, y basta con ver hacía el Río Turbio, para imaginarse el infierno que ocurre en zonas de altísima fragilidad ecológica, refugio de flora y fauna autóctonas, de especies endémicas en peligro de extinción como… “EL OSO FRONTINO”.

¿SE PUEDEN CALCULAR LOS DAÑOS ECOLÓGICOS OCASIONADOS POR LOS INCENDIOS OCURRIDOS EN UVERITO?

¿ADEMÁS DE EXPORTAR LOS COMBUSTIBLES MÁS CONTAMINANTES, VAMOS A ACABAR CON LOS RESERVORIOS PRESERVADORES DE NUESTRO AMBIENTE?

En el trópico la tala de los bosques lleva a la uniformidad del bosque, por la demanda del mercado, práctica puesta en vigor en la zona de Miri, Socopó, Barinas. Después de deforestar, se siembra el área con Gmelina o Teca.

Sin embargo, la uniformidad actúa contra el proceso de la naturaleza. La transformación de bosques mixtos naturales en monocultivos uniformes permite la penetración directa del Sol y de las lluvias tropicales, calentando los suelos y eventualmente destruyendo la materia orgánica, y erosionando los suelos con la lluvia. Los recientes incendios en Indonesia se deben en gran medida a la aridez provocada por la conversión de zonas forestales en plantaciones de acacias y eucaliptos. Además, la uniformidad afecta la biodiversidad de la fauna y la flora.

En las selvas tropicales la producción selectiva de madera de especies comerciales produce sólo pequeños rendimientos (5-25 metros cúbicos/ha) mientras que con la tala se puede producir hasta 450 metros cúbicos/ha.

Supuestamente, en Filipinas se observa que la explotación selectiva es buena en teoría, pero realmente no funciona: con la explotación selectiva se supone que solo se corten unos árboles y se permite que los otros crezcan de forma que regresas tiempo después y cortas otros más sin destruir la selva. Se supone que este es un sistema sostenible. Pero aquí, aunque se emplee la palabra explotación selectiva, sólo hay una gran tala. Después de ella, nada más.

Un estudio ha llegado a la conclusión que el 14 por ciento de un área de explotación se limpia para carreteras y otro 27 por ciento para que circulen los camiones. Por lo tanto, más del 40 por ciento de la concesión (que puede ser hasta el 60 por ciento en algunos casos destruye la vegetación protectora haciéndolo altamente vulnerable a la erosión.

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Maximiliano Pérez Apóstol

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